El presidente Gustavo Petro en Quibdó, Chocó, durante el cierre de su gira por el Pacífico. Foto: Presidencia

El presidente Gustavo Petro llegó tarde, pero duró cinco días seguidos recorriendo por aire, tierra y agua siete municipios del Litoral del Pacífico junto a su gabinete en pleno. Se demoró por visitar la capilla ardiente de una de las políticas negras más importantes del país, Piedad Córdoba, fallecida el 20 de enero.  

Como en los tiempos de campaña desplegó nueve grandes discursos para vislumbrar el futuro de la región y plantarle cara a sus rivales políticos. “Ni un viche me he tomado”, bromeó en uno de los eventos.

“No sé cómo es en la Casa de Nariño porque no vivo allá, pero acá nos hizo madrugar todos los días”, dijo Gerardo Vega, director de la Agencia Nacional de Tierras, en medio de las risas de su equipo, quienes fueron los primeros funcionarios del gobierno en llegar al último evento de Petro en Tumaco, antes de partir para el Chocó, donde cerró su gira por el Pacífico.

En cada uno de los eventos, Petro hizo énfasis en la esclavitud que sufrieron los negros en Colombia, y en la valentía de quienes escaparon de su oprobio y empezaron a poblar el Litoral. El costo de su valentía, dijo el presidente, fue la venganza de las élites centrales, y luego el olvido, la pobreza y la violencia. 

En el Pacífico, Petro animó a sus habitantes a recordar la valentía que liberó a los negros para dar, por fin, un salto adelante que los saque del atraso, ahora con la seguridad de tener al frente a un gobierno, una nueva élite, que promete no darles la espalda.

“Hombre, resuelvan. Busquen a alguien de regiones. ¡La gente está esperando!”, decía el director Vega al teléfono ligeramente molesto. Vega gestionaba la entrada al Coliseo del Pueblo de Tumaco, abarrotado por simpatizantes del gobierno, de una comunidad negra de López de Micay, Cauca, quienes recibieron del presidente un título colectivo de 28.400 hectáreas de tierra.

Y no se quedaron afuera.

En busca de un pueblo valiente

Yuri mueve sus hombros, ligeramente su cabeza. Sonríe y saca su teléfono para grabar mientras baila. “Es currulao, pero con mezclas de Hip hop y Dancehall”, dice. 

Frente a ella, el grupo Pacific Dance hace una presentación mientras cerca de 1.500 personas se acomodan en el Coliseo del Pueblo de Tumaco a la espera del presidente y su gabinete, convocados a un nuevo consejo de ministros en la base militar de la Fuerza de Tarea Conjunta Hércules, ubicado en la Isla del Morro de Tumaco, la zona más exclusiva y segura al norte de la ciudad.

Es viernes 26 de enero, y finalizado el consejo de ministros, Petro viene a hacer un último acto en el municipio bañado por el océano Pacífico, donde su gobierno instaló su centro de operaciones para la segunda edición del “Gobierno con el pueblo”, una jornada de seis días en la que el presidente, su gabinete en pleno, viceministros y decenas de funcionarios técnicos trasladaron el gobierno a la región. “Es nuestra música tradicional, pero más urbana”, continúa Yuri mientras graba.

Yuri Zúñiga, de 39 años, oriunda de Tumaco, habla con el ímpetu de una líder política en ascenso, pero su verdadero sueño es convertirse en una empresaria. Es una masajista profesional, con experiencia en su ciudad y en pueblos costeros de Ecuador, y mueve sus manos, lo más valioso que tiene, para explicar su plan de inversión. 

En este momento, explica, está aplicando a un crédito de 35 millones de pesos ofrecido por Innpulsa, la agencia del Estado que apoya iniciativas empresariales, para comprar los equipos y las herramientas del Spa que va a montar en Tumaco: camillas para hacer masajes, closets, aceites, cremas, cañas de bambú. “Las convocatorias se cierran el 31 de enero. El gobierno nos dio la información y nos ayudó en el proceso. Estas son las oportunidades que necesitamos”, dice, optimista sobre su futuro. “Con fe, y un plan de acción, salimos adelante”.

—¿Sabes de alguna convocatoria para aplicar en Bogotá? —, pregunta.

Sobre el medio día, luego de cinco de horas de espera, los ministros empiezan a llegar al Coliseo del Pueblo de Tumaco. Lo hacen encabezados por la vicepresidenta, Francia Márquez, quien es la única alta funcionaria por la que el auditorio se levanta en aplausos. La vicepresidenta corresponde el gesto cruzando de lado a lado la parte frontal del coliseo para saludar a las cientos de personas que corean su nombre.

