El balcón de la Casa de Nariño lo cambió por una pequeña tarima a un costado de la Casa del Florero, en la entrada nororiental de la Plaza de Bolívar, donde habló después de las marchas de respaldo a sus reformas. Pero lo que no cambió el presidente Petro fue su discurso, lo profundizó.

Petro insistió en su teoría de un golpe blando e incluso lo extendió a la amenaza de un golpe de Estado en su contra, anunció que vendrán más marchas, sigue considerando que su victoria en las elecciones es un cheque en blanco para las reformas y volvió a atacar a la prensa.

Motivado por los aplausos de los aliados que lo rodeaban, Petro le pidió al Congreso aprobar sus tres reformas como consecuencia de la marcha y las otras que vienen, y anunció que presentará dos nuevas reformas: a los servicios públicos y a la ley 30 de educación. Además, en un nuevo capítulo de su visión de la prensa como enemigo, dijo que los medios ocultaban información y lanzó una frase relacionada con el escándalo de Sarabia y Benedetti: “Semana ordena y el CTI obedece”.

A la movilización que convocaron los sindicatos se sumaron los ministros más cercanos a Petro y en algunas entidades hubo “invitaciones” para participar en ella. Fue, además, más numerosa que la del 1 de mayo y aunque no logró llenar la Plaza de Bolívar, sí se extendió por varias ciudades. 

#MarchasDePetro
El presidente @petrogustavo invitó a la marcha para:

➡️ Apoyar sus reformas
➡️ Contra la impunidad, mensaje para Fiscalía.

Dijo que atacan a su gobierno con un “golpe blando” cuando estalló el escándalo de @AABenedetti y @laurisarabia.https://t.co/TnaxHGtXhM

— La Silla Vacía (@lasillavacia) June 7, 2023

Del golpe blando al golpe de Estado

Antes de participar en la marcha, el presidente Petro compartió una carta firmada por líderes internacionales de izquierda, quienes lo siguen en su idea de que es víctima de un “golpe blando” en el país.

El texto titulado originalmente en inglés “A soft coup is underway in Colombia” (Un golpe blando está en marcha en Colombia) tiene el respaldo de expresidentes como José Luis Rodríguez Zapatero de España, Rafael Correa de Ecuador y Ernesto Samper de Colombia, pero también de jefes de la izquierda de Venezuela, como Jorge Rodírguez, de Francia, como Jean Luc Mélenchon, y de Reino Unido, como Jeremy Corbin. 

Cuatrocientos, 400, líderes del mundo se pronuncian contra el golpe blando en Colombia.

Tras la mentira de la que hablaremos, lo que se busca es detener las reformas sociales a favor del pueblo, impedir que se terne un fiscal contra la impunidad, y derribar el gobierno popular… https://t.co/7N3nYAdgqk

— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 7, 2023

“Ahora, a menos de un año de su toma de posesión (…) están desplegando el poder institucional combinado de los organismos reguladores, los conglomerados mediáticos y la rama judicial del país para detener sus reformas, intimidar a sus partidarios, derrocar a sus dirigentes y difamar su imagen”, dice la carta que encaja con el discurso de persecución que está construyendo Petro.

Pero ya en la calle, el presidente dio un paso más al hablar de un golpe de Estado en su contra, cuando recordó el caso de Pedro Castillo, el destituido presidente de Perú, acusado de corrupción y quien en diciembre intentó cerrar el Congreso antes de que lo tumbaran.

El presidente @petrogustavo habló de un proceso en su contra en la Comisión de Acusación.

“Quieren hacer lo que hicieron en Perú con Pedro Castillo. Eso se llama golpe de Estado. Pedro Castillo estaba solo, aquí les decimos que Petro no está solo”: @petrogustavo en tarima.

— La Silla Vacía (@lasillavacia) June 7, 2023

A partir del caso Castillo, Petro se anticipó a lo que él cree que podría ocurrir en Colombia, después de que lo denunciaran en la Comisión de Acusación de la Cámara por supuesta financiación ilegal de campaña.

Su teoría para llegar al golpe de Estado la esbozó al final de las marchas del miércoles: “Piensan hacer exactamente lo mismo que se hizo en Perú, es decir, llevar al presidente a la cárcel, cambiar el gobierno por un presidente no elegido por el pueblo, que sería el que vayan a elegir el semestre entrante como presidente del Congreso”, dijo desde la tarima donde lo acompañaban la primera dama, su hija Sofía, ministros y otros funcionarios cercanos.

