Cuando se cumplen tres años del desarme de las Farc y a propósito de la publicación del libro ‘Lecciones del fin del conflicto en Colombia: dejación de armas y tránsito a la legalidad de las Farc’, de IFIT, entrevistamos a Martín Cruz Vega, quien estuvo detrás de todo el proceso para abandonar las armas. 

Por estas fechas hace tres años, las Farc dejaron las armas, un acontecimiento estudiado y reconocido internacionalmente, que desactivó más de nueve mil fusiles. Al respecto, el Instituto para las Transiciones Integrales (IFIT) de Barcelona publicará el libro ‘Lecciones del fin del conflicto en Colombia: dejación de armas y tránsito a la legalidad de las Farc’, que describe y analiza los principales antecedentes, hitos y resultados del proceso de Dejación de armas y Acreditación de las Farc, destacando aprendizajes, innovaciones y otros elementos de análisis que aportan a la comprensión de este importante paso. 

Como parte de nuestra Sala de Redacción Ciudadana, en la que hacemos historias conjuntamente con organizaciones sociales que tienen información valiosa, a partir del informe de IFIT, La Silla adelantó la siguiente entrevista con Martín Cruz Vega, conocido en la guerra con el seudónimo de “Rubín Morro”, intercalando fragmentos del informe para darle mayor contexto en otro color.

Martín Cruz llegó a ser miembro del Estado Mayor Central de la guerrilla de las FARC. Nació en 1962 en la región histórica de Marquetalia (sur del Tolima), había ingresado a la guerrilla en 1977 y fue unos de los encargados de garantizar la dejación de armas de esta guerrilla en el proceso de paz.  Ahora es el jefe de comunicaciones de las Farc y ha escrito varios libros sobre su experiencia en la guerrilla.

 

La Silla Vacía:Usted participó en La Habana en la subcomisión sobre el cese al fuego. ¿Qué rescata de ese trabajo con los militares?

Martin Cruz Vega: Me pareció muy importante y decisivo en la fundamentación del Cese del Fuego, Hostilidades, Bilateral y Difinitivo y la Dejación de las Armas.

Al comienzo fue complejo porque era el primer contacto entre guerrilleros y militares activos, que nuestro único lenguaje por más de 50 años había sido el lenguaje de la guerra.

El día en que nos encontramos en el Palco de convenciones fue tenso, los que no fumábamos lo hacíamos, camine de un lado a otro, en espera de este encuentro histórico en La Habana.

Recuerdo que un alto oficial del ejército nos dijo ‘Nuesta tarea es lograr la paz una fórmula para el Cese del Fuego y la Dejacion de las Armas de las FARC-EP’. Fue un ejemplo para Colombia y el mundo entre combatientes trabajando por la paz.

A los ocho días ya estábamos contándonos anécdotas. Creo que fuimos los primeros en acercarnos a la reconciliación y la paz. Esto nos mostró que la paz era posible, fue un gran mensaje de humanidad para el mundo.

Dicho en otras palabras, si pudimos sentarnos a construir la paz quienes nos enfrentamos en el campo de batalla, cómo no iba unirse Colombia a este propósito de vida.

Ahora. Hoy, luego de cuatro años, aún conseravamos algunos contactos de oficiales con quienes logramos el Cese del Fuego y la Dejación de las armas.

“…Fue solo en ese espacio cuando entendí que ese proceso iba a terminar bien, cuando vi la insistencia de las Farc por acordar los protocolos para la dejación de armas”.

Dag Nylander, garante Noruego.

L.S.V.: ¿Por qué cree que fue clave que se sentaran los militares en esta comisión?

M.C.V. Creo fue clave porque conocíamos lo que es la guerra. Éramos los primeros beneficiados. Interpretamos el clamor de llegar a un puerto seguro que nos permitiera sentar las bases del conflicto y la construcción de la paz estable y duradera.

“[…] un paso esencial fue la incorporación de militares activos en el proceso de la discusión sobre dejación de las armas, la concentración de la guerrilla en determinadas zonas y la logística de la destrucción de las armas a cargo de la ONU. Eso no había ocurrido antes en la historia de Colombia en materia de sus múltiples negociaciones frustradas. Los militares aportaron el conocimiento del territorio, las reflexiones de carácter estratégico para un Estado de carácter democrático y su trabajo en el detalle a detalle de lo que iba a ser este proceso”.

