Somos agua

Si hay algo que nos conecta como humanidad es nuestra dependencia del agua: todos los días sentimos sed, lavamos y cocinamos alimentos, bañamos nuestros cuerpos, cepillamos nuestros dientes y evacuamos nuestros desechos. A pesar de esta necesidad común, existen grandes brechas sociales en los medios para satisfacerla.

Globalmente, hay al menos 2.000 millones de personas que utilizan agua con heces, siendo el consumo de este tipo de agua la causa de al menos 485.000 muertes al año por diarrea, según cifras de la Organización Mundial para la Salud.

En Colombia, 3,8 millones de personas utilizan agua que no es apta para consumo humano, según el Informe del Sistema de Vigilancia de la Calidad del Agua. Esto representa un 11,8% respecto a la población participante en el estudio, el cual no incluyó datos de 18,2 millones de personas ¿De esta población cuánta no tendrá acceso a agua potable? Además del alto porcentaje que revela el estudio, la falta de información resulta preocupante.

Cifras como las anteriores son ejemplos que ponen en evidencia que, frente a la necesidad común de acceso al agua hay una gran diversidad de realidades y disputas internacionales y locales. Intereses privados se apropian del agua que abastece comunidades rurales, se prioriza el uso del agua para uso comercial (aunque la ley diga lo contrario) y se destruyen los ecosistemas que hacen posible la reproducción y el mantenimiento del ciclo hídrico.

Frente a este panorama es clave abrir espacios de diálogo social, tanto a nivel internacional como local, para crear conciencia sobre las principales amenazas que acechan este bien común y pensar en alternativas para afrontarlas.

Ilustración: Cristian Olmos Herrera

Día Mundial del Agua: propuesta de un pacto transformador

La conmemoración del Día Internacional del Agua, el 22 de marzo, en un momento considerado de ‘crisis global’ respecto a este líquido vital, constituye un escenario clave para promover una conversación sobre el estado actual de las fuentes hídricas y las estrategias para cuidarlas.

Por ello, este año la ONU realizará en Nueva York la Conferencia sobre el Agua donde se reunirán diversos representantes de Estados, organizaciones de la sociedad civil y la academia.

En el marco de la conferencia, el gobierno de Colombia, en alianza con las ONGs Both Ends y Aida y la Universidad para la Educación del Agua de la Unesco, realizará el evento “Hacia una gobernanza justa del agua en Colombia: Un diálogo sobre el Pacto Transformador del Agua“. 

‘El Pacto Transformador del Agua’ propone unos principios clave y un marco de acción para orientar la gestión y gobernanza del agua hacia el reconocimiento de su labor esencial para el florecimiento de la vida en todas sus manifestaciones y las prácticas culturales y espirituales de diversas comunidades, especialmente indígenas y campesinas. 

Este documento busca, entre otros, cuestionar la visión mercantilista del agua – a partir de la cual se ve simplemente como un recurso para transportar, desechar, y producir energía- y proponer estrategias concretas para avanzar hacia su entendimiento y cuidado como un bien común.

El texto final fue resultado del trabajo conjunto y el diálogo entre organizaciones internacionales y locales, que reconociendo las asimetrías de poder y las responsabilidades diferenciadas de los países industrializados y las empresas multinacionales, acordaron un marco de acción común. Quienes deseen conocer más y sumarse a este pacto, pueden hacerlo a través de la página web de la iniciativa.

Ilustración: Cristian Olmos Herrera

Respuestas locales a crisis globales

Entre los colectivos ciudadanos colombianos que participaron en la elaboración del “Pacto Transformador del Agua’ están la “Alianza Abrazo por el Río La Miel” y el “Movimiento Socio Ambiental Kumanday- MSAK“.

Mientras el primero articula acciones para la defensa del río La Miel frente a propuestas extractivas, principalmente de producción hidroeléctrica, el segundo integra una red de iniciativas sociales, comunitarias, académicas, culturales, artísticas, ecologistas, poéticas, populares, comunitarias/barriales, neoancestrales y agroecológicas, que trabajan para incidir en los distintos conflictos socio-ambientales en el territorio de vida Los Nevados.

Específicamente, en el marco de la Conferencia del Agua, el MSAK presentará un “Mandato por el Agua, la Vida y el Territorio” por medio del cual se declara un estado de emergencia climática como resultado de las altas presiones económicas sobre el territorio Kumanday.

Monocultivos, deforestación, contaminación, megaminería, turismo masivo y extranjerización de la tierra son las principales problemáticas que ponen en riesgo la conservación de los páramos y otros ecosistemas estratégicos para el agua, la biodiversidad y la cultura, según el mandato.

Somos páramo

En la conversación sobre el agua en Colombia los páramos son de vital importancia, no solo para quienes los habitan – 76.218 personas según cifras del Dane – sino para toda la población: el 70% del agua del país proviene y es regulada por los páramos y 16 de las grandes ciudades del país se benefician de su agua.

Además, estos ecosistemas son hogar de miles de especies animales y vegetales, muchas de ellas endémicas, es decir, que son de allí y no pueden encontrarse en ningún otro lugar del planeta. Específicamente, el páramo es hogar de especies únicas como el oso andino y se han registrado un poco más de 4000 especies de plantas vasculares de las cuales el 31 % se han identificado como endémicas, según información recopilada por el Instituto Humboldt.

La importancia de los páramos para el agua y vida en el país contrasta con la poca conciencia sobre la necesidad de tomar acciones para protegerlos. Las dinámicas globales de producción y consumo y el cambio climático amenazan su conservación, poniendo en evidencia la necesidad de un cambio en nuestro relacionamiento con los páramos.

Ilustración: Páramos Colombia: biodiversidad y gestión. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.

Soy agua, soy páramo

Aunque reforzar la medidas institucionales de conservación y limitar prácticas extractivas son pasos importantes. Estos deben ir acompañados de un cambio de consciencia individual y colectiva cuando se toman decisiones de consumo.

¿Quién cultiva el aguacate que como? ¿Dónde nace el agua que llega a mi casa? ¿Dónde y cómo se genera la energía que utilizo? ¿Dónde come pasto el ganado que consumo? ¿Quién se beneficia y perjudica con la fabricación de los productos que compro?

La invitación en este Día Mundial del Agua es pensar en las respuestas a esas preguntas para entender la relación directa entre el cuidado del páramo y el agua y nuestras decisiones diarias. La conservación del páramo no debería ser una tarea que competa solo a poblaciones rurales o grupos ambientalistas, sino una práctica en nuestro día a día.

Además, plantear estos cuestionamientos también es un primer paso para identificar quienes tienen mayor responsabilidad en la actual crisis hídrica, y tomar medidas para demandar que transformen sus prácticas de apropiación y contaminación del agua. Por ello, escenarios como la Conferencia del Agua, donde convergen y conversan diversos actores locales e internacionales con responsabilidades diferenciadas, son clave.

Sin embargo, para evitar que esta resulte siendo un escenario institucional con poco poder trasformador, es clave continuar tejiendo la conversación a nivel local y personal: que la conversación no se quede en Nueva York sino que sea una invitada a nuestra mesa cada vez qué decidimos cómo comer.

Este artículo se publica en el marco de las actividades del proyecto Riverhood.

Ilustración: Cristian Olmos Herrera

Investigadora de doctorado en la Universidad de Wageningen - proyecto Riverhood. Abogada de la Universidad de Caldas con Especialización en Derecho Ambiental de la Universidad del Rosario y Maestría en Políticas Públicas del International Institute of Social Studies de la Universidad Erasmus de Rotterdam....