A través de ríos y quebradas canalizados, por donde debería correr solo agua lluvia y sedimentos producto del arrastre por lluvias, en donde la vida silvestre debería poder encontrar espacio para su supervivencia y los ciudadanos contar con una posibilidad para el disfrute saludable de la naturaleza, la realidad es otra.

Por estos corredores pluviales discurren toneladas de sedimentos producto de vertimientos directos de aguas residuales, basura de todo tipo y es el refugio de habitantes de la calle. Los olores son insoportables, así como la emisión de gas metano producto de la descomposición orgánica.

En el caso de Bogotá esta situación viene empeorando año tras año, la contaminación es cada vez mayor y sigue en aumento, a pesar de existir fallos de las altas cortes que ordenan una solución de fondo para proteger el derecho fundamental a tener un ambiente sano. Fallos como el del Río Bogotá o el del humedal de Córdoba están orientados en este sentido. Sin embargo, las acciones de la Empresa de Acueducto son cosméticas y no llevan a soluciones de fondo. Se gastan miles de millones de pesos en retirar toneladas de lodos contaminados y basuras sólidas a través de contratos que se replican cada año.

Pero no se soluciona la causa del problema ni tampoco se generan acciones preventivas para detener el aumento de la descarga de aguas residuales al sistema hídrico de la ciudad. Ello a pesar de la inversión de miles de millones de pesos en proyectos para corregir vertimientos provenientes de zonas residenciales e industriales. Pero son más los nuevos que aparecen que los corregidos, y el efecto positivo termina siendo cero.

Y hay que sumarle la inacción de la autoridad ambiental, la Secretaria Distrital de Ambiente, que tampoco hace control efectivo sobre los nuevos proyectos de urbanismo para evitar la conexión no consentida de aguas residuales al sistema de aguas lluvias.

Pareciera que mantener la situación así como está es lo que permite la feria de contratos para “limpiar” el agua con pala draga mecánica, volquetas y mucha mano de obra. Un paliativo muy costoso que debe ser repetido para hacerle creer al ciudadano que se esta implementando una solución efectiva.

El vertimiento ilegal de aguas contaminadas en las microcuencas y humedales de Bogotá, las cuales al no estar conducidas por el sistema de alcantarillado, nunca llegarán a la planta de tratamiento de aguas residuales, la Petar Salitre, ni mucho menos a la nueva Petar Canoas, en proceso de construcción.

Este ha sido el compromiso ambiental de esta administración y de las anteriores, así como de las instituciones responsables del manejo hídrico, que por décadas han permitido que este deterioro ambiental siga afectando la salud de la población y la vida silvestre, en un proceso imperceptible y de largo plazo. Y la receta se replica a lo largo de todo el territorio nacional.

Proyecto de retiro de lodos y basura, para “limpiar” el agua. Bogotá canal Molinos.

Ha trabajado por la conservación y protección del humedal de Córdoba desde el año de 1998, realizando diversas acciones, entre ellas la coordinación y seguimiento del proceso jurídico de acción popular interpuesto en el año 2000, cuya Concertación, ha llevado a través de su cumplimiento, a...