Humberto de la Calle, jefe negociador del Gobierno.

L.S.V.:¿Qué fue lo que más le sorprendió de trabajar al lado de los militares que había combatido antes?

M.C.V. Al comienzo expectativas, dudas, incertidumbre, recelo de ambas partes. Ellos uniformados y con todas sus escarapelas puestas, altos oficiales orgullosos de su profesión y nosotros de civil, pero con la voluntad de organizar el mandato dado a esta Subcomisión. Y se cumplía lo dicho por Manuel Marulanda: el día que los militares se sienten a la mesa a negociar,ese día habrá paz. Fue un acierto este ejercicio.

L.S.V.:A usted lo mandan a Arauca a hacer pedagogía sobre el fin del conflicto entre la guerrillerada. ¿Cuál era su principal argumento para convencerlos?

M.C.V. El principal argumento fue que la paz era posible. Que los militares estaban por la paz. Aunque habían dudas, se fueron disipando. La duda es que nos mataran desarmados, aparecía como una posibilidad, por el lastre histórico de otros procesos de paz.

“Nosotros como país garante tuvimos más de cien conversaciones con las Farc sobre sus miedos relacionados con el posacuerdo luego de que hubieran dejado las armas. Les decíamos que estuvimos antes, durante y vamos a estar después de la firma del Acuerdo Final, no los vamos a dejar solos, no vamos a permitir que ocurra lo que le pasó a la UP. Sentíamos que este proceso incorporaba las garantías contra una repetición de la historia, se lo dijimos en charlas formales e informales, y creo que eso también ayudó a convencerlos de la necesidad de dejar las armas para participar en política. Para nosotros la mejor garantía para avanzar en un proceso de dejación de armas es la posibilidad de participación política a través de elecciones democráticas. Esto último hizo posible que este fuera un proceso de dejación tan rápido, comparado con otras experiencias”.

Dag Nylander, garante Noruego.

L.S.V.:¿A la luz de cómo ha sido la implementación del Acuerdo, cree en retrospectiva que los argumentos que usó en ese momento siguen siendo válidos?

M.C.V. Si, claro, son aún válidos. Pienso que en ninguna parte del mundo la construcción de la paz ha sido fácil. Este es un proceso largo, nos llevará todavía muchos años. Sobre todo con un gobierno que quiere hacer trizas el Acuerdo de paz. Un presidente que respira odio, estigma, y que no implementa lo pactado, hace la opción de paz más distante y debemos seguir navegando en este brioso corcel.

L.S.V.:¿Qué les dijo que sucedería que aún no ha pasado?

M.C.V. Que no se ha implementado integralmente el Acuerdo de paz, siempre fue el cuestionamiento en todas las conversaciones en las sabanas de Arauca.

L.S.V.:¿Usted realmente creía que se iba a cumplir integralmente?

M.C.V. Creíamos y dudadábamos. La historia es triste. Juanita, nunca pensamos que sería fácil, todo lo contrario. De todas formas creímos porque fue un tratado de paz con el Estado y los Estados son serios, pero Duque ha demostrado lo contrario, porque quien ejerce el poder es el Centro Democrático. Pero la paz se impondrá cuando las mayorías lo decidan.

 

L.S.V.:¿Cuál era su peor temor?

M.C.V. Es todavía, que nos asesinaran como está pasando, y como ha pasado con otras organizaciones que han llegado a procesos de paz. Ese fue el temor enorme y vea como está el panorama, 224 ex guerrilleros firmantes de la paz asesinados, 42 de sus familiares exterminados y 15 desaparecidos. Ya casi mil líderes sociales últimados, y 43 masacres en el gobierno de Duque.

L.S.V.:Aún con esta cifra tan trágica, están muriendo menos que cuando estaban armados, cierto?

M.C.V. Sí, a pesar de lo trágico en la suma de los 224, nos están matando menos. Esto no quiere decir que no sea una asimetría en medio de un proceso de paz. Es fatal, pero moríamos más en la guerra. No debe morir mas firmantes de la paz, ni nadie en Colombia. Pero la realidad es otra, en aplicación de la Doctrina Gringa de la Seguridad Nacional y la Concepción del Enemigo Interno. Por eso, se se extermina a la oposición política.

