Alma Beltrán y Puga, Universidad Iberoamericana en Ciudad de México.
Alma Beltrán y Puga, Universidad Iberoamericana en Ciudad de México.

La democracia no supone la eliminación del conflicto, sino la supervivencia en él. De acuerdo con Chantal Mouffe, reconocida filósofa política belga, la política democrática debe movilizar emociones alrededor de proyectos antagónicos al punto de la agonía entre ellos. Este agonismo pluralista, propuesto por Mouffe en su último libro, que hace respirar a la democracia, implica que los proyectos políticos en conflicto sean capaces de constituir identidades colectivas bien diferenciadas para que la ciudadanía tenga posibilidad de escoger entre alternativas de derecha y de izquierda en una sociedad que valora el pluralismo de ideas y la diversidad social.

Aunque México atraviesa una elección histórica, no hay proyectos políticos electorales que hagan agonizar al régimen de gobierno en turno. De manera inédita, dos mujeres son las punteras para ocupar la presidencia, en una contienda electoral de gran tamaño. Se renovará el Congreso Federal (628 escaños) así como nueve gobernaturas en los estados, incluyendo la jefatura de la Ciudad de México. Todo esto se definirá el próximo 2 de junio. Lo más probable es que la silla presidencial la ocupe Claudia Sheinbaum, exjefa de gobierno de la Ciudad de México, de ascendencia judía y candidata oficial del partido Morena –fundado por el actual presidente Andrés Manuel López Obrador (Amlo). 

De acuerdo con la encuestadora Mitovsky, Claudia Sheinbaum mantiene un alto margen de ventaja en las preferencias electorales con un 58.8% de intención de voto sobre Xóchitl Gálvez (30.5%), candidata de la Coalición Fuerza y Corazón por México, que agrupa a la oposición política encabezada por una alianza entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), los tres partidos derrotados en la elección pasada por Amlo. El candidato Jorge Máynez, del partido Movimiento Ciudadano, ocupa el tercer lugar con un 10.6%.

Claudia Sheinbaum tiene una gran carta a su favor: el apoyo del actual presidente López Obrador. Su campaña trae la impronta de la 4T –en alusión a la Cuarta Transformación de la vida pública, el lema discursivo favorito del “lopezobradorismo”– y goza de la herencia populista de Amlo. Él se mantiene con un alto rating político en las filas de su base electoral, gracias al uso cotidiano del micrófono en sus conferencias matutinas de prensa (“las mañaneras”) y los subsidios canalizados a través de los programas sociales a las clases marginadas, que comprenden un gran sector de jóvenes de escasos recursos y personas adultas mayores. 

Además, Sheinbaum ha demostrado ser una apuesta confiable de la continuidad morenista, al mostrar la imagen de una mujer con una férrea disciplina en los últimos dos debates presidenciales, recitando el libreto seguro de “los otros datos oficiales” y reiterando que seguirán los subsidios y las mega obras empezadas en el sexenio de AMLO en el sureste del país, como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. 

En los dos debates presidenciales organizados en el mes de abril por el Instituto Nacional Electoral (INE), Sheinbaum ha sido mesurada e inteligente al esquivar preguntas incómodas sobre el mal manejo de recursos públicos de sus allegados, los desastres humanos y financieros por las obras públicas fallidas, así como la nula investigación hacia los cuantiosos bienes inmuebles de los hijos del presidente. No obstante, en el segundo debate del 28 de abril, se le vio más descolocada frente a los insistentes ataques de Xóchitl, quien la nombró constantemente “la candidata de las mentiras.” También la ha caracterizado como una mujer “fría y sin corazón.”

Por su parte, Xóchitl Gálvez se ha distinguido por ser una mujer más carismática que Claudia Sheinbaum, fresca y franca al hablar, abrazando el discurso populista enfocado también “en los más pobres”. Ella utiliza su propia historia de vida para rivalizar como otra candidata “del pueblo” que, a pesar de sus humildes orígenes, ha logrado llegar a la contienda presidencial gracias a una beca educativa, esfuerzo y emprendimiento. Además de un nombre náhuatl, Xóchitl Gálvez tiene experiencia como senadora y empresaria. Su carta más fuerte es su espontaneidad y la atracción de votos de las personas de las clases medias y altas desencantadas con las políticas populistas del actual gobierno. 

Sin embargo, es posible que su carisma no le alcance para remontar la desventaja electoral que la aleja casi 30 puntos de su rival morenista. En el segundo debate, se dedicó principalmente a atacar a Sheinbaum y no a dar una propuesta de cambio de rumbo al proyecto nacional de Amlo. Xóchitl Gálvez falló en delinear políticas públicas novedosas para el desarrollo económico, el empleo y la reducción de la pobreza, fuera de repetir que “los programas sociales” no se eliminarán del mapa de prestaciones sociales.

