Foto: @alejoeder

En su segunda campaña a la Alcaldía de Cali Alejandro Éder cambió de estrategia radicalmente. Ya no es “el candidato de Fajardo”, como lo fue en 2019, cubierto bajo la bandera de la política independiente y del “no todo vale” que rechaza al establecimiento político tradicional. En estas elecciones se acercó a las maquinarias desde el principio para armar una campaña diseñada bajo el lema de la “viabilidad”.

Hace cuatro años Éder consiguió 130 mil votos y quedó en tercer lugar. Ahora espera potenciar sus votos de opinión independientes con las estructuras de la derecha.

En la campaña pasada el fenómeno de Jorge Iván Ospina sedujo a buena parte de la clase política tradicional. Roberto Ortiz, otro que repite candidatura, también arañó apoyos. Pero en 2023 Éder ya amarró el respaldo los partidos tradicionales que le compiten a la maquinaria más poderosa del departamento: la del partido de La U y Dilian Toro, que aún no se juega abiertamente por ningún candidato.

Éder tiene al partido Conservador, a Cambio Radical e incluso del partido cristiano Colombia Justa Libres. Se trajo dos precandidatas: a Juanita Cataño y Catalina Ortiz, y continúa con el apoyo de las bases fieles de Dignidad y Compromiso, de Fajardo y Jorge Robledo. Incluso, sin ser el candidato oficial del Centro Democrático, varios líderes de ese partido lo ven como la mejor opción.

Los logos de esos partidos tradicionales son interpretados como sellos de advertencia por parte de algunos de sus competidores. Diana Rojas, la candidata que pinta como la alternativa independiente, le ha lanzado pullas. Pero en esta ocasión, Éder se juega por una lectura pragmática de la política en Cali, que sigue siendo una de las grandes ciudades colombianas donde las estructuras políticas tienen un peso clave para ganar. 

La colección de avales de Alejandro Éder

Desde 2019, Éder nunca paró de hacer campaña, pero hace cinco meses arrancó oficialmente con la recolección de firmas por el movimiento Revivir Cali. El pasado 27 de julio no solo se inscribió por ese movimiento, sino también por los partidos Cambio Radical, Conservador, Colombia Renaciente y el Nuevo Liberalismo. Su llegada parte de la premisa de que la situación apremia y que Cali está por encima de cualquier división.

“Aquí el líder y el jefe soy yo. El que impone las formas soy yo y mis formas son: Vamos a cuidar la plata y vamos a trabajar por los ciudadanos. Cabe cualquiera que quiera trabajar para levantar a Cali”, le dijo Éder a La Silla para explicar sus apoyos. “Estos grupos han comenzado a llegar porque ven que soy un candidato viable. Yo no rechazo a nadie, siempre y cuando jueguen dentro de esa cancha”, agregó.

Éder hace parte de una de las familias más tradicionales y poderosas del Valle del Cauca. Es nieto de Harold Éder, fundador del Ingenio Manuelita, lo que le otorga un capital económico y cultural que le ha valido críticas y halagos.

Más allá de los partidos que quedaron en la foto de inscripción, Éder ha recogido apoyos misceláneos que van desde los “compromisarios”, que lo apoyaron en su candidatura pasada, hasta los militantes de iglesias cristianas. Conserva algunos visos alternativos a través de partidos más jóvenes, como el Nuevo Liberalismo, y mantiene el respaldo de lo que queda del fajardismo en Cali.

Mateo Cardona fue el coordinador político de su campaña hace cuatro años y hoy es el presidente del Partido Dignidad y Compromiso en el Valle del Cauca. Es el partido que resultó de la unión entre Dignidad, del exsenador Jorge Robledo, y Compromiso Ciudadano, del excandidato presidencial Sergio Fajardo. Sus militantes quedaron en libertad, pero según Cardona la mayoría de sus bases también van con Éder.

“Conozco a Alejandro, sé de qué está hecho y sé que no ha habido una negociación burocrática o clientelar que implique comprometer recursos públicos, ni contratos para ninguna organización política”, afirmó.

