Petro venció la abstención en el Caribe a punta de transporte

Es un asunto que los políticos tradicionales llevan años entendiendo: en algunas zonas del país, facilitar el transporte es fundamental para que los votantes efectivamente lleguen a las urnas. Ya sea porque viven en lugares muy apartados, porque no tienen recursos para movilizarse o porque, simplemente, se les volvió costumbre. En las maquinarias le llaman “la logística” del Día D, y aparte de poner vehículo incluye casi siempre entregar un refrigerio.

La falta a veces de esa logística es una de las razones que ayuda a entender, por ejemplo, por qué históricamente las elecciones nacionales registran menos participación que las locales, en las que las campañas conocen de cerca a sus electores y procuran siempre garantizarles el desplazamiento.

Este año de unas presidenciales que rompieron el molde en muchos sentidos —incluyendo récord de participación en la segunda vuelta—, la campaña ganadora de Gustavo Petro venció la abstención en el Caribe, la región que más votos sumó a su triunfo, justamente a punta de poner transporte.

Fue una estrategia de las directivas nacionales, en el camino por conseguir casi tres millones de votos más que en la primera vuelta, necesarios por las posibilidades matemáticas que tenía su contendor Rodolfo Hernández.

El domingo de elecciones, ésta se pudo ver en terreno concretada en una mezcla de voluntarios convocados por la campaña, que informalmente aportaron vehículos o recursos como gasolina; espontáneos que movilizaban gente sin hacer parte de la organización; y las maquinarias que activaron parcialmente algunos grupos cuestionados que el petrismo subió a su bus en la curva final de la contienda.

Con ello, de nuevo se ratificó el carácter inédito de unos comicios presidenciales, que por el comportamiento que tuvieron respecto a la participación en esa jornada “se asemejaron más a una elección local”, como nos lo señaló el investigador de la MOE, Diego Alejandro Rubiano.

Los números

El Caribe fue definitivo para que ganara Petro. Sumados, sus ocho departamentos le pusieron el domingo poco menos de 700 mil votos adicionales a los de la primera vuelta. Más que cualquier otra región. Y le dieron una ventaja de un millón de apoyos largos frente a Rodolfo Hernández.

Ese último número contrasta con el casi empate que se registró allí mismo hace cuatro años, cuando el Caribe se dividió electoralmente como una torta en partes iguales y las mismas dos visiones de país, enfrentadas entonces en cabeza del mismo Petro y del hoy presidente saliente Iván Duque, quedaron apenas a unos nueve mil votos de diferencia. 

Esta vez, los caribeños salieron a votar. Y salieron a votar por Petro. Cinco de sus departamentos (Atlántico, La Guajira, Córdoba, Sucre y Bolívar) crecieron en participación entre primera y segunda vuelta entre seis y ocho puntos porcentuales, muy por encima del histórico aumento nacional, que pasó en esos dos momentos de 54,91 por ciento a 58,09 por ciento, una cifra que no se veía en Colombia desde el año 74. 

En esos mismos lugares, el porcentaje de respaldos al nuevo mandatario subió entre nueve y 12 puntos, con destacable mención para el poderoso Atlántico que le puso nada menos que casi 700 mil de los dos millones y medio de votos pasados que alcanzó el 19 de junio.

El fervor

Más allá de los números, están los rostros del fervor petrista que se manifestaron el domingo, con su voto y el aporte a la movilidad.

Entre ellas, destacan coloridas, por ejemplo, las de los reyes momo del Carnaval de Barranquilla —la capital del Caribe que más puntos porcentuales aumentó en votación para Petro y que puso casi la mitad de la diferencia de votos que sacó ese candidato entre primera y segunda vuelta en toda la región—, que están unidos en una fundación y el domingo pusieron a disposición de la campaña petrista vehículos particulares suyos y de allegados para movilizar votantes de Petro.

Lo hicieron en reacción a la convocatoria local que hizo el Pacto Histórico de dar “un chance por el cambio”, a quien necesitara ayuda para llegar a su puesto de votación.

Horas antes de la apertura de urnas, la campaña difundió entre sus grupos internos y por redes al menos 10 números de celular con la invitación a comunicarse si alguien tenía “dificultad para ir a votar”. Call center de movilidad electoral, lo llamaron en uno de los mensajes. El “TransPetro”, en otro.

