Sobre la plaza de la Alpujarra, en Medellín, una larga fila de personas estaba apiñada para ingresar al Concejo municipal para el debate, uno más, sobre la venta de las acciones de EPM en Tigo-Une. El ambiente lo calentaban los mensajes cruzados entre los detractores de la venta y los entusiastas de la Alcaldía. “Para entrar hay que ser contratista de Quintero”, decía uno.

También lo hacía la avalancha de trinos del alcalde Daniel Quintero cargando contra concejales, empresarios y rivales políticos por la anunciada quinta derrota consecutiva en su intento por activar la venta de Tigo-Une, un activo público valorado en 2,8 billones de pesos.

En el recinto del Concejo las barras estaban divididas entre los opositores de la venta y quienes la apoyaban. La diversidad de las barras de la oposición era notable: sindicalistas de EPM, representantes de veedurías ciudadanas, promotores de la revocatoria y hasta activistas de derecha como Emilio Arboleda, conocido por destruir una bandera Lgbti en Medellín.

Del otro lado, las barras de la Alcaldía no lucían ni banderas ni entusiasmo, resignadas al resultado previsto y que se dio después de casi seis horas de debate: una votación 10-9 en contra de la apelación que presentó Quintero para revivir la venta de Tigo-Une.

La jugada del uribismo

El debate empezó pasadas las 4pm y lo inauguró una jugada del Centro Demorático para recusar al concejal oficialista Lucas Cañas, presidente de la corporación, y quien hace parte del grupo político del poderoso senador godo y petrista Carlos Trujillo, aliado de Quintero en Antioquia.

El concejal Julio Gónzález, del Centro Democrático, encabezó la jugada para sacar del debate a Cañas y asestar otro golpe a la frágil bancada de Quintero en el Concejo.

Según González, Cañas estaba impedido para votar porque su padre, el excongresista conservador Gerardo de Jesús Cañas, es el principal accionista de Grupo Global de Energía SAS, una empresa del sector energético. Para González esa compañía podría verse beneficiada por la entrada de la plata de Tigo-Une al plan de inversiones de EPM.

González, vicepresidente primero del Concejo, tomó el control de la mesa directiva y quiso acelerar la votación para recusar a Cañas, lo que provocó la primera gran pelea del debate. El concejal oficialista Jaime Cuartas, que tiene cuotas en la Alcaldía de Quintero, empezó a gritarle a González y golpeó el atril de la mesa directiva, provocando un estallido en las barras.

Cañas se defendió diciendo que Global Energía es un actor muy pequeño en el sector. También atacó al concejal uribista Luis Alfredo Ramos Maya por su padre, el exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos, condenado por sus vínculos con el paramilitarismo, y quien estuvo al frente de los primeros contratos de Hidroituango. Finalmente, Cañas dijo que la relación con su padre estaba “rota” y que desde hace dos años no se hablaban. “De repente estamos en Caso Cerrado”, dijo alguien entre risas.

Dos horas duró este cruce de acusaciones personales que sacó finalmente a Cañas del debate y confirmó la anunciada derrota de la venta de Tigo-Une impulsada por Quintero. 

Quintero y la política tuitera

En uno de los extremos del recinto y desentendido de la recusación, el concejal verde Daniel Duque estaba concentrado en su celular. Le respondía a los trinos que en su contra publicaron Quintero y su esposa, Diana Osorio, la poderosa primera dama que influye en la contratación del municipio.

Quintero y Osorio acusaban a Duque y a los demás concejales opositores de “regalarle” 3 billones de pesos de Tigo-Une a los privados. Una narrativa que ha explotado Quintero argumentando que los tiempos son muy cortos para activar la cláusula que le permite a EPM vender su participación del 50% en Tigo-Une, y que vence en agosto del 2024. “Ya entrados en gastos, los concejales del CD y Daniel Duque deberían entregar UNE el 24 de diciembre con moño y todo”, trinó Osorio durante el debate.

Durante la semana, Quintero aprovechó el tema de Tigo- Une para señalar a nuevos enemigos provenientes de sectores a los que ya ha atacado, como el alto empresariado antioqueño y el grupo político del gobernador Aníbal Gavira.

El lunes lanzó la teoría de que Esteban Iriarte, miembro independiente de la Junta Directiva de Sura Asset Management, es uno de los responsables de frenar la venta de Tigo-Une. Esto porque Iriarte es también el vicepresidente de operaciones de Millicom, la compañía socia de EPM en Tigo-Une.