Por acuerdos políticos, la presidencia del Congreso le corresponde a Alianza Verde, que tiene entre sus candidatos más fuertes a Inti Asprilla y Angélica Lozano, dos senadores que apoyaron al presidente en campaña. Asprilla desde el comienzo y Lozano en segunda vuelta.

“Se llama a eso un golpe blando. Es un golpe de Estado, un golpe contra la voluntad popular”, concluyó Petro su argumento que ahora se alimenta con la denuncia que llevaron a la Comisión de Acusación opositores como Federico Gutiérrez, Miguel Uribe y Miguel Polo por el escándalo de los audios de Armando Benedetti. Benedetti, quien fue mano derecha de Petro en la campaña, dijo que habían entrado 15 mil millones de pesos por debajo de la mesa a la campaña, algo que sería ilegal si se comprobara que es cierto.

En Colombia, por la vía de la Comisión de Acusación, sí se puede destituir a un presidente, pero no es fácil.

En la historia de la Comisión de Acusación, solo ha sido condenado un presidente, el general Gustavo Rojas Pinilla, aunque cuando ya no estaba en el cargo en 1959. Una condena por la que cinco años después lo absolvió la Corte Suprema de Justicia. Y durante el Proceso 8.000, el caso contra el expresidente Ernesto Samper por la entrada de dineros del Cartel de Cali, solo llegó hasta la plenaria de la Cámara.

Para condenar un presidente, primero debe haber una investigación y posteriormente una acusación en esa comisión de la Cámara que debe someterse a votación.

Por el rompimiento de la coalición con los partidos tradicionales, allí el presidente Petro solo tendría asegurados 7 de 18 votos. Según el procedimiento, después, la acusación va a votación en plenaria de la Cámara, que la traslada al Senado, que es el que finalmente podría destituir al presidente. 

Aún con votos en contra, no hay ningún indicio de que una mayoría del Congreso quisiera investigarlo, y mucho menos tumbarlo. De hecho, le aprobaron la reforma tributaria más ambiciosa de la historia reciente, y le aprobaron hace un par de semanas la polémica reforma de la salud en la Comisión Séptima de la Cámara.

En todo caso, seguir este proceso legislativo no implica un golpe de Estado blando, como sugirió Petro desde la tarima. Incluso sus aliados intentaron hacerlo con otros presidentes en ejercicio, como lo hizo el hoy representante David Racero contra Iván Duque por la Ñeñepolítica, un caso por el que el entonces senador Gustavo Petro llamaba a la “desobediencia civil”.

El temor a un golpe de Estado convencional, que podría involucrar el uso de armas, para sacar a Petro del poder, lo puso sobre la mesa el coronel John Marulanda, ex presidente de la asociación de militares en la reserva Acore, pero fue rápidamente desestimado por otros retirados de la fuerza pública y por los opositores al presidente. 

Ahora, a raíz del escándalo provocado por las revelaciones de Benedetti, Petro apela con fuerza a ese argumento del “golpe blando”.

El argumento del “golpe blando” de Petro tiene base académica en el politólogo estadounidense Gene Sharp, que planteó su uso para tumbar a un gobierno con fórmulas aparentemente legales, como las que dice la carta que respalda a Petro: poder institucional desde la rama judicial hasta los medios.

Pero en Colombia, la directora de DeJusticia, Diana Guzmán, ya lo descarta, al considerar que el uso de ese concepto “puede ser utilizado para deslegitimar toda forma de control del ejercicio del poder, que hagan otras ramas del poder público, respecto del ejecutivo”.

“Queremos a las cortes”, a los órganos de control no

Una de las razones del presidente para convocar la marcha era “contra la impunidad”, un mensaje tácito para la Fiscalía, que ahora tendrá en sus manos investigar a gente tan cercana a él como su hijo, Nicolás Petro, y su mano derecha, Laura Sarabia. El fiscal también se le ha atravesado a su política de sometimiento. Y no solo eso, si no que se ha reunido con partidos de oposición y tilda a Petro de ‘dictador’, excediendo claramente sus funciones judiciales.