Orlando de la Hoz Bernal, líder del Pacto Histórico en Barranquilla con un movimiento llamado Juntos llegamos, nos explicó que, de esa manera, pudieron ir centralizando nombres y direcciones de electores, que luego eran entregados a los voluntarios que llegaban a las sedes petristas a ofrecer el transporte.

“Organizamos mucho transporte espontáneo y también pagamos algunos carros. Había voluntarios sin carro, que simplemente llegaban a aportar para hacer vaca para alquilar más vehículos, poner gasolina o comprar comida. Yo, por ejemplo, compré de mi bolsillo 350 mil pesos en galletas de esas punto rojo (famosas en las tiendas de Barranquilla), para que la gente tuviera alguito para ir comiendo por el camino. Mira, eso fue espectacular. Aquí, a mi sede petrista en el barrio Boston, llegaban carros hasta de alta gama. Cuando los mandaba a alguna dirección del sur a buscar un votante, me entraba como una preocupación de que pasara algo, pero todo salió bien. Esta fue una idea que tomaron a nivel nacional, aunque en Bogotá no se necesita hacer mucho”, detalló la fuente.

A través del movimiento de De la Hoz fue que, precisamente, se vincularon los reyes momo que, además de transporte, a mediodía contribuyeron con una mondongada para almorzar y al final de la jornada, apenas se conocieron los resultados, armaron caravana carnavalera por algunas calles de la ciudad.

Una foto parecida de fervor y solidaridad, mayormente activados por la campaña, se pudo ver en otras ciudades como Santa Marta, Cartagena, Sincelejo, y por pueblos de Sucre y Córdoba, en lo que pudimos confirmar con fuentes directas que están en terreno.

En Cartagena, en cabeza de la representante palenquera del Pacto, Chá Dorina Hernández, se creó un sistema de padrinazgo por zonas electorales, en el que cada padrino encargado era un miembro de la campaña que debía crear un grupo de whatsapp con los voluntarios del transporte de su zona, para así facilitar el despacho y las rutas de los vehículos.

En subregiones como La Mojana sucreña, que actualmente está inundada, el voluntariado se tradujo en canoas de remo y caballos disponibles para que los electores petristas pudieran cruzar arroyos y charcos, según nos contó el periodista local Anderson Durán. Él aclaró que, en cualquier caso, también se vio allí operación de transporte organizado para la campaña de Rodolfo Hernández, que fue la que, de hecho, ganó en esa zona.

En Sahagún, Córdoba —en donde las fuerzas alternativas que acompañaron a Petro lograron poner 22 mil votos en primera vuelta— varios mototaxistas donaron horas del trabajo con el que se ganan lo del día para transportar gente de sectores apartados o adultos mayores, que habían comunicado a los líderes de la campaña su interés de votar por Petro.

Pero, en la complejidad y pragmatismo que tuvo como sellos la campaña Petro, la movida para ganarle a la abstención también tiene otra cara por contar: la cara de las maquinarias que el domingo se encendieron y pusieron su parte.

Las maquinarias

Las maquinarias se activaron parcialmente. En ningún caso se vio al líder del grupo en cuestión liderando públicamente la movida ni el aparato logístico que suelen exhibir en las elecciones locales o legislativas. Pero sí estuvieron sus alfiles aportando cuota para la movilización de los petristas.

Como lo contamos en el cubrimiento en vivo de la jornada, el grupo de la ex congresista procesada por parapolítica Zulema Jattin instaló en su pueblo, Lorica (Córdoba), comandos informales que controlaban y vigilaban votantes de la campaña Petro.

Ese día, pudimos hacer la foto de este punto en el corregimiento de Tierraltica, en el que allegados a un concejal jattinista llamado Jaime López recibían personas que se acercaban con sus cédulas y las despachaban en mototaxis, a cuyos conductores pagaron 30 mil pesos por el día, según nos dijo uno de ellos.

En el corregimiento de Tierraltica, el grupo de Zulema Jattin despachó en mototaxis electores de Petro.

En el corregimiento Palo de Agua, del mismo municipio, también pudimos ver otros dos comandos de líderes de Jattin, en donde tenían planillas con nombres y salía gente rumbo a los puestos de votación.