Gálvez tiene también otro problema de rostro masculino: el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Máynez. Es un hombre más joven que ella, que le está disputando los votos de personas jóvenes e indecisas entre las dos mujeres. Aprovechando que no tiene mucho que perder en esta elección, Máynez ha demostrado mayor soltura para exponer las propuestas de su partido en los debates presidenciales que le han restado algunos puntos en la intención de voto a Gálvez. Tanto Gálvez como Máynez han adoptado el discurso populista de los programas sociales con algunas variantes menores, como la digitalización de los trámites y el incremento del monto de los subsidios en becas educativas y prestaciones de salud. Máynez ha concentrado su atención en atraer el voto de los jóvenes haciendo alusión siempre a este sector electoral.

Sin embargo, no son variantes discursivas que denoten una demarcación radical del discurso populista, sino una cercanía poco atractiva para quienes ya están hartos de la narrativa de la 4T “a favor de los pobres”. Por lo tanto, Claudia Sheinbaum parece no tener adversarios políticos reales ni tampoco un interés en avanzar políticas sobre igualdad de género. Ambas cuestiones resultan preocupantes, al tener el liderazgo en las encuestas electorales. Curiosamente, Máynez ha tenido un mejor desempeño en la respuesta a preguntas de la ciudadanía sobre temas como la igualdad de género, las brechas salariales, el trabajo de cuidado y las energías renovables.

¿Por qué las dos candidatas no tienen un compromiso explícito con la igualdad de género? Sus respuestas en el primer debate sobre igualdad y no discriminación dejan mucho qué desear de su interés y trabajo previo al respecto, en un país donde las mujeres son la mitad de la base electoral. Aunque ambas dicen estar “con las mujeres”, realmente no se entiende qué políticas de género específicas impulsarán ni con qué objetivos. Respecto de las preguntas de la ciudadanía para abordar la violencia de género, Sheibaum dio datos falsos sobre la supuesta reducción de los feminicidios en la Ciudad de México y Xóchitl dijo que “contestarán todas las llamadas de alerta” en casos de violencia contra las mujeres. La falsedad y el lugar común en esta materia resulta bochornosa cuando México cuenta con un marco jurídico robusto para prevenir, sancionar y eliminar la violencia contras las mujeres. El problema es obviamente la aplicación de este marco jurídico.

La ausencia de propuestas en esta problemática tan obvia resulta preocupante, pues ante la falta de ideas para enfrentar la violencia de género, estamos lejos de ver una agenda política con perspectiva de género robusta en el siguiente sexenio, quede quien quede. El desencanto feminista con Sheibaum por las represiones a las marchas del 8M es un lastre propio que carga de sus días como jefa de gobierno. Y Xóchitl Gálvez parece no tener ideas diferenciadas de la 4T para acabar con la discriminación, más allá de enarbolar un discurso populista maternalista a favor de la protección y el cuidado de las mujeres. 

La falta de perspectiva de género en la oposición es sintomática de la ausencia de proyectos políticos sustantivamente diferentes a los de la 4T –que revelen un cambio de rumbo del populismo morenista. Los contrincantes básicamente ofrecen lo mismo: becas educativas, tarjetas de salud subsidiadas por el Estado, agilización de trámites administrativos a través de la tecnología y el “castigo a los corruptos”. En el combate a la corrupción no se ven, por ninguna parte, propuestas concretas para fortalecimiento del sistema de justicia, de transparencia y de rendición de cuentas que actualmente opera en México. Tampoco hay intenciones de la oposición de reducir o desmantelar la Guardia Nacional que ha puesto al ejército a gobernar las calles.

La perspectiva de género en las políticas públicas, una apuesta clara por las energías renovables y la seguridad ciudadana como herramienta clave para combatir la corrupción podrían ser algunas vías alternas para que la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez plantee un proyecto de nación diferente al morenista, que haga “agonizar” el proyecto ideológico de la 4T. Sin embargo, la empresaria solo repite las mismas frases populistas de su contrincante, al grado de poner su propio proyecto político en riesgo, así como el de la democracia mexicana entera. Lejos de la agonía política necesaria para continuar oxigenando la contienda democrática postelectoral, estamos viendo la extinción de la oposición en México.

Es profesora en la facultad de derecho en la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México. Estudió derecho en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, una maestría en derecho en la Universidad de Columbia (becaria Fulbright) y se doctoró en derecho en la Universidad de los Andes, Colombia....