El Partido Verde tomó anoche una decisión que le pone finalmente un piso más firme a la idea de una tercería: los verdes le dieron el ‘sí’ a la propuesta de convertirse en un solo partido con los fajardistas de Compromiso Ciudadano y los Progresistas de Antonio Navarro y Gustavo Petro. Aunque hasta ahora han dado solo el primer paso, esto les permitiría sumar fuerzas para las elecciones al Congreso y tener un candidato propio en las presidenciales, sin mencionar sobrevivir al umbral en las próximas elecciones.

En la reunión de anoche de la Dirección Nacional del Partido Verde se tomó una decisión que le pone finalmente un piso más firme a la idea de una tercería: los verdes le dieron el ‘sí’ a la propuesta de convertirse en un solo partido con los fajardistas de Compromiso Ciudadano y los Progresistas de Antonio Navarro y Gustavo Petro.

Aunque hasta ahora han dado solo el primer paso, esto les permitiría sumar fuerzas para las elecciones al Congreso y tener un candidato propio en las presidenciales, sin mencionar sobrevivir al umbral del 3 por ciento -o 450 mil votos- en las próximas elecciones legislativas.

El acuerdo es, en principio, un gana-gana para todos. Los verdes, muy debilitados por las peleas internas y conservando poco del capital político que les legó la ‘ola verde’, tienen la oportunidad de ser el paraguas para una nueva tercería electoral y ofrecerle a Enrique Peñalosa una plataforma para aspirar a la presidencia o a la Alcaldía de Bogotá el próximo período.

Los fajardistas, cercanos ideológicamente a los verdes pero más disciplinados y pragmáticos, regresan al partido del que se alejaron hace dos años con la idea de replicar un modelo político exitoso en Antioquia y que le permitiría a Sergio Fajardo tener un partido propio desde el cual lanzarse a la Presidencia en el 2018. Y los progresistas, cuyo futuro depende en gran medida de la gestión de Gustavo Petro, tienen la oportunidad de medir sus ideas electoralmente fuera de Bogotá y del Polo.

Esta decisión también abre el camino para que los ‘verdes reforzados’ vayan con candidato propio a las presidenciales del próximo año, convirtiendo unas primarias con figuras como Enrique Peñalosa y Antonio Navarro u otra figura nueva -como anticipó el ex alcalde de Bogotá este fin de semana- en una posibilidad. Y tal vez reeditando una estrategia que les sirvió hace tres años, cuando se enfrentaron Antanas Mockus, Lucho Garzón y el propio Peñalosa en el tarjetón, para jalonar las votaciones al Congreso.

Un acuerdo fruto de varios desacuerdos
El líder progresista Antonio Navarro Wolff -uno de los impulsores de ‘Pido la Palabra’ y la tercería- fue uno de los artífices del acuerdo entre su movimiento, los fajardistas y los verdes. Y también se perfila como precandidato presidencial. Foto: Juan Pablo Pino
El regreso de los fajardistas al Partido Verde se había enredado, pero una negociación conjunta con lo progresistas lo terminó desenredando. Foto: La Silla Vacía
El ex alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa ha reaparecido en la escena política en las últimas semanas, insistiendo en que quiere ser candidato presidencial de los verdes.

En la reunión de ayer de los verdes se aprobó el “marco de garantías”, un documento que prepararon miembros de los tres movimientos como hoja de ruta para su unión.

Ahora los tres crearán una comisión de compromisarios, un equipo con seis figuras de cada agrupación que presentará una propuesta de programa, de estatutos y de reglas de juego para el próximo año, que será aprobada durante el Congreso del Partido Verde a finales de septiembre. Hasta el nombre está sujeto a cambiar.

El marco ya había sido acordado por miembros de las tres agrupaciones, pero tenía que ser avalado oficialmente por los verdes porque son ellos quienes tienen personería jurídica y el estatus de partido político.

A diferencia de otras decisiones claves dentro de un partido muy dividido, esta vez el apoyo fue casi unánime. Sólo hubo un voto en contra, entre 15 a favor: el del representante Alfonso Prada, que pertenece a la corriente peñalosista pero que se ha visto más inclinado a permanecer en la Unidad Nacional y a irse con los liberales. Y que en ese proceso se ha quedado solo, como contó La Silla y como muestra el hecho de que se hubiese salido antes de terminar la reunión y dejando una constancia de desacuerdo.

