Mapa de la Nasa con Puntos Calientes
Mapa de la Nasa con Puntos Calientes, en Firms.modaps.eosdis.nasa.gov.

En Colombia avanza la primera temporada seca del año para la región andina junto con una ola de calor por la incidencia progresiva del fenómeno de El Niño. Este fenómeno alcanzó su madurez a finales de noviembre de 2023. De acuerdo con los pronósticos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), además de los incendios forestales, ya se presentan las primeras heladas en las vecindades de nuestros páramos, y algunas sequías en regiones propensas como los valles interandinos, el Caribe, la Orinoquía y el archipiélago.

Han ocurrido hasta ahora al menos 200 incendios forestales que han arrasado 3.500 hectáreas en diferentes lugares de la región andina y el Caribe. Los incendios se han agravado por la falta de una acción anticipada, coordinada y articulada de las instituciones gubernamentales. Por la magnitud y extensión de la amenaza, la gestión oportuna del riesgo era responsabilidad del gobierno nacional y de los entes territoriales, en conjunto con las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) y la ciudadanía, por supuesto.  

Este desastre se irá intensificando durante las semanas y meses siguientes. Ya la Procuraduría había dicho que era previsible dados los pronósticos del tiempo suministrados por parte del Ideam, que había alertado no solo sobre la enorme posibilidad de que se presentaran múltiples incendios, sino sobre el riesgo latente de heladas y sequías de origen climático. Se calcula que estos fenómenos van a estar activos entre el pasado 22 de diciembre hasta el 21 de marzo, aproximadamente. 

Sobre la amenaza de El Niño

Incendio forestal en Colombia. AFP en Rotativo.com.mx

El Niño se produce por el calentamiento de la superficie del océano Pacífico tropical y afecta de manera distinta a varias regiones del mundo. En el caso de Perú y Ecuador produce inundaciones y en las Antillas suele propiciar más tormentas tropicales. Los efectos en la región Andina suelen traducirse en una ola de calor en la que, además de heladas y sequías, se detonan incendios forestales. 

Aunque los incendios sí puedan contribuir a las dinámicas ambientales como fenómenos naturales o antrópicos, regenerando la vegetación en determinadas zonas, lamentablemente con sus llamas suelen forjar desastres al afectar los servicios ambientales y la salud –en especial el sistema respiratorio. Esto perjudica a una multitud de especies que dependen de ellos, a lo que se suma la destrucción del hábitat humano por daño en redes y pérdida de sistemas de producción y de bienes. Aún más, puede ocurrir que detrás de la causa del incendio, exista una acción vandálica que lo propicie.

Es necesario contar con el apoyo técnico y económico pertinente. De no ser así, se podría poner en más aprietos a los 952 municipios del país expuestos a la amenaza de incendios forestales asociados al cambio climático y, en particular, a los 583 donde se ha declarado alerta roja.

Desde el principio del año se han registrado más de 670 eventos y actualmente existen unos 20 focos activos. En estos hay diversas complejidades que dificultan su manejo. Las altas temperaturas y la sequía en el norte y en el centro del país no solo causan emergencias por incendios forestales, sino también tienen como consecuencia el desabastecimiento hídrico. Por lo que para esta semana el país contempla declarar la calamidad pública, un mecanismo que le permite al gobierno desplegar medidas apropiadas en la mitigación del impacto.

A modo de referencia, la Defensoría del Pueblo indica que de 1122 municipios en Colombia, 521 consumen agua sin tratamiento alguno. El 70% de estos ingieren agua con riesgo para la salud y el 21% tiene agua sanitariamente inviable. Además, de 318 cabeceras municipales con amenaza de desabastecimiento hídrico, 265 se alimentan de corrientes de agua superficiales, 24 obtenida de pozos profundos y 25 de reservorios o soluciones mixtas. 

El contexto ambiental

Susceptibilidad a los incendios forestales en Colombia- IDEAM-, y Zonas susceptibles a heladas en la región andina.Qué hacer

Nuestro modelo de desarrollo le ha venido apostando al crecimiento económico a costa del medio ambiente y de la miseria humana. Las consecuencias de esto han sido múltiples. La carga de sedimentos que vierte el Magdalena al mar se estima en 150 millones de toneladas anuales, según el investigador Juan Darío Restrepo de EAFIT. El daño que esto produce se expresa en la reducción de la pesca en el Río Grande, que ha pasado de 80 mil toneladas al año o 7 mil, y en blanqueamiento del 80% de los corales que hay entre Cartagena, Santa Marta y las Islas del Rosario, según cifras del Ministerio de Ambiente.