Según datos oficiales mencionados por el libro de IFIT, desde el inicio de la Fase Exploratoria y hasta el cierre de la negociación en 2016, el Estado colombiano desarrolló doscientas sesenta y cuatro operaciones contra las Farc donde resultaron muertos trescientos tres guerrilleros de base, seis integrantes del Estado Mayor Central y veintiséis comandantes de frente.

Según datos oficiales mencionados por el libro de IFIT, en el último lapso del conflicto (2005-2016), 2.859 integrantes de las FF. MM. habían muerto por acción de las Farc.

L.S.V.: Usted fue escogido para ser parte del mecanismo tripartito de monitoreo y verificación. En el informe de Ifit rescatan ese mecanismo como una clave de éxito del proceso de dejación de armas. ¿Considera que es así?

M.C.V. Creo que el Mecanismo de Monitoreo y Verificación encabezado por la ONU, militares y guerrilleros fue clave para avanzar en esta tarea del Acuerdo de Paz, y ya en la parte operativa todas las fuerzas, Ejército, Policía, la armada, la aviación, Procuraduría en la dos últimas etapas de la Extracción de Caletas y Destrucción del Explosivo en nuestro poder.

Juanita, este proceso de nuestro desarme lo realizamos en solo 180 dÍas, un tiempo maratónico y de cara a la comunidad nacional e internacional. Nadie puede desconocer esta realidad. Y la verdad poco reconocida por los enemigos de la paz. No solo fue clave el Mecanismo de Monitoreo tripartito en el desarme, sino en sostener el Cese del Fuego, en momentos determinantes del proceso de paz, como lo fue cuando se perdió el plebiscito.

Creo que la voluntad de las partes en armas, gobierno y las FARC-EP fue crucial para sostener el Cese del Fuego, que en la práctica era lo que teníamos. Recuerdo que estábamos en una reunión en el Yari, evaluando el posible resultado del plebiscito, cuando alguien dijo, ‘¿y si gana el no? Todos nos miramos el rostro como interrogándonos, cuando un oficial del Ejército dijo: ‘pues si gana el no,-cada fuerza militar se queda quieta, hasta que no se resuelva el impase en la Mesa de Conversaciones’. Ahí entendí que la esto de la paz, iba en serio.

“Salieron muchas ideas, pero no muchas fueron realistas. La experiencia de Irlanda del Norte (y su proceso de años) no era tan realista, era mucho tiempo que jugaba en contra de nuestro proyecto político, cosa que algunos compañeros no entendían”.

Rodrigo Londoño, “Timoleón Jiménez”, máximo comandante de las FARC.

 

“La guerrilla hablaba de un largo armisticio en el que tendría lugar esa secuencia. Mientras tanto, las armas permanecerían en poder de la guerrilla, porque ‘la garantía del guerrillero es el fusil’, frase que era como una especie de mantra intocable […] Esa era una línea roja para nosotros (Gobierno). Dejación de armas incondicional a consecuencia del Acuerdo. Cosa distinta, claro está, era la necesidad de crear un régimen de garantías para quien dejara las armas”.

Sergio Jaramillo, ex Alto Comisionado para la Paz.

 

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L.S.V.:Y cuando ganó el No, ¿hubo discusión de si retomar las armas?

M.C.V. Nunca hemos pensado tal barbaridad. La decisión fue seria y nos comprometió a todos como organización, incluso a quienes se marginaron. No hemos dudado nunca de lo firmado, a pesar de las adversidades. Además nos gastamos medio siglo construyendo las FARC-EP, esto no es como ‘soplar y hacer botellas’. No queremos más armas y más guerra, la decisión ya fue tomada. Pa’ lante.

“[…] después de la refrendación quedamos volando. Inmediatamente empezamos a trabajar en un protocolo que nos permitió establecer un puente entre el primer y el segundo acuerdo”.

Luis Alberto Albán, “Marco León Calarcá”, ex integrante de las FARC.

L.S.V.:Usted fue uno de los que participó en la selección de las zonas de concentración desde la Guajira hasta Arauca. Y ustedes privilegiaron la seguridad a estar más cerca de las comunidades. ¿Cree que eso fue un error teniendo en cuenta el poco éxito que han tenido en las urnas?