Los verdes escogieron a sus seis compromisarios, cuidándose de darle voz a todas las facciones del partido: Jorge Londoño, Antonio Sanguino, Angela Robledo, Carlos Ramón González, Néstor Daniel García y Rodrigo Romero, quien heredó la curul de la fallecida Gilma Jiménez. Los progresistas y los fajardistas elegirán a los suyos entre hoy y mañana, ya que la idea es que el miércoles se reúnan por primera vez y que el viernes se instale la mesa de trabajo, a la que se añadirá también una de juventudes de los tres.

En diez días tendrán lista la propuesta colectiva, que tendrá que ser discutida -y aprobada- durante el Congreso Verde el 24 de septiembre. Y al que asistirán miembros de los dos movimientos aliados como invitados.

Este ‘primer acuerdo’, que los tres mantuvieron celosamente guardado y resultó sorpresivo hoy, es en realidad el resultado de varios procesos frustrados y de otro que se viene gestando desde ‘Pedimos la Palabra’. Fue en este grupo de personas muy diversas donde nació la idea de una alternativa política para el 2014, pero al final de cuentas resultó ser más fácil de discutir que de concretar. Y por el camino han ido quedando algunos posibles aliados como el Polo o liberales disidentes como Cecilia López Montaño, que decidió salirse.

A partir de ese momento, hubo varios intentos de acercar a los diferentes movimientos. En todos hubo avances, pero al final las cosas nunca cuajaron y resultó claro que, a pesar de las coincidencias, también había un margen de espacio para que las diferencias se les devolvieran como un bumerán.

Los verdes y los fajardistas casi llegan a un acuerdo, antes de tropezarse en el último momento con temas logísticos -de organización interna del partido y de quién podía dar avales- que no recibieron el visto bueno de la corriente verde de Opción Centro (que desde antes de la creación del Partido Verde ha mantenido la representación legal) y dieron al traste con todo.

Los progresistas y los verdes también se acercaron gracias a la afinidad entre Opción Centro y el proyecto de Petro, siendo Carlos Ramón González, el jefe de Opción Centro, y el Alcalde viejos amigos del M-19, pero se tropezó con la oposición de un sector verde que no estaba dispuesto a aceptar que apoyar a Petro fuese un impajaritable.

Por eso, los fajardistas y progresistas decidieron fijar una estrategia juntos y proponérsela a los verdes como un ‘paquete’, un proceso en el que Navarro y Salazar jugaron un papel clave.

“Hubo muchos encuentros y desencuentros, pero analizando las cosas con cabeza fría nos dimos cuenta de que sin acuerdos todos perdíamos”, le dijo a La Silla una persona que prefirió no revelar su nombre porque no es el vocero designado de su movimiento.

Los retos para los ‘nuevos verdes’
Los fajardistas intentarán traer de regreso su capital político en Antioquia a los verdes, liderados por el ex alcalde de Medellín Alonso Salazar, que también jugó un papel clave en el acuerdo. Foto: La Silla Vacía
El representante verde Alfonso Prada fue el único de los 16 en votar ayer que se opuso a la unión de los tres movimientos. Foto: Juan Pablo Pino
El factor Gustavo Petro sigue siendo una de las incógnitas en la unión de los tres movimientos, sobre todo dado su enfrentamiento con Peñalosa. Foto: Juan Pablo Pino

Entre los tres grupos coinciden que la tarea hasta ahora está arrancando y que tienen todavía muchos temas en los que encontrar consensos a lo largo del camino.

Unos son logísticos, desde cómo organizar el partido internamente para que todos los sectores estén representados hasta cómo proyectarlo más allá de las elecciones, dos lecciones que los verdes no siguieron en 2010 y que les han pasado factura.

Otros son más políticos. Como el factor Petro, ya que una alianza con Progresistas les genera a los otros cierto nivel de compromiso con el proyecto del alcalde bogotano. Aunque en un comienzo progresistas como la parlamentaria andina Gloria Flórez plantearon ese apoyo como un “inamovible” para la unión, tres fajardistas y verdes le confirmaron a La Silla que su discurso se había suavizado y que ya no era un asunto de honor.

