De los cuatro años que lleva Juan Manuel Santos de Presidente hay muchas anécdotas. En La Silla escogimos estas siete porque creemos que son muy elocuentes de los rasgos más claves de Santos como gobernante.

De los cuatro años que lleva Juan Manuel Santos de Presidente hay muchas anécdotas. En La Silla escogimos estas siete porque creemos que son muy elocuentes de los rasgos más claves de Santos como gobernante. Si conocen otras, las pueden compartir en los comentarios, abajo.

Nota: las fotos fueron tomadas de las instantáneas del primer gobierno de Santos.

El desconectado

Hace un par de años Santos estaba caminando por un sendero de una zona rural del sur del país, acercándose a un hospital. Venía de bajarse de un helicóptero y lo acompañaba, como siempre, una comitiva de altos funcionarios.

De repente aparecieron cuatro o cinco niños a un lado del camino, y se acercaron al grupo de señores y señoras elegantes y que claramente no eran de allí. Santos no se inmutó y siguió su camino, mientras que otros miembros de la comitiva sí pararon a saludarlos.

Esa anécdota, que cuenta off the record uno de los acompañantes del Presidente, es una prueba de que su imagen de vivir en una burbuja, lejos del común de la gente, es cierta.

El que se remanga

Aunque Juan Manuel Santos no suele ser micro gerente ni tiene fama de trabajar, trabajar y trabajar, sí puede ponerse directamente en cabeza de un asunto menor o mezclarse entre la gente. Mejor dicho, parecerse a Álvaro Uribe.

Santos llevaba apenas cuatro meses como Presidente cuando estalló el problema de las lluvias a fines de 2010. El problema fue tan grave que decidió decretar su primer estado de emergencia.

Reunido con la secretaria jurídica de Presidencia Cristina Pardo, con los juristas Manuel José Cepeda y Eduardo Montealegre y con algunos otros asesores, Santos cogió su computador y se puso a redactar y mecanografiar el decreto. Le preguntaba a los abogados los detalles legales, discutía las implicaciones de cada punto. La reunión fue tan larga y detallada que terminaron amaneciendo.

Ese grado de atención al detalle no es usual en un Presidente que tiende a delegar las decisiones. Pero ese episodio muestra que cuando son temas gruesos, como ese, el operativo que terminó con la muerte de alias Alfonso Cano o el inicio de las negociaciones con las Farc, sí está encima de las cosas.

También se parece a Uribe cuando se muestra como una persona común y corriente, algo que ha hecho en Chinchiná, en Valledupar, en Barranquilla y en Pasto. Pero en lo que no se parece es que esos casos resultan excepcionales y tienen pocos resultados en su imagen.

El futbolero

El 15 de julio de 2012 Santos lideró un consejo de ministros y una reunión del Consejo de Planeación Económica y Social en San Andrés, como forma de hacer presencia en el archipiélago cuando la Corte Internacional de Justicia de La Haya discutía el litigio con Nicaragua.

Aunque el tema no tenía la sensibilidad que ganó tras la decisión, que se conoció en noviembre, esa visita fue una forma de ejercer soberanía.

Al día siguiente Santos contó que las reuniones terminaron después de la medianoche. Pero no dijo que se fueron hasta tan tarde en parte porque decidió suspenderlas para ver un partido de fútbol que recuerdan todos los hinchas de Santa Fe, como él: el equipo bogotano le ganó 1-0 al Pasto y volvió a ser campeón después de 37 años.

Esa importancia que le da al fútbol pasó desapercibida, pero con su manual futbolero para ganar la reelección, su uso de símiles futbolísticos en esa campaña y la atención que le dedicó a la Selección en la recta final para la segunda vuelta dejan claro que para Santos el fútbol no es un interés cualquiera.

El que delega

Santos no sabía lo que se le venía cuando dijo “el tal paro no existe”. Repitió esa frase que le habían dicho varios de sus ministros o asesores, en quienes había delegado la responsabildiad de estar pendientes y manejar las molestias de los campesinos.

Fue por delegar tanto que se metió en un berenjenal del que su imagen nunca se recuperó del todo, porque encajó en la percepción que crea de ser frío y lejano a la gente.

Ese estilo, que ha servido para que muchos funcionarios se sientan empoderados y para reforzar la institucionalidad, lo ha metido en otros líos. Por ejemplo, cuando en el Congreso se conciliaba la Reforma a la Justicia, Santos estaba en una conferencia de cambio climático en Rio de Janeiro y había delegado todo el asunto en sus ministros de Justicia, Juan Carlos Esguerra, y de Interior, Federico Renjifo. Según dijo luego el mismo Santos, solo se enteró de lo currido al llegar de Río.

El internacional

La semana pasada se cruzaron dos encuentros de alto vuelto para el empresariado, uno internacional y otro local. Santos le dio más relevancia al primero.

En Bogotá estaba una delegación del gobierno japonés, liderada por su primer ministro Shinzo Abe, que incluía a las cabezas de varias emrpesas niponas y tenía como tema principal los avances en la negociación del TLC con Japón y el comercio bilateral. Al tiempo, cerca de Cali el ingenio Manuelita celebraba sus 150 años con un evento en el que estaba lo más selecto del empresariado vallecaucano. Santos armó su agenda del día alrededor del primer evento, bajó al Ministro de Comercio Santiago Rojas del avión a Cali para que atendiera a los japoneses y lo dejó sin ir a Manuelita, y llegó tres horas tarde al evento en el Valle, lo que causó muchas molestias.

Ese episodio muestra que para Santos es más importante y más interesante lo internacional que lo local.

Ese rasgo, que ha servido para mejorar las relaciones internacionales o para que Santos le de entrevistas más facilmente a medios internacionales que locales, también ha sido blanco de críticas.

El que no suelta el poder

El jueves pasado dos miembros del gabinete vomitaron de los nervios. Literalmente.

La zozobra por no saber si van a seguir en el cargo o no, una decisión que Santos guarda con total reserva y de la que la mayoría de los funcionarios solo saben rumores de pasillo, los llevó a ese punto.

Eso muestra hasta dónde Santos conserva el poder de tomar las decisiones más importantes, algo que se nota en otros hechos.

Por ejemplo, ha habido ministros que han sabido que salen de su cargo apenas una hora antes de que Santos informe oficialmente del cambio. Y, como contó La Silla, Santos incluso deja la sensación de que ya ha tomado la decisión cuando aún está consultando a funcionarios sobre qué hacer.

El emocional

En julio de 2012 Santos estuvo en El Socorro, Santander, de donde proviene su familia. Unos estudiantes hicieron una representación sobre la vida de Antonia Santos, heroína de la Independencia y hermana del tatarabuelo de Santos. Cuando representaban el fusilamiento de Antonia Santos en manos de soldados realistas, el Presidente, que tiene una imagen de frío y calculador, lloró.

Y no es la única vez que lo ha hecho. Por ejemplo, ya había pasado cuando, siendo Ministro de Defensa, supo que todos los involucrados en la Operación Jaque estaban bien de salud.

 

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.