Por: Casa de las Estrategias.

Es difícil tratar la historia de Pablo Escobar sin deslizarse en folclor y reproducir espejismos. El gran hecho parece a veces impedir profundizar en la riqueza de detalles y convierte a Escobar en un sol gigante que no permite reflexionar sobre la importancia de otras metodologías en el narcotráfico (incluso las de narcos menores que juntos pueden sumar mucho en el mercado).

Gracias a la entrevista con Jorge E Nuñez H que nos ha brindado no sólo historias que juiciosamente ha reportado sino un análisis divergente y reflexiones de fondo sobre el fenómeno, hemos podido transitar por el rasgo de la riqueza, la violencia y el mundo social y político en Escobar, para dejar señalados algunos componentes ausentes para la comprensión del fenómeno del narcotráfico que se parecen tener el riesgo de perderse entre el mito de Escobar.

Escobar, el que más gastaba. 

Gustavo Duncan ya ha escrito que el jefe narcotraficante no es necesariamente el más rico de su red. En el caso de Pablo Escobar es muy probable que haya sido así, pero hay una diferencia sutil y es que sin duda era el que tenía más capacidad para “gastar” y realizar todo tipo de transacciones.

Pablo Escobar era un criminal (no como tristemente se ha retratado en la literatura mediocre que lo describe como un Robin Hood) que no tenía como objetivo principal el dinero sino el poder. De esta forma Escobar no hizo ningún empeño por permanecer clandestino.

Escobar vivió la transición de la lucha contra el narcotráfico en la que el Estado colombiano se sofisticó aceleradamente en la persecución y judicialización, una sociedad encontró el lenguaje para identificar el narcotráfico y EE.UU centró su atención, en Colombia, para la agenda de drogas.

Por esas condiciones desde donde partió la carrera criminal de Escobar, éste no parecía temer al Estado, pero lo que es significativo es que tampoco temía a otros criminales a los que podía inclusive, sin estar en el narcotráfico, atraer la riqueza de los narcos. Hay que precisar que muchos de los primeros narcos no eran peligrosos y que claramente fue Escobar el que se inventó el escalonamiento de la violencia en el narcotráfico y la llevó a un punto extremo.

El empobrecimiento del empresariado colombiano por las condiciones de globalización y de industrialización en otros países, llevó a distintos grados de vinculación al negocio de hombres (la mayoría jóvenes) de familias reconocidas. Antes del “lavado”, y hay que tener en cuenta que “lavar dinero” no fue el afán, ni el fuerte de Escobar, la élite colombiana sirvió para comprar dólares y alrededor de eso vender sus propiedades al doble. Más adentro, pero bastante masivo, estaban los personajes del “apuntado” o “los planteros”, como le llamaban a aquellos sujetos que metían en una lista, invertían o ponían un plante de dinero y compartían el riesgo de la caída de cargamentos, sin participar en la operación.

Muchas de las familias tradicionales y de clase media compartieron con los reconocidos narcotraficantes el riesgo financiero pero no judicial. Pero aquí también nos sirve mucho la tesis de Jorge Giraldo donde se señala que el negocio no fue formado por criminales violentos, sino por contrabandistas y dentro de esos contrabandistas ya habían incursionado también las élites tradicionales.

El contrabando permitió también, como en el narcotráfico, la aparición de “nuevos ricos”, pero quizá por la distancia histórica sea más fácil (que con el negocio de la cocaína) rastrear  el concepto de “otra vez ricos”, cuando familias tradicionales y negocios reconocidos tuvieron una época en la que salieron de una crisis o volvieron a surgir gracias al contrabando. En sentido estricto el contrabando tenía dos partes que hay que leer en el contexto histórico: la debilidad del Estado y la competencia desleal (hacer trampa).

De esta forma, hubo contrabandistas que se volvieron parte reconocida de algunas sociedades ya sea porque tradicionalmente lo eran o por su rol, en especial, en pequeños y medianos municipios donde el tendero y el vendedor de electrodomésticos o el dueño de la taberna más grande son personas importantes.

Ilustración: 

Escobar, el que más mataba.

Aquí hay una anécdota interesante para describir los cambios de las reglas de juego que Escobar instauró en el narcotráfico. Cuando Escobar sindicalizó el narcotráfico, poniéndolo a poco de comandar una federación que encapsulara el negocio nacional, una de las primeras reuniones que tuvo lugar en Envigado fue frente a varios contrabandistas que incursionaban tímidamente en el narcotráfico.

En la reunión Escobar definía que iba a poner control al negocio y que cualquier kilo de droga que se moviera tenía que pasar por su supervisión, al día siguiente Escobar mató al Gordo Echavarría. El Gordo fue uno de los contrabandistas ahí citados, recordado como un gran rico de pueblo y un hombre respetado, en especial, dentro del gremio de contrabandistas.

