“No se vaya a meter ahí que se le cae el techo encima”, advierte el agente de la policía consular parado en la autopista norte con calle 103, en el norte de la capital. Se refiere a las ruinas del consulado más grande de Venezuela en Colombia, que el gobierno Iván Duque le heredará al de Gustavo Petro. El edificio en ruinas es el legado de una administración que hizo poco por cumplir su deber de proteger la propiedad del país vecino, con el que rompió relaciones en 2019.
El edificio era uno de los nueve consulados de Venezuela que funcionaban en Colombia. Este predio, que ha estado abandonado desde entonces, es propiedad del Gobierno venezolano, a diferencia de otros predios en Medellín, Barranquilla y Bucaramanga que eran arriendos.
“Era una instalación muy moderna, un edificio grande y con una alta capacidad consular”, dice Pavel Rondón, exembajador venezolano en Colombia hasta 2008. De esa estructura solo queda un predio de maleza y un edificio lleno de basura, vidrios rotos y con el techo medio quemado.
La responsabilidad de proteger el inmueble es del Gobierno nacional. “Según la Convención de Viena, Colombia tiene una responsabilidad en la destrucción del consulado por no haber puesto cuerpos de seguridad para cuidar esas infraestructuras”, dice Ronald Rodríguez, del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
El consulado que se volvió refugio de habitantes de calle
La tensión entre el gobierno de Iván Duque y el régimen de Nicolás Maduro aumentó después de diciembre del 2018, cuando los dos países empezaron a expulsar, uno a uno, a los funcionarios del servicio consular del vecino. Esto terminó cuando, en enero del 2019, Duque reconoció a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela a pesar de que nunca tuvo el poder de facto.
Por eso, el 23 de febrero de 2019, Maduro rompió de manera unilateral las relaciones con Colombia durante un discurso en Caracas. Les dio a los embajadores y cónsules de las 15 sedes consulares que Colombia tenía en el país vecino 24 horas para salir de Venezuela.
Los funcionarios venezolanos que trabajaban en el consulado de Bogotá salieron de Colombia después de esta decisión de Maduro. Se llevaron parte de los muebles y archivos que estaban en ese consulado. “Ellos fueron los primeros que desvalijaron el consulado”, le dijo a la Silla una fuente que trabaja en el servicio consular, pero prefirió mantenerse anónima por temor a represalias del régimen chavista.