El ministro de Cultura, Juan David Correa, y la ministra de Vivienda, Catalina Velasco, llegan al Coliseo del Pueblo en Tumaco, Nariño.

Minutos después, los movimientos rápidos y duros de un grupo de hombres armados anuncian la llegada de Petro. Lo hace precedido de su mujer de confianza, Laura Sarabia, directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS), y del director del Dapre, Carlos Ramón González, quien parece nunca separarse del presidente y siempre se sienta a su lado. 

El guion del último evento del gobierno en Tumaco sigue la estructura de los demás que ha sostenido en los pueblos del Pacífico. La primera en hablar es la consejera para las regiones, Sandra Ortíz, la responsable de la logística de todas las jornadas. Luego lo hacen los políticos que juegan de local: la vicepresidenta Márquez, el gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, elegido por el Pacto Histórico, y Félix Henao, el nuevo alcalde de Tumaco. 

Luego el turno es para los representantes de las comunidades, quienes anuncian los acuerdos a los que llegaron con el gobierno en una semana de trabajo conjunto. La única intervención del presidente, antes de su discurso principal, es cuando Vega, el director de la ANT, les hace entrega al Consejo Comunitario Afrorenacer, de López de Micay, del título que acredita una extensa propiedad colectiva en el Cauca.  “En ese título van 28 mil hectáreas”, les dice el presidente con orgullo.

El gobierno le hace entrega oficial del título colectivo al Consejo Comunitario Afrorenacer, de López Micay, Cauca, en Tumaco, Nariño.

El discurso de Petro empieza sobre las dos de la tarde en medio del aire húmedo y espeso que se posa en el coliseo. “En el Pacífico se mide la capacidad del gobierno para transformar a una región”, dice el presidente al inicio de una intervención que se extiende durante 50 minutos, y en los que se concentra, sobre todo, en atacar a quienes considera los enemigos de su agenda de cambio. 

“El problema de este gobierno es que existen instituciones entregadas a la mafia”, dice Petro luego de referirse a la vicefiscal Martha Mancera, el reemplazo y la mano derecha del saliente fiscal general, Francisco Barbosa, con quien ha escalado un duro choque institucional. 

Y por el coliseo principal de Tumaco se siente la energía de un dirigente que vuelve a ponerse al frente de un movimiento popular. El momento más emotivo fue cuando Petro, parafraseando al expresidente Álvaro Uribe, mencionó la necesidad de que la izquierda vuelva a ganar las elecciones del 2022. “Cuidemos el 2026”, dijo el presidente frente a un auditorio vitoreando su nombre.

En busca de un gobierno ambicioso

El padre Arnulfo Mina, sacerdote católico y político local, señala la humedad que corroe las paredes del edificio de la alcaldía. “Mire lo que dejaron”, dice a propósito de la administración anterior, controlada por el grupo político de Neftalí Correa, el poderoso barón electoral de Tumaco cuya ficha salió derrotada en las pasadas elecciones por el actual alcalde, Félix Henao.  

“Hasta ahora están llegando, pero tienen mucho por resolver”, dice el padre Mina mientras baja las escaleras del edificio de tres pisos, oscuro y caluroso, en dirección a la oficina del nuevo secretario de Hacienda, Byron Castillo, un contador público y activista social que logró, por fin, de la mano del alcalde Henao, derrotar a la casa Correa. 

 — ¿Por qué los medios de comunicación son tan duros con el presidente? —, pregunta el secretario Castillo. Es miércoles, 24 de enero, el tercer día del gobierno Petro despachando desde el Pacífico. 

Castillo empieza a enumerar las iniciativas que piensa sacar adelante con el gobierno nacional. Entre ellas, la actualización del catastro municipal con el objetivo de recaudar más impuestos, un nuevo código de rentas para Tumaco que le permita modernizar su estructura tributaria y la construcción del acueducto y el alcantarillado, el sueño postergado de los tumaqueños. “Tenemos un tridente que nos puede garantizar las inversiones”, dice a propósito de Petro, el gobernador Escobar y su jefe, el alcalde Henao, los tres ideológicamente cercanos.

