El presidente Petro mencionó siete veces un nombre inusual en su balconazo del primero de mayo: José María Melo, el general que luchó en los ejércitos libertadores, y a quien Petro ve como una especie de Ché Guevara del siglo XIX. Una clarísima influencia sobre el presidente que lo considera un reformador del nivel de importancia histórica de Bolívar, Gaitán o López Pumarejo, y que este año logró repatriar sus restos desde México.

Así lo presenta el presidente Petro, como el primer presidente indígena del país:

El general José María Melo, fue el último oficial del ejército Libertador, encabezó la insurrección de los artesanos y fue el primer presidente indígena y progresista de Colombia.

Derrocado por esclavistas, luchó en Nicaragua y fue fusilado defendiendo a Benito Juárez en México https://t.co/253HWzMabv

— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 25, 2020

El episodio de esta semana del podcast Deja Vú, de La Silla Vacía, habla de esta figura histórica de la mano de Carlos Camacho, profesor de historia de la Universidad Externado. Con él se discuten algunos mitos de la biografía de Melo que Petro reproduce sin bases históricas sólidas.

1. No se consideraba un indígena

Cuando se ven imágenes de Melo, se trata de daguerrotipos, es decir, ya hay fotografía para esa época, y no son interpretaciones pictóricas. Ante esas imágenes la primera reacción que se tiene es que es una persona con una cara bastante americana, que parece indígena; que tiene ancestros americanos. Pero de ahí a decir que Melo se reconocía o se reivindicaba como un indígena hay un trecho muy largo.

Un análisis genealógico muestra que Melo nació en lo que hoy es el Tolima, pero sus ancestros vienen de lo que hoy es el Valle del Cauca, específicamente de Ugay, de Cartago, de familias que eran tenidas por criollas. Nada de eso no quiere decir que él se identificara como indígena. Queda la pregunta sobre si en su época él era visto como indígena. Esa es una pregunta que no se puede responder en este momento, pero que tampoco se puede afirmar como un hecho que era indígena.

2. No fue el último oficial del Ejército libertador

No es cierto que haya sido el último oficial de Bolívar, como dice Petro, porque para la época del general Melo, otros oficiales que lucharon junto a Bolívar estaban vivos, como Tomás Cipriano de Mosquera o José Antonio Páez, y ambos le sobrevivieron.

De hecho, de la carrera militar de Melo se sabe muy poco. Existen unos relatos que dicen que luchó en las batallas más importantes de la independencia, que se vinculó al ejército del Libertador Simón Bolívar en 1819, que participó en el Perú en las batallas de Junín y Ayacucho, en 1824, y luego se exilió en Venezuela, viajó por Europa y regresó a la Nueva Granada. También hay otros datos más personales, como que se casó, tuvo hijos, y luego estuvo en el comercio también, pero realmente no existen documentos históricos que atestiguen todos esos giros militares.

3. Melo sí encabezó un golpe, pero no necesariamente progresista

Es conocido que con el apoyo de los artesanos (que era un grupo amplio de comerciantes) el general Melo perpetró, el 17 de abril de 1854, un golpe de Estado militar en Bogotá. Se declaró jefe supremo, asumió el poder con proclama, y dispuso que todos los hombres menores de sesenta años se inscribieran como soldados en el término de veinticuatro horas. El día del golpe, Melo estaba citado en el Senado para dar cuentas de dineros que supuestamente se habían extraviado durante su tiempo en el Ejército.

Los expresidentes liberales y conservadores, Tomas Cipriano de Mosquera, José Hilario López y Pedro Alcántara Herrán suspendieron diferencias, unieron ejércitos, y se juntaron para poner fin a su gobierno el cuatro de diciembre de 1854, a los ocho meses de su mandato, luego de lo cual asumió el cargo el vicepresidente José de Abaldía.

Tomás Cipriano de Mosquera era partidario de fusilar a Melo, pero finalmente fue desterrado. Esto lo llevó a un exilio en Costa Rica, Nicaragua y terminó en México, donde los seguidores del emperador Maximiliano I lo declararon traidor por haberse unido a las fuerzas de Benito Juárez, y lo fusilaron en 1860, razón por la que su cuerpo descansa en México, y Petro buscó repatriarlo.

Para el historiador Carlos Camacho, en lugar de tratarse de una rebelión progresista, la de los artesanos fue todo lo contrario. Se trataba de un movimiento que quería frenar el ritmo vertiginoso de cambios sociales y económicos. El ala de artesanos que apoyaba a Melo era una de comerciantes metidos en política, del lado del Partido Liberal, pero específicamente de la facción moderada, de la facción draconiana, que buscaba proteger la producción nacional y mantener las fuerzas militares.

El contexto previo era que las reformas que habían comenzado con Tomás Cipriano de Mosquera buscaban abrir el comercio, dejar que entraran productos importados mucho más fácilmente, y eso asustaba a los sectores textiles, pues sentían que les llegaba competencia. También había un miedo por parte de los militares, porque una de las medidas que se intentó hacer en los años de las reformas fue la eliminación total del Ejército o una reducción sustancial de este.

4. Melo no alcanzó a apoyar a los artesanos

En la obra del historiador económico Luis Ospina Vázquez, Industria y Protección en Colombia, queda claro que Melo no hace nada por los artesanos en sus ocho meses de gobierno, a pesar de lo que se le ha endilgado de ser un adalid del proteccionismo. Melo no expande su movimiento o su revolución. En el ámbito económico no pudo hacer mucho, y en el constitucional es justo lo contrario del progresismo, pues abandona la Constitución de 1853 (que era ejemplo en ese momento de progresismo) y retoma la del 43, que era todo lo contrario.

Otro punto que ha defendido el presidente Petro es que a Melo lo sacó una oligarquía esclavista, pero según el historiador Carlos Camacho, eso es incorrecto, pues para esa fecha la esclavitud ya había sido abolida (en 1851, por decreto del presidente liberal José Hilario López).

5. La construcción de Melo como líder progresista es del siglo XX

Aunque en su tiempo Melo pareció más como un general golpista que como un líder socialista o progresista, lo cierto es que la suerte de su figura histórica comenzó a cambiar en la segunda mitad del siglo XX. Para el historiador Camacho, especialmente alrededor de 1972 y la publicación del libro de Gustavo Vargas Martínez, que se enfoca en su periplo mexicano.

Yo creo que este libro es muy importante en esta mitología alrededor de Melo, que se va a alejar mucho de lo que nos dicen las fuentes y la investigación rigurosa, y lo va a idealizar y va a hablar de un socialismo o de un proto-socialismo en Colombia a mediados del siglo 19. Vargas Martínez también va a ser parte de la transformación de Bolívar en un ícono de la izquierda. Es un personaje que vivía en México y que le habla al oído a García Márquez cuando está escribiendo El General en su Laberinto.

Es una pieza muy importante en la visión del M19 de la historia de Colombia, al punto que ya Gustavo Petro, cuando era joven, por allá a finales de los 70 y a principios de los 80, ya estaba fascinado con la figura de Melo, al punto que llamó a su cuadrilla guerrillera en Zipaquirá la José María Melo.

El podcast completo en el que se discuten estos mitos sobre la historia del General Melo, lo pueden escuchar aquí:

Algunas lecturas sobre el general Melo

Darío Ortiz Vidales (2002) José María Melo: la razón de un rebelde. Tercera Edición, Editorial Producciones Géminis, Ibagué.

Gustavo Vargas Martínez (1998) José María Melo, los artesanos y el socialismo. Planeta Editorial, Bogotá