Calidad del Aire en el Valle de Aburrá
Foto: Alcaldía de Medellín

Durante las últimas semanas, Bogotá ya ha tenido que declarar alertas zonales por la mala calidad del aire. La calidad del aire en Barranquilla y Medellín preocupa. En general, en el país estamos atravesando momentos críticos con nuestro aire. La confluencia de la temporada seca, el cambio climático y un fenómeno de El Niño fuerte han incidido en el aumento de la temperatura, la disminución de la oferta hídrica, la ocurrencia de incendios forestales y el deterioro de la calidad del aire que respiramos.

En materia de calidad del aire, en la Medellín metropolitana, estos factores se suman a las condiciones meteorológicas y morfológicas de nuestro territorio. Vivimos en un valle estrecho, rodeado por montañas, que en marzo y en noviembre tiene condiciones meteorológicas especialmente desfavorables para la dispersión de las emisiones contaminantes de fuentes móviles y fijas.

De acuerdo con la proyección del calendario de la gestión de episodios de calidad del aire en el Valle de Aburrá, desde el 12 de febrero al 27 de marzo del 2024, es probable que se presenten afectaciones a la calidad del aire, con probabilidades altas de que el aire que respiramos sea dañino para nuestra salud. Recordemos que ciertas concentraciones de contaminantes –entre los que se encuentra el material particulado, PM 2,5 y PM10– en el aire tienen efectos nocivos para la salud, afectando nuestros pulmones, cerebro y corazón, especialmente en aquellos más sensibles: niñas, niños, adultos mayores y mujeres en gestación.

Ahora bien, se espera que los momentos más críticos de este episodio ocurran en el periodo comprendido entre el 11 y el 23 de marzo del 2024, en los cuales aumenta la probabilidad de una acumulación de contaminantes que se traduzcan en un Índice de Calidad del Aire (ICA) rojo en 5 o más estaciones, es decir es probable que en marzo los datos de la red de medición nos alerten de que estamos respirando un aire de mala calidad, dañino para nuestra salud. 

Este primer episodio se proyecta más fuerte que el del año pasado.En 2023 la probabilidad que respiráramos un aire dañino para la salud era media-baja, mientras que en este año, la probabilidad de que en marzo respiremos un aire dañino es alta (ver imágenes de ambos calendarios, abajo).

La calidad del aire que respiramos es un asunto de salud pública, uno que hemos normalizado y protocolizado, pero que sin duda afecta nuestra vida de manera profunda. De acuerdo a datos recolectados entre 2008 y 2017, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá ha afirmado que en nuestra ciudad metropolitana se han registrado al menos 146.607 muertes asociadas a la mala calidad del aire. 

Es necesario reconocer que han existido avances significativos en materia de calidad del aire en nuestra región, como el posicionamiento de esta problemática en la agenda pública por parte de la ciudadanía activa mediante conversaciones y acciones simbólicas, que derivaron en la posterior construcción del Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire (Pigeca), que se instauró en el 2017 con el objetivo de “mejorar progresivamente la calidad del aire del Área Metropolitana del Valle de Aburrá para salvaguardar la salud pública y proteger el ambiente”, con la meta de reducir a 2030 la concentración anual de PM 2.5, el contaminante que más deteriora la calidad del aire en el Valle de Aburrá, a 23 μg/m3.

No obstante, la realidad socioambiental en donde se agendó la calidad del aire como un asunto de relevancia pública en Medellín y se formuló el Pigeca, ya no es la misma realidad. Por ejemplo, en 2020, la concentración promedio anual de PM 2.5 fue de 23,5 μg/m3, en 2021 disminuyó a 21,2 μg/m3, y en 2022, había regresado al valor de 2019, de 24 μg/m3. Lo cual plantea interrogantes alrededor de la vigencia de la ambición del Pigeca, y de las acciones que deben priorizarse para su implementación. 

Ante este escenario, debemos replantearnos cuál es la calidad del aire que queremos respirar, con nuevos niveles recomendados por la OMS y una medida cautelar que exige a las autoridades tomar las medidas necesarias para evitar que las estaciones registren un ICA naranja. 

Estoy convencido de que debemos volver a ubicar la calidad del aire que respiramos como un asunto central de la agenda pública y retomar la vocación de largo plazo de los procesos de la calidad del aire, que en los últimos cuatro años parece que hubiesen perdido el rumbo. Sin embargo, es importante reconocer también que es posible que la ciudadanía se haya transformado, y que hoy las fuerzas de muchos procesos ciudadanos y su capacidad de incidir mediante símbolos haya mermado, esto sumado a un sector empresarial que probablemente se siente agotado de la intermitencia de procesos de gobernanza ambiental. 

La invitación para las personas liderando los entes territoriales es afinar sus instrumentos de gestión de calidad del aire. Se requieren más y mejores instrumentos para gestionar esta pandemia en las diferentes ciudades de Colombia. Deben tener carácter preventivo, y no únicamente estar disponibles de manera reactiva. La invitación para las personas es que empecemos a tomar precauciones a tiempo. Yo ya estoy tomando las mías:

Estamos a tiempo de prevenir que esto se convierta en una nueva pandemia.