El alcalde Jaime Pumarejo, que hace parte del proyecto político de la casa Char, terminará su mandato con una Barranquilla altamente endeudada. Durante su periodo la deuda pública casi que se duplicó, y está en 2.7 billones de pesos.

La situación fiscal de Barranquilla hizo que en 2021 la firma Fitch Ratings le bajara la calificación de riesgo y el Ministerio de Hacienda ha alertado de algunas situaciones de riesgo fiscal. No se trata de una situación crítica, pero sí un modelo que, hacia el futuro, es insostenible y fue acelerado por Pumarejo.

“Lo que las cifras arrojan es que el nuevo gobierno, independiente de quien llegará, va a tener que encarar esos cuellos de botella de las finanzas territoriales”, dice el experto en Economía de la Universidad del Atlántico, Wilson Roca. Es decir, de entrada el próximo alcalde de Barranquilla tendrá mucho menos margen para realizar nuevos megaproyectos.

Para esta historia consultamos a la Alcaldía de Barranquilla desde el miércoles, pero hasta la publicación de esta historia no respondieron las preguntas.

La “prosperidad al debe”

La deuda pública es la que tiene el Distrito con los bancos. Los gobiernos de Pumarejo y Álex Char, su antecesor, se han endeudado para realizar los principales proyectos de infraestructura de sus respectivas administraciones. 

La ejecución de esas obras, y una fuerte y costosa estrategia de publicidad, han contribuido a sostener sus altos índices de popularidad. Son proyectos que se han hecho con un polémico modelo de contratación que concentra en pocos contratistas las obras, como ha detallado La Silla Vacía.

La forma en la que se endeudó Barranquilla es lo que Jairo Parada, economista de la Universidad del Norte, llama desde 2016 “prosperidad al debe”. En ese entonces Char recibió una ciudad con 504 mil millones de pesos de deuda. Pero al final de su mandato, la deuda pasó a 1.5 billones de pesos.

El endeudamiento aumentó con Pumarejo, que sumó otros 1.2 billones y dejará una deuda total de 2.7 billones de pesos al cierre de 2022, según información que la Alcaldía de Barranquilla le suministra al Ministerio de Hacienda anualmente. 

Barranquilla es una ciudad en la que el tema fiscal se discute poco en la opinión pública y los proyectos de endeudamiento se aprueban en el Concejo sin contrapesos. Tampoco hay observatorios académicos que le hagan un seguimiento detallado al tema. Para esta historia La Silla Vacía recopiló información dispersa en entidades públicas y realizó bases de datos para analizar la información. 

Así se endeudó Barranquilla

En 2008, cuando Álex Char llegó por primera vez a la Alcaldía empezó un trabajo de saneamiento a las finanzas del Distrito que estaban en rojo y en ley de quiebras, para ponerse al día con sus acreedores.

En 2017, durante el segundo periodo de Char, el Distrito salió de la ley de quiebras, y desde entonces se ha visto un acelerado proceso de endeudamiento. Es una deuda que, antes con Char y ahora con Pumarejo, ha contado con la venia del Concejo charista en el que prácticamente no existe oposición.

También contaron el apoyo del gobierno de Iván Duque que, el año pasado, dos días antes de finalizar su mandato, dio un aval al Distrito de Barranquilla para que solicitara un crédito de hasta 100 millones de dólares con la banca multilateral. El crédito era para la obra del ecoparque de la ciénaga de Mallorquín, el proyecto bandera de Pumarejo.

Los créditos que ha pedido Pumarejo han estado destinados para proyectos como el de la ciénaga, la pavimentación de calles de los barrios, el mejoramiento de viviendas de interés social y la construcción del mercado Gran Bazar, según consta en proyectos de acuerdo aprobados por el Concejo.

Entre las siete ciudades principales que analizó La Silla, Barranquilla es la que tiene un porcentaje de deuda más alto en relación a su presupuesto. Es del 63 por ciento, muy por encima del 29 por ciento de Bogotá o el 14 por ciento de Cali. 

