Según afirmó Ecopetrol en un comunicado, después de un “riguroso análisis de candidatos” de una firma cazatalentos internacional (cuyo nombre nunca se reveló), la junta directiva de Ecopetrol nombró como presidente de la petrolera a Ricardo Roa Barragán. Roa era el preferido del presidente Gustavo Petro para dirigir la empresa más grande del país, de la que el Estado es el socio mayoritario.

Roa, de 62 años, es ingeniero mecánico y técnico electromecánico de la Universidad Nacional, especialista en Sistemas Gerenciales de Ingeniería de la Javeriana y aspirante a la maestría en Estudios de Política en la misma universidad. Su experticia está en el sector eléctrico. Tras su nombramiento afirmó que buscará liderar “una transición energética justa y sostenible para todo el país”.

El ingeniero viene de ser el gerente de la campaña presidencial de Petro y fue el presidente de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) puesto por el hoy presidente cuando fue alcalde. Desde el principio era visto como el preferido del presidente para liderar la empresa más importante del país. Al final, llegó tras un proceso que era clave que gozara de credibilidad en el mercado, donde las acciones de Ecopetrol se transan en las bolsas de valores de Colombia y Estados Unidos. De ahí que la empresa hubiera seguido el camino institucional de la firma cazatalentos, que y explicó que Roa fue el escogido entre 60 personas. Según anunció Ecopetrol, el nombramiento se hizo “por consenso”, en una junta donde tiene un fuerte peso el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo.

Sin embargo, el perfil de Roa había generado resistencia dentro de la junta anterior por su falta de experiencia en temas petroleros y por tener una carrera en la que ha escalado a partir de sus alianzas con padrinos políticos de todas las corrientes ideológicas. Además de Petro, Roa ha trabajado con conservadores e incluso rivales del hoy presidente, como el contratista cercano a Álvaro Uribe, William Vélez. 

Una carrera en el sector eléctrico

Roa inició su carrera profesional, en 1998, como director de Andesco, el gremio de las empresas de servicios públicos. En ese cargo tuvo contacto con funcionarios del ministerio, comisiones de regulación y en general el Estado.

Luego tuvo un impulso importante gracias a sus relaciones políticas: en 2003 fue nombrado gerente de comercialización de la Electrificadora de Santander, un fortín burocrático, por el exsenador conservador José Vicente Villamizar, quien era el gerente general.

Luego, en 2007 y en medio de acusaciones a Villamizar de usar la empresa para impulsar la campaña del polémico Didier Tavera a la gobernación, el conservador renunció. Lo reemplazó Roa.

Según le contó a La Silla Vacía una fuente que vivió el proceso directamente, lo impulsó el senador Óscar Reyes, elegido en 2006 por Convergencia (y condenado en 2012 por parapolítica), quien maniobró ante el gobierno Uribe para eso.

En su momento Roa no dio explicaciones sobre estos vínculos.

Más adelante negó cualquier relación con Reyes o cualquier otro político. “Yo no soy cuota ni he tenido nexos con ningún partido político”, dijo a El Espectador. “Aparezco en una foto vieja con él, porque me tomé muchas fotos cuando era gerente comercial de la electrificadora”, le explicó a El Tiempo.

Roa gerenció la electrificadora hasta que, en 2009, EPM compró la mayoría accionaria y lo sacó. El nuevo gerente, Carlos Gómez, lideró un plan para despolitizar la compañia, como le reconocen en Santander.

Tras tres años como gerente de negocios de energía de la Organización Ardila Lülle, que compraba y vendía energía para sus ingenios en el Valle del Cauca, Roa regresó a lo público de la mano de Petro.

Al posesionarse como alcalde de Bogotá, Petro lo nombró presidente de la Transportadora de Gas Internacional (TGI), una empresa dueña de gasoductos que controlaba la Empresa de Energía de Bogotá (EEB).

En 2016, cuando la EEB decidió comprar la totalidad de las acciones de TGI (una decisión por la que la Contraloría General formuló cargos contra Petro en 2017 con argumentos flojos, y que terminó ganando el exalcalde), Petro puso a Roa a manejarla.

Era un cargo de primer nivel, porque la EEB es una de las 40 empresas más grandes del país y la “joya de la corona” del Distrito. Y como para Petro el Estado debe prestar los servicios públicos, era un cargo de relevancia política.

Además, el entonces alcalde buscaba que la EEB impulsara la electrificación del transporte público y que fuera el eje para crear un operador público de Transmilenio.

De hecho, lo primero que anunció Roa como nuevo presidente de la EEB fue que le metería el acelerador a la movilidad eléctrica, algo indispensable para que Petro pudiera crear un operador público que concursara en una licitación para operar las primeras troncales de Transmilenio, pues los buses que estaban andando ya estaban cumpliendo su vida útil.

A pesar de que Roa no pudo cumplir ese cometido, pues Petro ni siquiera logró lanzar la licitación, y de que la junta directiva lo sacó en 2015 , la cercanía con el hoy presidente se mantuvo.

Sobrevivió, incluso, el hecho de que Roa se fue a trabajar con el declarado enemigo de Petro, William Vélez, un contratista muy cercano a Álvaro Uribe y a quien Petro nunca bajó de ‘mafioso’.

El paso de Roa por Honduras

Petro puso su campaña en manos Roa que venía de gerenciar la concesionaria de energía de Honduras de William Vélez, a quien Petro ha señalado, entre otras, de pagar sobornos en Guatemala y de haber sido acusado de testaferro por paramilitares (incluso, indirectamente ha dicho que es parte de “mafias paramilitares”).

De hecho, sacar a Vélez de la concesión de basuras fue una de las obsesiones que motivó a Petro a hacer el controversial revolcón del modelo de basuras en Bogotá.

Desde 2016 la Empresa de Energía Honduras (EHH), que controlaba Vélez, era la encargada de manejar toda la distribución eléctrica de ese país. Pero la concesión fue tan polémica que el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, dijo en 2019 que estaban buscando declarar el incumplimiento.

Vélez estaba cerca de perder el negocio y, para evitarlo, nombró a Roa gerente de EEH. Pero Roa no pudo resolver el problema, pues EEH terminó intervenida por el gobierno hondureño.

Aunque puso demandas por 800 millones de dólares o más, y con el cambio de gobierno en Honduras dijo que podía renegociar el contrato, renunció el 22 de enero para convertirse en el gerente de la campaña de Petro.

Roa enfrenta ahora un proceso en el Consejo Nacional Electoral (CNE) como gerente de la campaña de Petro sobre una supuesta violación a los topes de financiación durante la primera vuelta de las últimas elecciones presidenciales. El CNE también investiga si hubo pagos de la campaña a empresas fantasma.