Es el hijo mayor de Julio Mario Santo Domingo y Beatriz Dávila, la cara visible de su conglomerado industrial, y el segundo hombre más rico de Colombia (después de Luis Carlos Sarmiento Angulo).

Nació en Nueva York, tiene la doble ciudadanía colombiana y estadounidense, y desde 2016 está vinculado a la nobleza británica pues se casó con Charlotte Wellesley, hija de los duques de Wellington, con quien tiene dos hijos.

En 2011, cuando murió su papá, Alejandro asumió las riendas de los negocios de su familia, un trabajo para el que venía preparándose. Fue el único heredero que se interesó en los negocios, aunque estudió Historia en la Universidad de Harvard. 

Su hermano mayor, Julio Mario II, hijo del primer matrimonio de Julio Mario y quien murió en 2014, se dedicó a la literatura; Andrés, el menor, se dedicó a la música y tiene una disquera en Nueva York.

La preparación de Alejandro arrancó a sus 22 años, cuando empezó en forma trabajando con la banquera barranquillera Violy McCausland Dieppa, quien había hecho carrera en Wall Street con su banca de inversión Violy, Byorum & Partners. Allí trabajó el heredero entre 1999 y 2002.

Después de eso empezó a trabajar en los negocios de la familia. En 2004 participó en su primera negociación de alto turmequé, cuando acompañó a su papá a vender su participación mayoritaria en Avianca al brasilero Germán Efromovich.

Al año siguiente estuvo en el equipo que estructuró la fusión entre Bavaria y la sudafricana SABMiller, una transacción que le dio a la familia Santo Domingo el 13 por ciento de las acciones en una de las empresas de licores más grande del mundo, una industria sobre la que los Santo Domingo fundaron su imperio (en Colombia, Bavaria tenía el monopolio de la cerveza desde hacía más de 30 años).

Once años después repitieron la jugada en la fusión de SABMiller con la belga AB Inbev. En esa ocasión Alejandro no estuvo en los márgenes sino al frente de la negociación, como miembro de la junta directiva de SABMiller y accionista más grande, aunque no mayoritario, de la empresa. Con ese poder se alió con el presidente de la empresa, Jan Du Plessis, para convencer a los demás accionistas de no aceptar las primeras dos ofertas de AB Inbev.

Con eso, lograron que la belga les pagara 44 libras por acción, cuando inicialmente había propuesto menos de 37 e hicieron la que era en ese momento la tercera transacción empresarial más grande de la historia, por 104.000 millones de dólares. Lo que repitieron de la fusión anterior es que negociaron que les pagaran parte de la plata en acciones, con lo que se ahorraron un porcentaje de los impuestos y son socios de la cervecera más grande del mundo.

Para 2019, Alejandro preside la junta directiva de la holding familiar Valorem, de la que dependen sus negocios en medios de comunicación (El Espectador, Cromos, Caracol Televisión y Cine Colombia); logística, con Ditransa; comercio, con las tiendas D1; energético, con Gases del Caribe que distribuye gas natural en Atlántico, Magdalena, Cesar y Bolívar; turismo con la inmobiliaria San Francisco que desarrolla un megahotel con el Four Seasons frente al Centro de Convenciones de Cartagena; y Refocosta, una empresa dedicada a proyectos de reforestación para empresas que necesitan compensar su huella ambiental.

También hace parte de otras juntas del grupo, como las de Caracol Televisión, El Espectador, Cromos y la Fundación Santo Domingo, a las que asiste religiosamente, y cuando no puede viajar se conecta por teleconferencia.

Y está al frente de las inversiones de la familia en la inmobiliaria Terranum, entre otras dueña de la cadena de hoteles Decameron, una zona franca en Gachancipá y parques industriales en Pereira, Funza y Sopó. El grupo tiene acciones en el banco brasilero BTG Pactual, el chileno Corpbanca y la inmobiliaria colonial de España.

Es además director ejecutivo de la otra empresa de inversión de la familia: Quadrant Capital Advisor, con sede en Nueva York, con la que se ha metido en otros negocios. Con ella compró y luego vendió acciones de Diageo una de las principales licoreras del mundo; montó una destiladora de whisky que ganó en 2018 el premio al mejor whisky del mundo y Bacardí quiso comprar, según lo reportó el portal Primera Página.

A través de Quadrant invirtió en Dafiti, empresa brasilera de ventas por internet brasilera, y en la empresa de comercio electrónico Linio.

Y en InQlab, una incubadora de negocios digitales que le ha metido plata a empresas como Pulzo (un portal de información), Fitpal (una especie de Rappi de actividades deportivas), Pinbus (una página web para comprar pasajes de bus) y Deleyes (una consultora virtual de temas jurídicos).

En línea con su vena licorera, Santo Domingo compró en 2018 el 20 por ciento del viñedo Petrus, uno de los más famosos del planeta por sus vinos Burdeos, Francia, una transacción que se estima en 1,1 millones de euros.

Una fuente que lo conoce nos contó que no microgerencia pues delega lo operativo, pero sí pasan por su escritorio las decisiones estratégicas de las empresas del grupo. Aunque vive en The Hamptons, una de las zonas más exclusivas del estado de Nueva York, viaja a Colombia cada dos meses.

Tiene una relación muy cercana con Carlos Alejandro Pérez Dávila, su primo materno y exbanquero de Goldman Sachs, y quien no solo es su mano derecha en Quadrant sino que fue su mentor. 

“Él continuó con la formación de Alejandro tras la muerte de Julio Mario. Es su verdadero mentor y una llamada suya dentro de la organización es como si fuera de Alejandro”, nos dijo la fuente.

En el grupo tiene como personas de confianza a Juan Pablo Mejía Prado, con quien trabajó en Violy, Byorum & Partners, es vicepresidente de Quadrant, y se encarga de analizar inversiones en América; y a Gonzalo Córdoba Mallarino, el hombre que convenció a su papá de meterse en el negocio de El Espectador y Caracol Televisión, se encarga de los negocios de medios y es su enlace con el Gobierno en Colombia.

El abogado rosarista Alberto Preciado Arbeláez, quien está en las juntas de Bavaria y de Caracol Televisión, es su hombre de confianza en temas legales, y en lo financiero lo es Juan Carlos García Cañizares, un ingeniero industrial de la Universidad Javeriana que trabajó cuatro años (entre 2001 y 2005) como jefe de planeación en Bavaria.

Su círculo de confianza lo completa Carlos Arturo Londoño, el presidente de Valorem. 

Según la revista Forbes, para 2019 su fortuna personal ascendía a los 4.300 millones de dólares, la número 645 del mundo.

Como todos los multimillonarios modernos está muy metido en temas de filantropía. Además de presidir la junta de la Fundación Santo Domingo, está en la junta del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, y en la de la fundación Pies Descalzos de la cantante Shakira. Desde 2015 ocupó el cargo de vicepresidente del Consejo Directivo de la Wildlife Conservation Society y este año fue nombrado presidente.

No se ha involucrado directamente en política electoral en Colombia aunque a través de Bavaria ha financiado campañas electorales y Valorem fue uno de los principales aportantes a la campaña de reelección de Santos a través de los partidos políticos y aportante a la candidatura a la alcaldía de Bogotá de Carlos Fernando Galán.