Más a la derecha está Juanita Cataño, líder de Cambio Radical y reconocida por su férrea oposición al presidente Gustavo Petro. Se bajó de su candidatura para apoyar la de Éder, pese a sus diferencias en temas como el proceso de paz con las Farc.

“Ha sido una persona que genera confianza y en democracia no podemos estar de acuerdo en todo. Hay unos propósitos comunes por los cuales las ciudades y los territorios deben unirse”, dijo Cataño sobre su adhesión.

Aunque Éder no es un candidato de derecha a ultranza, su candidatura se ha vuelto un lugar seguro para el electorado más conservador, que no tiene un candidato propio. Su imagen y su historia reflejan los valores de la familia tradicional. Es esposo de la modelo y actriz Taliana Vargas, que ha participado activamente de la campaña, y tiene dos hijas.

“Es una persona decente, sin escándalos de corrupción, una persona madura, un hombre familiar. Es alguien que puede ser responsable y gestionar la ciudad”, expresó Cataño. “Hay un liderazgo social que se ha hecho durante muchos años a partir de las iglesias que también ve a Alejandro con buenos ojos”, afirmó Natalia Lasso, concejal el partido cristiano Colombia Justas Libres, que también respaldó la candidatura.

Éder le ha dado un énfasis especial en su campaña al discurso contra la inseguridad. Eso no novedoso en Cali, la ciudad capital con mayor tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en Colombia y con tiene sus mayores cifras de hurto a personas en los últimos 18 años. Sin embargo, a diferencia de otros candidatos, él cuenta con una hoja de vida que le da peso a sus propuestas.

Hizo estudios universitarios en Estados Unidos en política mundial y filosofía del Hamilton College. Además, tiene una maestría en relaciones internacionales con énfasis resolución de conflictos de la escuela de asuntos Públicos e Internacionales (SIPA) en la Universidad de Columbia en Nueva York. En Colombia ejerció como líder de las políticas de reincorporación de excombatientes durante los gobiernos de Uribe y Santos. Además, hizo parte de las negociaciones de paz con las Farc de Juan Manuel Santos.

Por eso, pese a que defendió el Sí en el plebiscito, líderes del partido Centro Democrático también lo están apoyando. La militancia uribista está repartida en las candidaturas de Roberto Ortiz, el exministro Wilson Ruiz y Éder.

“Lo más probable para mí hoy es que lleguemos donde Alejandro, que es el que eventualmente tiene más chance”, le dijo a La Silla un candidato de alto perfil que aspira al Concejo por el Centro Democrático.

Las sumas y restas de los sellos tradicionales

“A la distancia uno veía el candidato absolutamente alejado a los partidos tradicionales. Colgarse usted el letrero de Cambio Radical y de Partido Conservador es más de lo mismo”, dijo el periodista Julio Sánchez Cristo en su programa matutino. “¿Qué necesidad tenía de clavarse ese tiro en el pie”, remató.

Ha sido una de varias críticas que ha recibido Éder en los últimos días. En El País de Cali y Semana, medios del grupo Gilinski, publicaron una nota en la que califican las recientes adhesiones como “alianzas politiqueras”. “Los votantes desencantados con el continuismo y hastiados de la corrupción y la desigualdad podrían empezar a unirse a su campaña independiente”, se lee en uno de los párrafos, haciendo referencia a la candidatura de Diana Rojas.

Rojas fue concejal del Partido Liberal y fue una de las principales voces opositoras de Jorge Iván Ospina en el Concejo. Ganó notoriedad por sus denuncias contra la corrupción y se lanzó a la Alcaldía por firmas. Por ahora, no tiene coavales y busca consolidar una candidatura que interprete la desconfianza que generan los partidos. “Me entristece mucho que una campaña que en un momento fue independiente haya decidido recibir a muchos de los que hacen politiquería tradicional”, dijo Rojas el jueves en La W cuando le preguntaron al respecto.