O el factor Peñalosa, que ha estado más fuera que dentro del partido desde las elecciones en Bogotá pero que en las últimas semanas ha reaparecido para reiterar que quiere ser candidato verde – y no del uribismo (o por lo menos no en primera vuelta), donde varios lo colocan.

O el factor Unidad Nacional, donde los verdes están comprometidos a través de Alfonso Prada y Lucho Garzón, pero que deben dejar si quieren llevar -como han dicho- un candidato presidencial propio.

También tendrán que discutir el rol que jugarán otros movimientos que pueden tener puntos en común, como la ASI -que apoyó varias campañas de Mockus, Fajardo y Salazar y tiene políticos cercanos como el representante Juan Valdés y el concejal bogotano Juan Carlos Flórez- o figuras independientes como José Antonio Ocampo, Eduardo Verano o Claudia López. Así como un eventual regreso de Antanas Mockus a los verdes, que han venido impulsando los jóvenes pero que todavía se ve lejano.

Pero más que nada -según dijeron algunos de los miembros de la nueva alianza- deberán aprender a funcionar juntos, algo que lograron durante las elecciones hace tres años pero dejaron a un lado apenas perdieron.

Parte del problema es que son una amalgama muy poco definida, con pocas afinidades ideológicas más allá del deseo de hacer una política más alejada de las maquinarias. Si parte del problema de los verdes fue que después del retiro de Mockus no tuvieron problema de irse con Uribe, que representaba todo lo contrario, ahora con esta mezcla la indefinición ideológica será aún más grande.

El otro escollo es que las figuras de peso quieren ser presidentes, cuando sus opciones son pequeñas a juzgar por sus votaciones anteriores y cuando donde podrían jugar un verdadero papel es en el Congreso si es cierto que quieren reformar la política.

Y por supuesto, también está la pregunta sobre cómo asumirán internamente el resultado de una consulta presidencial interna. Navarro ha dicho que no apoyaría la reelección de Santos. Peñalosa, según cree gente del círculo cercano a Santos, es el ‘caballo de Troya’ de Uribe en caso de necesitar un candidato pro paz si funcionan los diálogos de La Habana. Y que si logran que Santos no gane en primera vuelta en la segunda se aliaría con el Centro Democrático, una opción imposible para los progresistas.

Por eso, el nuevo grupo dice estar empeñado en definir unas reglas de juego que no fijen solo lo deseable para las elecciones que se vienen, sino también las bases reales para un partido con proyección a mediano plazo y no sólo un cálculo electoral para salvar el umbral. Es decir, uno que no dilapide las ilusiones de sus electores como lo hicieron los verdes en el 2010.
Caldas, como laboratorio de la tercería
En la fallida campaña a la Gobernación de Caldas de Eugenio Marulanda convergieron muchos de los miembros originales de ‘Pedimos la Palabra’ y se dio una primera prueba de lo que podría ser una tercería electoral el próximo año.

Esa misma tercería tuvo su primera prueba este fin de semana, cuando Eugenio Marulanda -uno de los fundadores de ‘Pedimos la Palabra’- quedó tercero en las elecciones atípicas para la Gobernación de Caldas, detrás de Julián Gutiérrez de la U.

En esa campaña lo acompañaron activamente Antonio Navarro, Alonso Salazar, Antanas Mockus y Claudia López, todos integrantes de ‘Pedimos la Palabra’ y cercanos a alguno de los tres partidos en proceso de ‘matrimonio’, aunque dos personas le dijeron a La Silla que en realidad Marulanda decidió lanzarse solo y fue una coincidencia que todos lo fueran a apoyar.

Coincidencia o no, sirvió para darles dos semanas de roce electoral. “El punto era empezar: claro que nos hubiera encantado sacar más votos, pero llevábamos un año hablando. En vez de pedir la palabra, él decidió tomársela. Y siempre sirve más hacer las cosas que seguir hablándolas eternamente”, le dijo a La Silla un miembro fundador de ‘Pedimos la Palabra’.

Fui periodista de La Silla Vacía especializado en temas ligados al Acuerdo de paz (desarrollo rural, política de drogas, justicia transicional y cómo las víctimas reconstruyen sus vidas) y al ambiente. Soy pata de perro y tengo más puestos que una buseta: soy editor del Centro Latinoamericano de...