El enfrentamiento de Petro con la Fiscalía quedó en evidencia en las marchas. La movilización de Cali terminó frente al edificio de la entidad y en medio de la protesta hubo arengas y carteles en contra del fiscal Barbosa.

Para Petro, el golpe blando es para evitar que él pueda participar en la elección del nuevo fiscal. “Tratan de tumbar al gobierno para que no alcancemos a presentar la terna”, dijo desde la tarima. “Pues entiendan este mensaje (…) este gobierno va a presentar una terna que lucha contra la impunidad a fondo”.

Sin embargo, el presidente mostró que tiene el temor de que con él se repita la historia del expresidente Álvaro Uribe, a quien la Corte no le eligió fiscal al final de su segundo gobierno y después de 26 votaciones fallidas, su sucesor, Juan Manuel Santos, tuvo que cambiar la terna. “Les dicen a algunos magistrados: ‘hagan marrullas’, para que no elijan el fiscal que pueda poner este gobierno”, dijo Petro al final de la marcha.

En el caso de Uribe, el enfrentamiento con las cortes tenía antecedentes en las chuzadas del DAS que sufrieron los magistrados en tiempos de la parapolítica.

Ahora, en medio de los escándalos de Nicolás, Benedetti y una nueva sombra de chuzadas, Petro usa la tarima para enviarles un mensaje a los magistrados: “que todas las cortes, a las cuales respetamos y queremos, se pongan en este camino”, en relación a la terna que espera enviarles a comienzo de 2024, cuando termina el período de Barbosa.

Pero la relación entre gobierno y justicia se ha debilitado con varios choques, no solo por trinos ambiguos de Petro, como el que motivó un comunicado del Consejo de Estado, sino también por los desplantes que les ha hecho durante las posesiones de las magistradas Marjorie Zúñiga en noviembre de 2022 y Clara Inés López, el 24 de mayo pasado.

El ingrediente populista del discurso

En la campaña de segunda vuelta, Petro aseguró que gobernaría para todos y que buscaba un “acuerdo nacional”, lo que lo llevó a incluir sectores de centro que significaron apoyos como el de Alejandro Gaviria. Pero su discurso en los balcones y ahora en la tarima, han dejado un mensaje diferente.

Para aprobar sus reformas, Petro estaba en una encrucijada entre marchas y concertación y en el último mes y medio demostró que se inclinó por la primera.

“Le solicitamos al Congreso que aprueben las reformas que le garantizan al pueblo sus derechos”, dijo Petro, que tenía a su lado izquierdo a Alexander López, nuevo presidente del Senado. “No es una solicitud violenta, no es una solicitud irrespetuosa, no es una solicitud armada, esta es una solicitud popular”, agregó. Y según dijo, lo respaldaban movilizaciones en 200 municipios del país, aunque desde la Policía aclararon que hubo 80 concentraciones.

Subido en la tarima, Petro planteó un silogismo, según el cual, como él ganó la Presidencia eso quiere decir que las reformas que él propone deben ser aprobadas: “El pueblo que eligió al presidente sigue con el presidente. El pueblo y el presidente quieren volver realidad el programa de gobierno que se votó. Es un mandato popular”, dijo al referirse nuevamente al Congreso.

Pero ese cheque en blanco es una idea que muy pocos le compran porque los congresistas también fueron electos. “Es bueno que Petro quiera cumplir sus promesas electorales, pero su tesis de que las reformas de su programa ya fueron aprobadas por el pueblo es equivocada y ojalá la abandone”, escribió Rodrigo Uprimny en su columna.

A pesar de esos llamados, el presidente sigue alimentando su teoría de un golpe blando. Por primera vez mencionó en varias ocasiones que quieren “tumbarlo”, un argumento que sigue la idea de otros gobernantes, de izquierda y derecha, sobre la desestabilización de sus gobiernos, aunque en este caso, con el fuego amigo, primero de su hijo y luego de sus colaboradores más cercanos, se parece más a un autogolpe.

Nací en Armenia. Estudié periodismo en la Universidad de Manizales. Y tengo una maestría en estudios políticos y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario de Bogotá, donde vivo desde 2011. Fui jefe de emisión de Blu Radio, director del programa de debates El Andén, editor general...