Federico Gutiérrez puso fin a las especulaciones. Ayer, en Castilla, una comuna popular del noroccidente de Medellín, lanzó oficialmente su candidatura a la alcaldía. Lo hizo acompañado de sus principales alfiles. Entre ellos, los candidatos al concejo de su partido, Creemos, con el que intentará repetir un segundo mandato en su ciudad natal, donde arranca como favorito.

“Fico”, como es conocido, atendió a la prensa y ofreció un breve discurso en tarima. En esta, y sin mencionar su nombre, habló sobre los escándalos de corrupción que rodean a la administración de Daniel Quintero. También volvió a plantear las elecciones regionales como una oportunidad para equilibrar fuerzas frente al gobierno de Gustavo Petro, a quien tampoco nombró. “Hay que recuperar al país desde las regiones”, dijo.

Pero si es elegido, las aspiraciones nacionales de Gutiérrez, y su nítido antipetrismo, generan riesgos para la administración de Medellín. Una hipotética alcaldía suya debe seguir coordinando proyectos claves con el gobierno nacional, como los de infraestructura, que pueden verse obstaculizados por una tensión permanente con Bogotá.

Tiene, además, los incentivos para utilizar el megáfono de la segunda capital del país, y su enorme burocracia local, para impulsar a la presidencia a quien se oponga a la continuidad del Pacto Histórico en 2026. Incluso, para volver a pensar en una candidatura suya en 2030.

Un presidenciable en campaña para La Alpujarra

Gutiérrez no ha dejado de actuar como un líder nacional de la oposición. Esto a pesar de su derrota dramática en las presidenciales, donde no superó la primera vuelta. Como columnista de la revista Semana, y en sus medios personales, ha cuestionado con dureza las principales políticas del gobierno Petro. Sus reacciones a los principales reveses del presidente, como el escándalo Sarabia-Benedetti, dejaban un manto de duda sobre sus verdaderas intenciones.

Su lanzamiento oficial las despeja. Sin embargo, “Fico” y su equipo no dejan de enmarcar el regreso a la ciudad como un plebiscito sobre el gobierno. “El 29 de octubre es, por un lado, un plebiscito sobre el gobierno nacional, y por el otro, una oportunidad para recuperar los territorios y las regiones”, dice Manuel Villa, director de Creemos y el número dos de “Fico durante su primer mandato en la ciudad (2015 – 2019).

Este marco supone un riesgo para una segunda alcaldía de Gutiérrez. En campaña, y en medio de una ciudad que se ha transformado en un bastión de la oposición, “Fico” tiene el incentivo para endurecer su discurso en contra del gobierno. En frente, además, tiene a una administración como la de Quintero, alineada con el petrismo, que bate récords de impopularidad, como lo registran las encuestas de Invamer.

“Federico debe llegar a un delicado equilibrio. Construir una oposición para su futura aspiración presidencial, pero ser estratégico y reconocer que el apoyo del gobierno nacional es fundamental para el desarrollo de Medellín”, dice Felipe Murillo, politólogo de la Universidad Eafit.

Murillo sostiene que Gutiérrez tiene la experiencia suficiente para llegar a ese balance. “Es un exalcade con el suficiente callo para saberlo. El gobierno nacional, a pesar de las características especiales del presupuesto de una ciudad como Medellín, sigue siendo esencial en términos de transferencias, por ejemplo”, agrega. 

Todos los caminos conducen a Bogotá

Medellín goza de un presupuesto robusto financiado, en parte, por las transferencias de EPM, la segunda empresa pública más grande por activos del país. Sin embargo, la coordinación con Bogotá sigue siendo clave para el buen viento de grandes proyectos en la ciudad.

Los proyectos de infraestructura de transporte son los más críticos. Entre ellos están, por ejemplo, el Metro de la 80, un proyecto de 2,6 billones de pesos financiado en un 70% por la Nación, y cuyas obras ya están en construcción.

Otro megaproyecto clave es el Tren del Río, un tren de cercanías, paralelo al Río Medellín, con un costo de 5 billones. Va a conectar el norte del Valle de Aburrá. En su financiación participan la Alcaldía, la Gobernación, la empresa del Metro de Medellín y la nación. En sus fases previas ha sufrido contratiempos por el enfrentamiento público entre el alcalde Quintero y el gobernador Aníbal Gaviria.

También está la operación en pleno de Hidroituango, el megaproyecto de energía, y donde el gobierno nacional, a través de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), es importante para que EPM saque definitivamente a la represa de la crisis en la que está envuelta desde el 2018.

La presidencia, además, tiene la capacidad para ajustar las mayorías en instituciones centrales del establecimiento paisa. Los dos casos más notables son las juntas de la empresa del Metro de Medellín, dirigida desde hace más de dos décadas por el ingeniero Tomás Elejalde, y la Cámara de Comercio de la ciudad, donde los cacaos antioqueños tienen una gran influencia.

“Lo que esperamos de los candidatos, más allá de sus ideologías, es que logren jalonar proyectos de ciudad de forma mancomunada con el gobierno nacional”, dice Piedad Restrepo, directora de la veeduría Todos por Medellín. “La coordinación también es clave para programas sociales como la atención a la primera infancia y el acceso a vivienda de interés social”, agrega.

El politólogo Carlos Builes, de la Universidad de Antioquia, asegura que, a pesar de las diferencias con Gutiérrez, el gobierno nacional no va a asumir el costo de frenar grandes proyectos en la región. “Simplemente no le conviene. Yo creo, más bien, que el presidente va poner su mejor cara para lograr un entendimiento. Sin embargo, Federico va a aprovechar cada ocasión para enfrentarse con el gobierno nacional”, dice.

Incentivos para replicar el modelo quinterista

El alcalde Quintero ha gobernado con un ojo en la Casa de Nariño. También ha insertado los debates públicos de Medellín en claves nacionales, alineándose ideológicamente con el petrismo. En paralelo, ha utilizado la burocracia local para aceitar a su equipo político y dotarse de una estructura nacional en las elecciones regionales.

Gutiérrez tiene los incentivos y los antecedentes para replicarlo.

En 2019, el candidato de su cuerda a la Alcaldía de Medellín, el exsecretario Santiago Gómez, tuvo a su disposición contratistas de la administración para la campaña electoral, de la que salió ampliamente derrotado. “Fico” también permitió la renuncia de varios secretarios de despacho para que se sumaran a la campaña de Gómez, tal como lo ha hecho Quintero con Juan Carlos Upegui, su candidato más cercano.

Los dos, Quintero y Gutiérrez, cuentan con estructuras políticas de poco recorrido y construidas a su imagen y semejanza. “El Creemos de hoy, como el del 2015, es un partido sin vocación de permanencia. Es un partido personalista, donde Federico es el gran protagonista”, dice el politólogo Murillo. “No tiene otras figuras que tengan una imagen y una vocería de peso en las regiones. Es una plataforma política sin vocación a largo plazo”, agrega.

Está, finalmente, el riesgo de perder gobernabilidad en la ciudad por concentrarse en las discusiones nacionales. “Federico va a pasar mucho tiempo comentando el acontecer nacional. Eso le va a quitar mucha gobernabilidad al interior de la ciudad”, dice el politólogo Builes.

Bajo este contexto, Gutiérrez aspira, soportado en su gran popularidad, a lograr un balance entre ser un líder de la oposición y un gestor eficiente para Medellín. 

Cubro al gobierno del presidente Gustavo Petro en La Silla Vacía. Estudié Periodismo en la Universidad de Antioquia.