El secretario Castillo, con las maneras y el lenguaje de un técnico de Hacienda, sabe que su trabajo será evaluado por la capacidad de traer recursos nacionales al municipio. No pierde, sin embargo, la oportunidad para expresar el optimismo sin fisuras que tiene frente a Petro. “Es el gobierno de la fe y de la esperanza”, dice antes de hablar sobre la propuesta del presidente de convertir a Tumaco en un puerto internacional incrustado en la poderosa economía internacional del Pacífico. “Claro que podemos construir un puerto de aguas profundas. En 10 años, con decisión, recursos y disciplina lo podemos hacer”.

El gobierno Petro inyectó de ambición a otros funcionarios locales con reuniones de alto nivel. Por ejemplo, la secretaria de las Mujeres de Tumaco, Silena Dajome, sostuvo reuniones con la viceministra de las Mujeres, Diana Gómez Correal, y con la embajadora de Colombia en Ecuador, María Antonia Velasco. Con ellas, Dajome habló sobre la posibilidad de hacerle mejoras a la casa de la mujer del municipio, crear programas de tecnología para capacitar a mujeres y el diseño de un refugio para las inmigrantes que llegan del Ecuador producto de la violencia en ese país. “Siento a un gobierno comprometido y más sensible con nuestros problemas”, dice. 

La audacia renovada de los funcionarios locales de Tumaco es un espejo de la ambición exigida por Petro a su gabinete. “No se trata de hacer cambios en los márgenes”, le espetó a sus ministros desde su primer día en Tumaco. Por eso, en los cinco días que estuvo en la región, Petro propuso un puerto de aguas profundas en López de Micay, plantas de energía geotérmica que aprovechen la energía generada por los volcanes y vías férreas, paralelas al Tapón de Darién, que conecten con el río Atrato y sirvan como ruta alternativa para el comercio internacional que pasa por el Canal de Panamá.

Frente a la ruta alternativa al canal por el Atrato, el presidente incluso le pidió públicamente a su ministro de Transporte, William Camargo, una proyección de los ingresos que puede generar. “Son, por ahora, cuentas a mano alzada. Debemos precisarlas”, matizó Petro, quien aseguró que los recursos pueden financiar un fondo anual para las inversiones del Chocó, o del todo Litoral Pacífico.

El anverso de la ambición exigida por Petro fueron los regaños públicos a sus ministros por no avanzar, y la crítica en contra de los burócratas que se “oponen”, con “intereses ocultos”, a sus proyectos.

El epítome de la molestia del presidente se dio el sábado en Quibdó, al cierre de la jornada del gobierno en el Pacífico. La ministra de Vivienda, Catalina Velasco, le informó al presidente sobre la administración del hospital público de la ciudad, intervenido por la Superintendencia de Servicios Públicos y administrado por EPM. 

“¡No hemos hecho las inversiones! ¡Las cosas hay que afrontarlas como son!”, le dijo Petro a la ministra. “¿Vamos a esperar a que nos vayamos?”, continuó el presidente en medio del aplauso unánime del auditorio, y exigiendo de parte de sus más altos funcionarios los sacrificios necesarios para sacar adelante sus proyectos, una directriz usual de Petro que en el pasado ha supuesto problemas judiciales y sanciones a sus coequiperos.

La agenda del gobierno Petro en el pacífico tuvo, además de la agenda central, con el presidente como protagonista, otra agenda paralela organizada por cada uno de los ministerios y departamentos administrativos que viajaron hasta la región. En el Parque Colón, sobre el centro de Tumaco, los altoparlantes invitan a la comunidad a las “asambleas populares” convocadas por los ministerios. El de Minas y Energía organiza la suya el miércoles 25 de enero en el coliseo de La Misional, un popular colegio del municipio. 

La cita empieza sobre la una de la tarde y cuenta con la presencia de todo el equipo directivo del ministerio. Viceministros, directores y funcionarios técnicos de la entidad atendieron por más de cinco horas a decenas de personas que llegan a reclamar por los altos precios de las tarifas de la energía o de los combustibles, o la falta de empleos formales en las empresas de hidrocarburos de Tumaco. 

El viceministro de Energía, Javier Campillo, atiende los reclamos de una señora tumaqueña por los altos precios de la luz.

Sobre las cuatro de la tarde, los directivos de la entidad se reparten por grupos para atender demandas más específicas. Uno de ellos es liderado por la directora de Formalización Minera, Violeta Aguilar, quien divide las temáticas del grupo entre energía eléctrica, minería, hidrocarburos y servicios públicos. Aguilar reparte la palabra mientras otros funcionarios toman nota para la relatoría. 