Estas tragedias se explican porque la región andina de Colombia es un “jardín deforestado”. Hemos destruido el 96% de los 12 millones de hectáreas de guaduales que existían cuando empezaba nuestra vida republicana y, según el Instituto Alexander von Humboldt, también hemos arrasado con el 75% de los bosques de niebla y el 92% de los bosques secos, es decir, entre 9,7 y 9 millones de hectáreas. En la actual tragedia que vivimos no sería extraño que haya actores sociales que estén tratando de extender la frontera agropecuaria.

La biodiversidad de este país y de esta región no se limita a los bosques húmedos y secos. La pervivencia de estos ecosistemas al igual que la de los humedales –también amenazados y cuya extensión se estima en 30 millones de hectáreas–, resulta fundamental para proteger la biodiversidad. 

La mayor dificultad relacionada con el cambio climático es la fragmentación de los ecosistemas. Para esto es necesario implementar medidas de conectividad biológica, empezando por a recuperación de las rondas hídricas y por resolver la potrerización de nuestras montañas que ha talado las coberturas forestales. Estos bosques son claves pues, además de aportarle a la generación, conservación y recuperación del suelo, evitan la erosión del suelo, regulan las lluvias y los causes, previniendo el descontrol hídrico y pluviométrico como causante de sequías e inundaciones. Es decir, tragedias invernales ya conocidas.

Qué hacer

Colombia, Riesgos por Cambio Climático, y Capacidad de adaptación al Cambio climático, por regiones. Ideam 2021. IDEAM-PNUD. 

Los fenómenos que estamos viendo –donde el fuego se extiende sin planificación, sin gestión y sin control en áreas forestales o silvestres con dificultades de acceso y carentes de redes hídricas, afectando ecosistemas vegetales que les sirve de combustible– deben ser atendidos por el Estado colombiano con el concurso de los consejos departamentales y municipales para la gestión de riesgos y las CAR. Esto se debe a que la gestión ambiental y la gestión del riesgo son complementarias.

Desde lo local se debe implementar medidas preventivas como parte de un plan de gestión integral coordinado a nivel nacional desde la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd). A partir de esto, se puede actuar de forma ágil y efectiva desde antes de la ocurrencia de estos fenómenos en caso de pronóstico anticipado o para contrarrestarlos donde se den de forma sorpresiva o se estén dando. Esto produce no solo estrategias que les permita a las unidades del sistema mitigar todos los riesgos asociados a la amenaza de El Niño y La Niña, sino también avanzar en la necesaria adaptación al cambio climático de conformidad con el Plan Nacional.

El Plan Nacional, formulado desde 2012 y ajustado en 2016, es un instrumento donde se contempla reducir la vulnerabilidad del país e incrementar su capacidad de respuesta frente a las amenazas, impactos y retos que hemos estado padeciendo y continuaremos enfrentando. Aquí se han planteado acciones institucionales estructurales y coordinadas y soluciones concertadas con el sector productivo para mitigar la incidencia de estos fenómenos. Estas son acciones prácticas para construir un medio ambiente más humano, incluyente y sostenible.

Adicional a esto, la verdadera cultura de prevención empieza en la escuela, ya que debe pasar no solo por la preparación para atender las contingencias, sino sobre todo por el cambio de hábitos. Se sugiere emprender campañas para disminuir las malas prácticas ciudadanas, porque estos son el principal detonante de los incendios se asocian a colillas de cigarrillos, a vidrios o botellas que propicien el fuego, a las fogatas en zonas boscosas, a ingresar vehículos en zonas verdes y la realización de quemas agrícolas.

Colombia: riesgo por Cambio Climático en Capitales y Departamentos. IDEAM, 2016.

A modo de epílogo: si la exacerbación de los desastres climáticos por el fenómeno de El Niño y de La Niña es la primera causa de los eventos extremos que estamos padeciendo –inundaciones, deslizamientos de tierras, avalanchas, heladas e incendios forestales–, nuestro deber es doble.

Primero, como ciudadanos es necesario estar informados para ser asertivos y proactivos con las propuestas, mediante una intervención activa que fortalezca la institucionalidad con el accionar la gobernanza y en búsqueda del bien común al enfrentar la problemática del cambio climático mediante soluciones prácticas que resuelvan la crisis ambiental.

Segundo, como individuos debemos invitar con el ejemplo en la casa y en la oficina a reducir las emisiones de carbono, hacer uso de la movilidad autónoma, ser más eficiente en el consumo de agua, electrodomésticos y luces, consumir más alimentos saludables y de base vegetal, reciclar y prevenir el sobre consumo o consumo irresponsable como parte de una cultura bioamigable, entre otras cosas.

Profesor Universidad Nacional de Colombia. Ingeniero Civil de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales; su aplicación académica como docente fue en un principio en el área de la topografía y la astronomía; su primer nivel de formación, la Ingeniería Civil y posteriormente las ciencias...