Punto del jattinismo en el corregimiento Palo de Agua, controlando movilización de votantes para Petro.

En Soledad, Atlántico, uno de los epicentros de los clanes y de la política tradicional en Colombia, el domingo desde varias sedes petristas estuvieron movilizando votantes en vehículos —algunos pagados por la campaña, otros donados— desde las cinco de la mañana. Mientras, en cercanías a su casa, el concejal del MAIS Jairo Samper despachaba motocarros por su cuenta, también para llevar electores de Petro.

Cuando ese día nos acercamos a preguntarle, Samper nos dijo que el transporte se lo habían mandado de la campaña Petro y que lo hacía porque su partido hace parte del Pacto Histórico y ese era su candidato.

Por esas complejidades de la política menuda, no obstante, pese a tener aval del MAIS Samper llegó al Concejo de Soledad en representación del grupo del condenado ex congresista de La U, Eduardo Pulgar, de quien es uno de sus más reconocidos alfiles.

Jairo Samper (camiseta negra), en el punto desde el cual despachaba motocarros para votantes de Petro el domingo.

Esta semana, también pudimos confirmar que el domingo en Sahagún se movió el grupo de Bernardo ‘el Ñoño’ Elías (condenado dentro del escándalo de corrupción de Odebrecht) con transporte para votantes petristas. Lo hizo a través de sus concejales Víctor Restán y José Eliécer Mercado, quienes pusieron la llamada logística en los corregimientos de Ranchería, Morrocoy y El Dividivi.

Así nos lo contó Luis Ramos, uno de los principales líderes de la Ñoñomanía en ese municipio, que no votó por Petro: “Claro que sí, ellos pusieron el transporte en sus corregimientos para la gente que iba por Petro. También te puedo decir que se movió el diputado José Hugo (Restán, de “los ñoños”). Nosotros en el grupo tenemos divididos el trabajo en los 35 corregimientos. Eso es clave porque la parte rural de Sahagún tiene bastante zona escondida, en donde sólo se puede transitar con camperos, o que para pasar toca atravesar fincas o arroyos. Nuestra zona rural es amplia, tiene unos 600 kilómetros, así que usted calcule la importancia de la logística”.

En el vecino Sucre, un líder del pueblo de Betulia llamado Ángel Blanco nos aseguró que gracias al ex senador Mario Fernández (político tradicional ex charista, que también se sumó a la campaña Petro para segunda vuelta) contó con ocho motos y dos carros para llevar a las urnas a electores petristas. “En primera vuelta yo estuve con Petro, pero no tenía transporte, y acá hay mucha gente que si no le pones transporte no sale a votar”, comentó.

Y, por último, en Cartagena, la estrategia de Cha Dorina de tener padrinos con voluntarios por zona, encuentra su otra cara en el apoyo que dio a la campaña el clan del parapolítico William Montes, que, como reveló La Silla, adhirió a Petro por gestión de las puntas de lanza petristas: Roy Barreras y Alfonso Prada.

En grabación y con su nombre, Ronald Fortich, uno de los líderes más reconocidos del grupo de Montes en Bolívar, nos lo confirmó, insistiendo en destacar que no se se trató de una compra de votos: “Nuestro grupo colaboró con el tema del transporte porque hay gente que no tiene para ir a un puesto de votación. El tema de segunda vuelta es más apretado porque ahí se conjuga mucho la logística… Nosotros tenemos nuestro grupo, nuestra gente, e igual que los demás organizamos transporte porque querían votar por Petro, pero nunca hubo constreñimiento”.

¿Quién puso qué al final del recuento? ¿Pesó más el voluntariado y la ilusión o las maquinarias activadas parcialmente, que, en cualquier caso, movilizaron bases que estaban en gran parte ya con Petro? Cualquier respuesta equivaldría a una cuenta alegre.

Pero la sola duda podría entrar a pesar en las relaciones que establezca el nuevo gobierno con el Congreso y en una eventual repartición burocrática. 

Fue periodista de historias de Bogotá, editora de La Silla Caribe, editora general, editora de investigaciones y editora de crónicas. Es cartagenera y una apasionada del oficio, especialmente de la crónica y las historias sobre el poder regional. He pasado por medios como El Universal, El Tiempo,...