Henry Vivas, un pescador de camarones, le cuenta al grupo sobre los problemas de los pesqueros con los precios de la energía y de los combustibles. “En Tumaco, hay pesqueras con cuentas de 27 millones de pesos mensuales por luz”, dice Vivas, de 47 años, quien representa a una asociación de pescadores del municipio. 

“Con este ejercicio encontramos patrones para mejorar el servicio de energía. Este ejercicio nos permite pulir el borrador de la ley de los servicios públicos. La ley debe garantizar la conformación más eficiente de los precios de energía”, dice el viceministro de Energía, Javier Campillo, quien a lo largo del evento da explicaciones técnicas, reparte su número de teléfono y posa para las fotos como un político en campaña.

El pescador Vivas también cuenta los motivos que tienen para utilizar gasolina de contrabando proveniente de la provincia de Esmeraldas, en Ecuador. Explica que los pescadores, debido a los motores de sus lanchas, utilizan una preparación de gasolina mezclada con aceite que, en Colombia, por los aumentos de los combustibles puede salirles en 19 mil pesos el galón. “La de Ecuador, revendida, la traen a 10 mil pesos el galón a Tumaco”, dice.

La directora de Formalización Minera, Violeta Aguilar, junto a la ingeniera Karen Obregón en la Asamblea Popular de MinMinas en Tumaco, Nariño.

La ingeniera Karen Obregón, de 30 años, toma la palabra en la asamblea de MinMinas para cuestionar a Cenit, la filial de Ecopetrol especializada en el transporte de crudo. 

La principal crítica de Obregón contra Cenit es el poco empleo formal que, según ella, deja la compañía en el municipio, a pesar de que por Tumaco pasa el Oleoducto Trasandino, una de las infraestructuras más importantes de su tipo en el país. “Nos llaman guerrilleros, narcotraficantes y coqueros, pero las empresas nunca dejan nada”, dice Obregón. “Están dejando a cientos de personas sin empleo. Y una mente desocupada es un taller del diablo”, dice en referencia a los grupos criminales que operan en Tumaco. 

— ¿Y usted cree en la capacidad del actual gobierno para cambiar las cosas?

— Los gobiernos de la derecha nunca se reunieron con nosotros como lo están haciendo hoy. Creo en el gobierno del cambio. Hoy, si Petro volviera a lanzarse a la presidencia, tendría mi voto y el de toda mi familia, señor periodista—, responde. 

En otros lugares de Tumaco, el gobierno despliega diferentes eventos de este tipo para atender directamente a la población. Uno de los más grandes fue la feria de servicios que hacen decenas de entidades públicas en el Coliseo del Pueblo para enrutar a las personas frente a los trámites para acceder a subsidios, u otras prestaciones estatales.

Ritomaira Segura, una mujer de 57 años, lleva más de seis horas esperando para ser atendida por los funcionarios de la Unidad de Víctimas. Su objetivo es quedar inscrita en el Registro Único de Víctimas, el instrumento administrativo con el que el Estado identifica a la población víctima. Ritomaira fue desplazada, hace más de 30 años, de la vereda Inguapi La Chiricana, zona rural de Tumaco. 

El ficho de Ritomaira Segura para ser atendida por la oficina de Unidad de Víctimas en el Coliseo del Pueblo de Tumaco, Nariño.

— ¿Y usted qué piensa del presidente Petro?

— Bueno, tengo una hermana, vive en el sur de Bogotá, y dice que es un héroe —, se limita a decir. 

Luego empieza a recordar una anécdota con el expresidente Álvaro Uribe, justo en el mismo coliseo, al final de su segundo gobierno. Cuenta Ritomaira que, aprovechando su visita a Tumaco, se acercó al expresidente para entregarle una carta en la que le pedía opciones para que sus hijos, recién graduados del bachillerato, pudieran seguir estudiando. 

“Meses después me contestó. Les ofreció programas en el Sena a todos los jóvenes de Tumaco y nos garantizó profesores para dictarlos. Uno de mis hijos se graduó como tecnólogo en recursos naturales. La carta la sigo conservando en mi casa”, recuerda Ritomaira, quien actualmente trabaja como cocinera y aseadora de un restaurante de Tumaco. “Ojalá Petro ayude a quienes de verdad lo necesitan”. 

Cubro al gobierno del presidente Gustavo Petro en La Silla Vacía. Estudié Periodismo en la Universidad de Antioquia.