El martes atacó al expresidente de UNE, Marc Eichmann, quien fue elegido en 2012 impulsado por el entonces alcalde Aníbal Gaviria. Citó un tuit en el que Eichmann le sugiere a Daniel Duque que rompan el quórum del Concejo. Esto para impedir una jugada de la bancada quinterista, que aprovechó la ausencia del concejal Luis Carlos Hernández, opositor a la venta, para meter por sorpresa en el orden del día la apelación impulsada por Quintero y aprobarla por mayoría simple. 

El queso y los ratones

El plato fuerte del debate fueron las intervenciones de los concejales y el show lo dio Sebastián López, del Centro Democrático.

Durante su intervención, López hizo proyectar una imagen de Daniel Quintero con un pedazo de queso en un atril de la plenaria del Concejo. La imagen correspondía al 2019, antes de que Quintero fuera alcalde. En ese momento Quintero llegó con un discurso para denunciar los errores que llevaron a la crisis de Hidroituango y criticar operaciones de EPM como la venta de ISA.

Proyectada la imagen, López dijo que ese queso gigante era el presupuesto de Medellín. Luego sacó de un sobre de manila un trozo pequeño de queso y empezó a atacar a Quintero. “Mire lo que le entregaron y mire lo que hay hoy. ¡Se lo comió!, ¡se lo comió!”, dijo López en medio de los aplausos de las barras.

El show de López fue contestado por el concejal oficialista Carlos Romero, quien le recordó a la bancada del Centro Democrático que unas semanas atrás había un acuerdo entre la Alcaldía y los uribistas para sacar adelante la venta de Tigo-Une. “Hoy estamos aquí porque los del Centro Democrático dijeron que iban a apoyar el proyecto. Cada punto, cada tilde, cada coma, fueron redactadas por ellos”, le dijo Romero a La Silla.

El acuerdo frustrado con el uribismo

El acuerdo entre Quintero y el Centro Democrático tuvo su origen en una reunión del expresidente Uribe con la bancada al Concejo. Fue el 26 de agosto. Días después, Uribe publicó un documento en el que respaldó la necesidad de vender las acciones de Tigo-Une. Y planteó una serie de medidas para superar la desconfianza frente a Quintero, que ha sido el centro de las objeciones del uribismo.

Ese espaldarazo de Uribe allanó el camino para una tregua entre Quintero y el Centro Democrático de cara a la venta de las acciones de la compañía.

La tregua se materializó en el proyecto de acuerdo que se hundió ayer. En el artículo 2 estaban cinco de las condiciones exigidas por el uribismo, como el que la plata se invirtiera en un único proyecto estratégico de EPM.

Sin embargo, los problemas empezaron muy pronto.

El proyecto de acuerdo presentado por la Alcaldía incluía un artículo, el sexto, que hablaba de destinar los recursos al “plan de inversiones” de EPM, algo que los uribistas interpretaron como un mico para destinar la plata a cualquier proyecto según el criterio de Quintero. “Un plan de inversiones puede ser la reparación de las tuberías del acueducto. Eso desnaturalizó las condiciones exigidas. Y esa fue la primera trampa”, le dijo a La Silla el concejal Julio González.

Los ponentes del proyecto llegaron a un acuerdo y eliminaron el artículo. Pero la desconfianza ya estaba sembrada.

La estocada final llegó con un comunicado de la Alcaldía publicado el 26 de septiembre. En este se afirmaba que los recursos podrían ser utilizados en proyectos como “intervención de quebradas”, “mejoramiento de la malla vial” y “alimentación para la primera infancia”.

Todo esto a un año de las elecciones locales del 2023, donde Quintero e Independientes buscarán revalidar la Alcaldía, pelear la Gobernación y expandirse por fuera de Antioquia. “Daniel Quintero cambió cinco o seis veces en las últimas semanas la supuesta destinación de los recursos. Era evidente que Quintero quería dar al traste con el proyecto y seguir con la narrativa política”, le dijo a La Silla el concejal Luis Alfredo Ramos Maya.

La frágil tregua entre Quintero y el Centro Democrático terminó de estallar con la denuncia, sin pruebas, del concejal Sebastián López en la que asegura que tres empleados de EPM le hablaron de un plan para que la compañía le hiciera una transferencia extraordinaria de un billón de pesos al municipio, que serían utilizados para obtener réditos políticos de cara a la campaña de Independientes del próximo año.

Sobre las 9:30 pm se abrió finalmente la votación y el proyecto para activar la venta de Tigo-Une quedó, de nuevo, sepultado.

En la mañana, a primera hora, el alcalde Daniel Quintero trinó que “Tigo-Une debe ser nacionalizado”, una nueva salida que genera polémica sobre un tema vital para la ciudad con el que ha fracasado múltiples veces. 

Cubro al gobierno del presidente Gustavo Petro en La Silla Vacía. Estudié Periodismo en la Universidad de Antioquia.