La deuda acelerada ha hecho que la capacidad de endeudamiento de Barranquilla esté en una situación preocupante. La sostenibilidad, un indicador contable (que divide la deuda entre los ingresos corrientes) con el que se mide la capacidad de endeudamiento, está en 141 por ciento, cuando la ley sugiere que sea inferior al 100 por ciento. 

El Ministerio de Hacienda, en el informe de viabilidad fiscal de 2021, indicó que teniendo en cuenta otros elementos la capacidad de endeudamiento podría ser peor. “Una estimación más realista de la capacidad de pago incrementa el indicador de solvencia al 27% y el de sostenibilidad al 174%”, dice MinHacienda.

Además, esta deuda pública no tiene en cuenta las vigencias futuras comprometidas por el Distrito. La Alcaldía de Barranquilla tiene comprometidos unos 1,4 billones de pesos, que se pagarían con recursos que lleguen a la entidad en los próximos años hasta el 2046. 

Esas vigencias se han venido aprobando desde las alcaldías de Elsa Noguera, Char y Pumarejo. En la administración del alcalde actual, por ejemplo, se aprobó un acuerdo de vigencias futuras que compromete recursos por 354 mil millones de pesos, hasta el año 2046, para el proyecto de “generación y utilización de energías renovables y limpias”.

Un modelo insostenible

Ante el panorama fiscal de Barranquilla, en 2021 la calificadora de riesgo Fitch Ratings bajó la calificación nacional a largo plazo del Distrito de AAA a AA, con perspectiva estable, al identificar que “presenta un deterioro en su posición de liquidez y en el acceso y disponibilidad a líneas de crédito comprometidas”.

Aún en AA es una calificación que denota expectativas de muy bajo riesgo de incumplimiento. No obstante, las otras tres ciudades principales (Bogotá, Medellín y Cali) tienen una calificación de AAA, que es la más alta.

En un informe de la semana pasada, Fitch Ratings ratifica la calificación de Barranquilla e identifica dos aspectos en rango “más débil”: ingresos (solidez) y pasivos y liquidez (flexibilidad).

A su vez, el informe de viabilidad fiscal del Ministerio de Hacienda de 2021 advirtió que en Barranquilla “continúan evidenciándose riesgos en la liquidez de la entidad en especial frente a compromisos con recursos propios”.

“Lo anterior, genera incertidumbre, más aún considerando las inconsistencias de la información en la determinación de los excedentes y faltantes” dice el informe de MinHacienda. El informe se construyó con datos de 2021 y agrega que Barranquilla debería “adoptar mecanismos de control que minimicen cualquier impacto sobre las finanzas territoriales ante la presencia de déficit fiscal, considerando además el alto endeudamiento del sector central y de algunas de sus entidades descentralizadas”.

Otro informe de MinHacienda, de la viabilidad fiscal de la ciudad en 2022, afirma que: “El Distrito contabilizó un déficit fiscal parcial por $288.042 millones. Al tener en cuenta los recursos del balance y el endeudamiento neto, presentó un balance presupuestal también deficitario en $81.723 millones”.

Para el experto en economía de la Universidad del Norte, Jairo Parada, las cifras muestran que “cada vez más la capacidad de recaudo del Distrito está comprometida en endeudamiento y eso significa para el futuro menor capacidad para realizar inversiones con recursos propios”.

Y el investigador de la Universidad del Atlántico, Wilson Roca, dice que “Lo que se vislumbra es que el nuevo gobierno va a tener que sincerar las finanzas gubernamentales”.

Eso implicará un reto político nuevo para el próximo alcalde. Y si es Char, como indican varias encuestas ante su probable candidatura a una tercera alcaldía, tendrá un periodo en el que el modelo de grandes obras se estrellará a una tarjeta de crédito en rojo. 

Soy el periodista que cubre las movidas de poder en el Caribe en La Silla Vacía. Estudié Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Norte. Gané el premio Simón Bolívar a la mejor noticia del 2023 y el premio de periodismo de Economía Creativa de la Deutsche Welle en 2017. También...

Soy la Coordinadora Gráfica de La Silla, donde trabajo con periodistas para contar historias sobre el poder en Colombia de manera gráfica e interactiva. Me encargo de mantener la identidad visual en la página web y en los contenidos que publicamos en redes sociales.