M.C.V. Nunca pensamos en ubicarnos cerca de las comunidades buscando favores electorales. Más bien sí por quedar cerca de las vías para nuestra asistencia logística y no para quedarnos en la selva, porque de allá veníamos y esa no era la idea. Y para que vea Ud, Juanita, más de una comunidad nos ofreció su territorio y lo más importante, nos vinculamos a las comunidades en sus quehaceres y desarrollo comunitario.

“Afortunadamente no se aprobaron las setenta y seis zonas que originalmente habíamos pedido. No había los cuadros suficientes para ese número de zonas. ¿cómo dejamos las armas pero asumimos el capital político allí? Era una visión política para estar ahí y seguir más allá de las armas. La decisión era en función de la política. La otra pensada era que nos iban a jugar sucio”

Rodrigo Londoño, “Timoleón Jiménez”, máximo comandante de las FARC

L.S.V.:¿Le sorprendió, igual, que les fuera tan mal en las urnas?

M.C.V. Nada, somos un partido nuevo, en medio de la voracidad de la máquina electorera, con financiación limitada y en medio del estigma, los odios y la venganza. Ahí vamos lentos en medio de todo el contexto de violencia y la no implementación eficaz del Acuerdo de paz.

L.S.V.:En el mecanismo de monitoreo, usted queda encargado de recoger la información del armamento hasta la fundición. ¿Qué porcentaje de armas cree usted que entregaron?

M.C.V. No hemos establecido cifras porcentuales, solo cifras contundentes como las siguientes 9.224 armas de distinto tipo, 1.765.862 municiones, 66.227 metros de cordón detonante, 55.617 estopines iniciadores eléctricos, 14.115 granadas de diferente tipo, 4.430 minas antipersonas, 44 toneladas de explosivo destruido para un total general de 391 toneladas de armas fundidas y destruidas, que fueron utilizadas en el dos monumentos ya construudos y el que falta en Cuba, tal como está acordado.

Juanita, nuestras armas dejadas jamás volveran a la guerra. Como nunca antes en la historia de Colombia. Esto tiene un inmenso valor en términos del fin de la guerra y la reconciliación.

Fue unos de los cumplimientos más transparentes certificados por las Naciones Unidas y las mismas Fuerzas Militares, con balances, decretos y sellos de unidades comprometidas. Esto comprometió cerca de 9 mil personas en operarciones áreas, fluviales y a lomo de mula.

En febrero de 2017 el Gobierno convocó una sesión del Comité Técnico para la Verificación de Listados. En este espacio se estableció que, según el último conteo realizado por la Fuerza Pública, los integrantes en armas de las Farc eran cerca de seis mil doscientos (sin incluir milicianos), cifra cercana a las aproximadamente siete mil personas en armas que tenían las Farc para ese momento.

L.S.V.:Muchas armas se veían nuevas. ¿Por qué?

M.C.V. Éramos una guerrilla en guerra contra el Estado y algunos frentes y bloque tenían armas de reserva como toda fuerza militar.

En su reporte final del 22 de septiembre de 2017, la Misión de Verificación de la ONU daría por concluidas sus actividades en relación con la verificación de la dejación de armas de las Farc, presentando los siguientes resultados en relación con dicho armamento: 8994 armas —1987 armas cortas, 6498 armas largas, 509 armas colectivas de apoyo al combate—, 1 765 862 municiones de diferentes calibres de armas ligeras, 38 255 kilogramos de explosivos diversos, 51 911 metros de cordón detonante y mecha lenta, 11 015 granadas, de mano y de 40 mm, 3528 minas antipersonal, 46 288 iniciadores-estopines, 4370 municiones de mortero, entre los que se identifican de 81 mm, 60 mm y cohetes.

L.S.V.:Trate de explicarme qué significaban las armas para ustedes a nivel personal y como grupo.

M.C.V. Significaban la defensa de nuestras vidas, un medio de la lucha guerrillera. Dejarlas fue un gran acto de humanidad y de voluntad por la paz y un riesgo, pero todos los sabíamos y lo hicimos.

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L.S.V.:¿Cómo interpretó que alguien como Iván Márquez, que había pasado todos esos años en La Habana negociando por ustedes, las retomara?

M.C.V. Es su decisión la cual respeto. Cada quien es dueño de sus actos y así dice el Acuerdo de paz, quien se separare de lo pactado asume su responsabilidad individual.