Hay algún tipo de riesgo de simplificar la historia del contrabando que no ha sido bien contada en un país como Colombia, pero podemos pensar en la pacificación de un delito que nunca tuvo la necesidad de ser muy violento y desde ahí se crearon ciertas relaciones de confianza guiadas por una especie de código de honor.

Las historias quedan bastante perdidas en los rumores, pero algunos dicen que el Gordo Echavarría ni siquiera dijo algo en esa reunión o después, otros mencionan que simplemente le pidió a Pablo, mucho años menor que él, que pensara con calma lo que iba a hacer. Con ambas escenas el episodio nos sirve para retratar un comienzo del terrorismo en el fenómeno del narcotráfico.

Antes que Escobar comenzara una guerra contra el gobierno que se desbordaría a toda la sociedad, inició una violencia desmedida contra sus competidores lo que cambiaría para siempre el negocio. Aun cuando la enseñanza fue no volver a pelear abiertamente contra el Estado, el negocio seguiría siendo regido por la violencia, no por la iniciativa, la innovación o la riqueza.

Es acá donde se vuelve muy importante comprender que para el contrabando, que pudo haber definido la historia del narcotráfico y que de hecho fue esencial, se necesita un nivel muy bajo de violencia y que de hecho carreras largas del contrabando se dieron sin ningún incidente violento. Por su parte, en el secuestro, el robo de carros y el asalto en general, la violencia, por así decirlo, es la materia prima. La historia de Pablo Escobar señala perfectamente como fueron los criminales violentos los que se apoderaron de un negocio ilegal que en su definición, y sobre todo en su competencia, no tenía que ser violento.

Escobar, el que más “la movía”

Para reflexionar críticamente sobre Escobar no hay que deshumanizarlo. No nos da pudor referirnos a una escena en la que ya adulto Escobar jugaba en una cancha humilde en el Club Atlético San Lorenzo de la Paz, alegre, con el compañerismo de una partido común de cualquier barrio.

Escobar jugaba de puntero derecho y Upegui jugaba como volante de contención.  En la pasada entrada de este blog nos referíamos a que para muchos el primer contacto con el narcotráfico en Medellín fueron las canchas humildes iluminadas como si fueran estadios; pues el primer regalo de Escobar como patrón “de todos” fue iluminar una cancha muy humilde de Envigado. Se trataba de la cancha de La Paz, de donde era el San Lorenzo, equipo de divisiones menores que en la época de Escobar lo ganaba todo, porque como lo referencia el mismo hijo, a Escobar no le gustaba perder en nada, al punto que hacía trampa cuando compartía con ellos algún juego de mesa.

A pesar de nuestra propuesta de lograr que la historia de Escobar deje ver otras aristas de la historia del narcotráfico porque ésta no alcanza a tipificar el fenómeno (ni en Antioquia, ni en Colombia y mucho menos en el mundo), no se desconoce lo fascinante de esta historia con elementos tan novelísticos como la marginalidad en la familia en la que creció este personaje.

El principal escenario de socialización barrial de Escobar era el futbol (inclusive por encima de la rumba) y entonces este hábil personaje ávido de reconocimiento y además interesado (como fin y no como medio) en que la gente lo quisiera, escarbó en su propia biografía una herramienta con la cual manejar la pasión de las masas.

El futbol no se puede destejer fácilmente en la historia del narcotráfico. Que el presidente del Atlético Nacional en 1985 fuera el primer extraditado de Colombia por lavado de activos del narcotráfico, señala una relación profunda que Escobar ayudó a perfilar. El capital cultural, intelectual y social de Pablo no lo marginaba del futbol y así esta industria del entretenimiento se veía como una estrategia bastante viable para volverse en un hombre público, legitimar grandes transacciones de dinero y, finalmente, buscar una reivindicación social.

Conclusión y fuentes

De la mano de Nuñez (que nos ha permitido, como pocas veces pasa con nuestras fuentes, citarlo) podemos concluir acá que la violencia, el culto al dinero y el futbol estaban presentes para perfilar (y hacerse a) un personaje como Escobar que logró agremiar a narcos como él: violentos, de extracción humilde y con afanes de protagonismo. Los narcotraficantes como Escobar hicieron bastante resistente el fenómeno, pero curiosamente estaban condenados al fracaso. Queda entonces pendiente la historia o el registro sociológico de los narcos exitosos, esos que lograron permanecer por completo anónimos y que en la época de Escobar pudieron permanecer inclusive invisibles a su mirada.