La verdadera voluntad de paz de los grupos armados frente a la oferta de paz total ha quedado en duda. Crédito: Santiago Rodríguez Álvarez.

En menos de una semana las principales mesas de negociación de la paz total del presidente Gustavo Petro entraron en crisis: la del Ejército de Liberación Nacional (ELN) por secuestrar y demorarse en liberar al papá del futbolista Lucho Díaz, y la del Estado Mayor Central (EMC) de las Farc por suspender unilateralmente los diálogos luego de las tensiones alrededor de El Plateado, en El Cauca. Ambos episodios dejaron en evidencia estas tres fallas estructurales en el manejo de la paz del Gobierno:  

– La falta de líneas rojas claras en las negociaciones

En octubre del año pasado, cuando Danilo Rueda se reunió con el comandante del ELN, Antonio García, en Caracas, para anunciar que el proceso con esa guerrilla se iba a reanudar, planteó que esta sería una negociación sin líneas rojas. Esa premisa de la paz total es lo que reventó con el secuestro del padre del Luis Díaz y que ha llevado al gobierno a plantear su primera línea roja en la negociación con esa guerrilla: parar del todo la práctica del secuestro. 

Hoy, después de la liberación de Luis Manuel Díaz, la delegación del gobierno publicó un comunicado donde reconoce la crisis en la que se ha sumido el diálogo por el tema del secuestro: “Nuestra delegación exige desde ya y exigirá en la próxima reunión (…) que cada una de las personas que esta organización tiene en cautiverio sea liberada”.

A pesar de que el comisionado Rueda siempre ha dicho que ha pedido la liberación de los secuestrados, no había hecho pronunciamientos contundentes como el de hoy frente a la postura de “Pablo Beltrán”, que dijo que dejar de secuestrar no se había acordado en el cese al fuego bilateral.

A pesar de la negativa a parar el secuestro, se realizó un nuevo ciclo de diálogos con esa guerrilla y el proceso de participación de la sociedad en la negociación continuó, sin hacer de esto una línea roja. 

“Es la oportunidad para que el gobierno siente un precedente claro, de que esto no va a ser todo lo que ustedes exijan. Es decir, establecer unos límites que permitan también fortalecer su posición. Que creo que hasta ahora ha sido más de dar concesiones”, le dijo a La Silla Andrés Cajiao, investigador y director del observatorio del conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP)

La falta de límites también ha quedado claro en las reacciones del EMC frente a la crisis del proceso. En una publicación en su cuenta de X, esa disidencia de las Farc le dijo al senador Ariel Ávila que no mintiera, que “no hay líneas rojas en la mesa de diálogos”. Esto en respuesta a la posición del senador que argumentaba que la desmilitarización de zonas como el Cañón del Micay trazaban un límite que no se podía cruzar en esa negociación.

Una fuente cercana a la delegación del gobierno en el proceso con el EMC le dijo a La Silla bajo la condición de no ser citada, que durante esta crisis el equipo se ha reunido para redefinir las posturas en los diálogos con esa disidencia de las Farc y que una de ellas es el respeto del decreto presidencial de cese al fuego, que implica que ese grupo armado no haga presencia en cascos urbanos: es decir, que la disidencia debería  abandonar El Plateado. 

Si el EMC está dispuesto a volver a la mesa deberá ceder esa posición para mostrar hasta dónde llega la verdadera voluntad de paz en ese proceso. Algo que no le resultará fácil a esta disidencia porque es un punto de honor para ese grupo armado y una posición estratégica en un región cocalera. 

– La desarticulación entre el MinDefensa y el Alto Comisionado para la Paz

El martes durante el debate de control político al que fue citado en la Cámara de Representantes para responder por la crisis de la paz total, Danilo Rueda fue duramente cuestionado por la desarticulación al interior del gobierno.

“No es cierto que haya articulación, yo no la veo”, le dijo, por ejemplo, el representante liberal y de la coalición de gobierno, Germán Rozzo, uno de los miembros de la Comisión de Derechos Humanos. “Lo primero que tenemos que hacer es organizar la casa”.

Las críticas se enfocaron en lo sucedido el pasado fin de semana en El Plateado, Cauca, donde se originó la crisis en el proceso con el EMC. Una crisis causada por la falta de articulación al interior del gobierno.

En la mesa de diálogos con el EMC, la delegación del gobierno firmó un acuerdo confidencial con la guerrilla que establecía que el EMC se retiraría de ese corregimiento para que los militares pudieran entrar a El Plateado el día de elecciones y vigilar la jornada electoral, pero que estos debían abandonar esa posición a más tardar el miércoles 1 de noviembre.  Así se lo corroboraron a La Silla dos fuentes que participan en la mesa de diálogo.

Sin embargo, en un comunicado de prensa, las Fuerzas Militares informaron que iban a permanecer en ese corregimiento, que es una posición estratégica para controlar el cañón del Micay, donde se desarrolló la operación militar más grande de este gobierno contra esta disidencia y que se vio frenada abruptamente con la declaración del cese del fuego bilateral. Una fuente militar, cercana al Comando General de las Fuerzas Militares, le dijo a La Silla que no había “ningún trato” con ese grupo armado.

Esto refleja una clara falta de articulación en una situación que ha puesto todo el proceso en crisis, porque quedó claro que no había una visión unificada frente a la permanencia o salida de los militares. Sea porque el acuerdo fue desconocido por la Fuerza Pública y el Ministerio de Defensa o porque el acuerdo fue firmado en la mesa sin haber concertado el acuerdo al interior del gobierno. 