Las críticas también vienen desde otros lados de espectro político. Para Deninson Mendoza, candidato del partido Independientes de Daniel Quintero: “Éder representa las élites políticas y económicas de la extrema derecha de Cali. El partido Conservador, el Centro Democrático y Cambio Radical, que son el pasado”. Incluso hay desencanto desde el sector más purista de la derecha: “La politiquería de la ciudad ya está presente en todas las campañas”, dijo el abogado Jaime Arizabaleta, que recientemente se bajó de su candidatura.

Pero, detrás de las críticas mediáticas y electorales, la decisión de Éder de abrir las puertas de su campaña es una muestra de pragmatismo. Lejos de los reflectores de los grandes medios y pese a los discursos políticos que las señalan, las estructuras en Cali todavía tienen un poder difícil de despreciar.

“Hay políticos buenos y hay políticos malos. Alejandro puede rodearse de esa clase política buena que puede ayudar y quiere sacar la ciudad adelante”, le dijo a La Silla el exsenador del Centro Democrático Gabriel Velasco, que cantó su apoyo a Éder. “La Alcaldía de Cali no se gana solo con la opinión pública. Se debe tener una mezcla mayoritaria de voto de opinión y algo de lo que se mueve con estructura política”, añadió.

En esa misma línea opina Juan Pablo Milanese, doctor en Ciencias Políticas y experto en análisis electoral de la Universidad Icesi. Desde su perspectiva Éder “aprendió”: “Cuando se piensa en a Alcaldía de Cali hay que apostarle a un voto espontáneo, pero también al apoyo de fuerzas políticas consolidadas. El voto de ninguno de los dos por sí solo es suficiente”, explicó.

Según el investigador, todavía no hay datos que demuestren cuánto quitan o suman los apoyos tradicionales, y hasta entonces es un “lugar común” esa premisa de que ya los partidos no aportan. Ahora bien, desde el punto de vista ideológico no ve un giro drástico. “Éder siempre estuvo en la centroderecha y los partidos que se le acercaron son de centroderecha o derecha. No creo que haya un cambio significativo en términos del perfil del electorado”, agregó.

En 2019, Éder se mantuvo al margen de los partidos tradicionales, pese a que siempre mantuvo vasos comunicantes con la clase política caleña y la élite económica. Se la jugó a fondo por una candidatura de corte “fajardista”, basada en el voto de opinión y apelando al sentimiento antipolítico. Buscaba montarse en la ola que dejó la candidatura del exalcalde de Medellín, que en 2018 ganó en Cali en la primera vuelta.

“La principal forma para fortalecer la democracia es no caer en la politiquería. Ustedes van a ver mi campaña, llevo 14 meses caminando las calles de Cali. Yo no me puse a negociar con la politiquería de siempre”, dijo Éder hace cuatro años en entrevista con La Silla Vacía. Sin embargo, los resultados le dieron un golpe de realidad. Quedó tercero, con la nada despreciable cifra 133 mil votos, pero lejos de los casi 300 mil que alcanzó Ospina. Por eso, ahora busca respaldos que le arreglen sus cálculos.

“Si vos juntás a los ciudadanos de los cuatro partidos que me coavalaron en las últimas elecciones, estamos hablando de 140.000 personas. ¿Esos caleños no valen, no tienen voz?. No, esos caleños también quieren un cambio”, dijo Éder.

Si bien su campaña sigue abierta a recibir otros apoyos, la lista de partidos está definida. Ante la pregunta de si recibiría el apoyo de Dilian Toro, dice que aceptaría el apoyo de todos los ciudadanos.

Nota del editor: El título original de la nota (En Cali, Éder pasó de ser el candiato del “no todo vale” al vale con todos) fue cambiado el 5 de agosto para reflejar nueva reportería.

Soy el periodista de La Silla Vacía en el Pacífico. Estudié periodismo de la Universidad de Antioquia. Crecí en el periodismo universitario y cofundé el medio de comunicación La Vuelta, enfocado en periodismo para juventudes. Ahora cubro el poder en el Valle del Cauca y la región Pacífica.