“Para nosotros (las armas) era el gran botín, para las Farc eran parte de su razón de ser. La discusión se hubiese podido manejar de otras formas desde el principio si uno logra entender lo que significan las armas para cada uno”.

Ex militar integrante de la Sub Comisión Técnica para el fin del conflicto.

L.S.V.:Cree, dadas las disidencias, que haber sacado en esa etapa a los comandantes que estaban más involucrados con el narcotráfico como Gentil Duarte, que de pronto fue un error?

M.C.V. No conozco de estos casos, no sé de este tema.

L.S.V.:¿Cuál fue su reacción al monumento que hizo la artista Doris Salcedo con sus armas?

M.C.V. Siempre soñamos con un monumento vertical en homenaje a la paz, cuando fui a su inauguración me sorprendí,me sentía extraño al pisar nuestras armas, pero luego entendí que ahí estaba representado nuestro aporte tangible e indiscutible en la construcción de la paz.

L.S.V.:¿Para usted cuáles fueron las tres claves del éxito de ese proceso de dejación?

M.C.V. Una, nuestra voluntad de paz; dos, una buena logistica operacional; y tres, que fue verificable y transparente con la certificación de la Naciones Unidads y el acompañamiento de las Fuerza Pública.

Según el libro de IFIT, a diferencia de experiencias anteriores en Colombia, donde se habían infiltrado varios narcotraficantes, especialmente en el proceso con los grupos paramilitares (2003-2006), en esta oportunidad la información de los listados se llevó ante las entidades que conformaban el Comité de Verificación de Listados para que fuera contrastada con las fuentes de información disponibles, a través de un manejo seguro y confidencial de la información.

Las Farc entregaron, desde febrero de 2017 hasta el 15 de agosto de ese año, varios listados que incluyeron un total de 14 178 integrantes.

Al finalizar el Gobierno del presidente Santos en agosto de 2018, es decir, a un año de la terminación del proceso de dejación, el Gobierno había acreditado a 13 016 personas (91 % del total), de las cuales 6213 eran guerrilleros en armas, 3300 milicianos y 3148 estaban privadas de la libertad. Así mismo había excluido de los listados o no acreditado a 350 personas y 329 nombres seguían en revisión y observación. Casi dos años después se registra un total de 13 511 personas acreditadas.

L.S.V.:¿Cosas que podrían haber hecho mejor?

M.C.V. Juanita, uno puede imaginarse lo que quiera, soñar que esto pudo haberse hecho así o de esta manera, esas son ilusiones pasajeras, pienso que lo que construimos e hicimos son las bases suficientes para construir un futuro digno.

Creo que lo más estupido que hizo Juan Manuel Santos, desde mi óptica personal, fue preguntarle al país si queríamos la paz en el fracasado plebiscito. Pues haga la paz como un deber constitucional, no la exponga ante los señores de la guerra para infundir miedos y terror.

L.S.V.:Dado el rol tan clave que usted jugó en todo el desarme, y dadas las dificultades que ha vivido el proceso desde entonces, ¿cree que valió la pena?

M.C.V. Todo lo acordado en La Habana valió la pena. Dejamos las armas porque queremos un país en paz. No fue fácil tomar esta decisión. La incertidumbre nos advertía la traición, pero confiamos en la palabra empeñada.

 

L.S.V.:¿Cómo ha cambiado su vida desde entonces?

M.C.V. Mi vida cambió de la guerra a la paz, fue un cambio de vida total positivo y creador.

Seguimos reconociendo nuestros errores en la guerra, aportando verdad por el daño causado a las víctimas. He publicado tres libros sobre la cotidianidad en la lucha clandestina y relatos de la guerra para que nunca más vuelva la noche de afilados puñales.

Tengo dos más terminados, avanza bien mi reincorporación, no quiero nunca más tener un arma en mis manos, ya fue suficiente.

Tengo mi hogar, amor y mis esperanzas que algún dia brillará la paz para todos y todas, aunque aun persista el macabro espanto de la guerra.

Hoy solo 2800 personas se encuentran ubicadas en los antiguos ETCR, 9335 personas están fuera de los antiguos ETCR y 638 se en encuentran en el marco de un proceso de búsqueda activa.

* Esta noche, en el programa Hora20, debatirémos sobre las lecciones de este proceso.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...