Esa falta de coordinación ya había quedado en evidencia. El viernes 27, dos días antes de elecciones, la mesa de diálogos con el EMC anunció que los voceros de las disidencias y del gobierno iban a participar de la apertura de las elecciones, como se leía en un comunicado firmado por el jefe negociador del gobierno, Camilo González, y el jefe negociador del EMC, Andrey Avendaño. Fue un anuncio que provocó un escándalo mediático y que fue criticado como un error por el ministro Velásquez y desautorizado rápidamente por el mismo presidente Gustavo Petro

“Lo que es grave, así lo nieguen, es una falta de comunicación y de coordinación entre el comisionado y el MinDefensa”, dice el investigador del conflicto armado y profesor de la Universidad del Norte, Luis Fernando Trejos. “Es evidente, y está produciendo gran parte de los problemas que tenemos, especialmente con el EMC, porque pareciera que una cosa es lo que pactan los grupos con Danilo Rueda y otra cosa lo que entiende el ministro”.

“La pregunta es si el presidente sabe de este choque adentro de su gabinete y por qué no ha hecho nada. ¿Qué lado va a tomar? ¿Va a hacer ajustes? ¿Va a sacar al comisionado Danilo Rueda?”, le dijo a La Silla la representante Catherine Juvinao. Como citante del debate de control político a Danilo Rueda, le pidió a este que renunciara el martes pasado.

El comisionado se defendió diciendo que había canales permanentes dentro del gobierno. “La articulación es verdadera y es cierta. Esa articulación pasa por tensiones y dificultades, pero esas tensiones no han impedido empezar a desarrollar el trabajo transversal de nuestro gobierno en territorios de mucha complejidad y conflictividad armada”, dijo,

– El privilegio de acciones tácticas, sobre una visión estratégica

El comisionado Rueda ha privilegiado buscar medidas y acuerdos para aliviar en el corto plazo la violencia en los territorios del conflicto. Esto principalmente a través de ceses del fuego como requisito para avanzar en las mesas de diálogo con los grupos armados para buscar la paz.

Esta visión ha priorizado lo táctico y lo urgente, sobre lo estratégico. Por eso, ante el Congreso este martes, el comisionado Rueda mostró como logros haber establecido canales humanitarios, acuerdos territoriales para humanizar el conflicto, intermediaciones para liberar hasta 150 secuestrados en poder de los grupos armados y misiones de acompañamiento a las comunidades que sufren el conflicto. Pero habló poco del norte estratégico al que apuntan los procesos con estos grupos armados por medio del diálogo. 

Esa falta de norte estratégico se expresa de diferentes maneras. En la negociación con el ELN no aparece en la agenda de negociación la dejación de armas como un asunto indispensable del fin del proceso de paz y tampoco es una preocupación central en el equipo negociador; con el EMC no es claro qué puede ofrecerle el gobierno a los miembros de esa organización que ya firmaron el acuerdo de paz de la Habana y lo traicionaron; sin hablar de la total ausencia de un marco jurídico para ofrecerles a grupos armados no políticos con los que ya hay mesas de diálogo instaladas en Buenaventura, Medellín y Quibdó. 

El gobierno había escogido como carril de los diálogos con los narcos y criminales la vía de una ley de sometimiento a la justicia ordinaria. El gobierno presentó el proyecto en marzo y se hundió en el Congreso el semestre pasado sin haber sido debatido, en medio de dudas sobre el proyecto dentro del mismo gobierno y la oposición frontal del fiscal Francisco Barbosa. El gobierno no ha vuelto a presentar ningún otro proyecto de ley ante las débiles mayorías en el Congreso.

Este privilegio de las medidas tácticas sin un norte estratégico claro ha llevado a otras crisis, como la sucedida a mediados de este año en Buenaventura, cuando la tregua entre Los Shottas y los Espartanos se rompió temporalmente y generó un recrudecimiento de la violencia en el puerto. La razón es que facciones de esos grupos empezaron a disputar el control de las rentas ilícitas ante la falta de una oferta clara de sometimiento o de beneficios jurídicos para entrar a la paz total. 

Ese enfoque también ha mostrado contradicciones en los hechos de la última crisis de la paz total. “El EMC ha resuelto no asistir a la mesa de negociación sin romper la tregua. Eso no es posible. El cese al fuego solo es posible si avanza la negociación”, señaló el mismo presidente Petro en su cuenta de X, dejando claro que no vale la pena un cese al fuego si no va a conducir a nada. 

“Una visión estratégica implica tener metodologías mucho más claras, mucho más robustas, con alguna secuencia un poco más clara. Porque aquí se ha hablado siempre del cese al fuego como primera medida en los procesos de paz y eso ha implicado un desgaste importante”, dice el investigador de la FIP, Andrés Cajiao. 

El experto en el conflicto Luis Fernando Trejos coincide en que los ceses no se han servido estratégicamente dentro de la negociación y han mostrado ser una medida limitada incluso para traer el alivio humanitario prometido porque estos grupos no suelen atacar al Ejército sino que se enfrentan a otros ilegales en su territorio. 

Por otro lado, para Cajiao es clave entender que todos los procesos están conectados y que es clave tener una visión común. “Mientras no haya realmente una estrategia o una visión global de lo que es la paz total y sigan habiendo como estas islas en cada uno de estos procesos, creo que va a ser muy difícil”, dice el investigador.

También hay un reclamo de definir los procesos. “Usted dice que estamos midiendo voluntades. ¿Qué más necesita para darse cuenta? El presidente se da cuenta primero que usted que ellos no tienen voluntad”, dijo el representante verde y de la coalición de gobierno, Duvalier Sánchez, en medio del debate de control político.

Periodista de la Universidad de Antioquia. En La Silla Vacía empecé contando las movidas políticas de Antioquia como practicante, ahora escribo sobre el conflicto armado, las políticas de seguridad, la justicia transicional y los esfuerzos de paz en el país.