El voto de este domingo, como en todas las elecciones regionales, define cómo será el poder regional en los próximos cuatro años. No solo qué visiones e ideas liderarán los municipios y departamentos, sino qué grupos económicos y políticos se fortalecerán en el corto plazo.  Y más allá de eso, que es lo más obvio, en estas elecciones en particular hay estas seis cosas en juego:

  1. La fortaleza del discurso popular de Gustavo Petro

Dado que las elecciones del domingo obedecen sobre todo a lógicas regionales y locales, no pueden leerse como un plebiscito presidencial.  Por ejemplo, Álvaro Uribe en su pico de popularidad tuvo como alcalde de Bogotá a Lucho Garzón, la opción más a la izquierda en la contienda. 

“La dinámica de esta elección tiene poco que ver con la dinámica del año pasado, corren por carriles distintos en la mayor parte de los casos”, dice el analista político Juan Pablo Milanese, del Icesi.  “Este tipo de elecciones no suelen funcionar como un plebiscito, la dinámica de la competencia local es distinta”.  

Quizás la única diferencia este año es que Petro legitima muchos de sus cambios en la voluntad que el pueblo expresa “en las calles”, y no hay expresión más contundente que la que queda consignada en las urnas. Por eso, qué tan bien les vaya a candidatos afines al presidente —y particularmente, a Gustavo Bolívar en Bogotá por quién se la jugó explícitamente con su ‘Toma por Bogotá’— será un elemento clave para reforzar o debilitar ese mensaje de lo que “quiere el pueblo”. 

“Un gobierno puede gobernar y ser exitoso sin ganar las elecciones locales”, dice el analista político Luis Guillermo Vélez. “Pero para un gobierno con una popularidad por debajo del 50 por ciento, que tiene una retórica muy agresiva que se arropa en lo popular, que no sea refrendado sí es muy malo”.

  1. La consolidación regional del viraje a la izquierda

Colombia viró a la izquierda en 2022 con la elección de Gustavo Petro y de la lista del Pacto Histórico al Congreso que la convirtió en la principal fuerza política del Senado. En estas elecciones se verá qué tanto este giro se consolida a nivel regional.

Y más allá de lo mal que le irá al Pacto (pues como movimiento no pudo avalar sino unas pocas listas y candidatos), el resultado que tengan los partidos de izquierda que operan bajo esa sombrilla y que sí avalaron de manera individual candidatos será un indicador de qué tanto la izquierda echó raíces a nivel regional y departamental.  

“Está en juego la consolidación de un proyecto político a largo plazo de una izquierda progresista organizada y con posibilidades de gobernar”, dice Gonzálo Araújo, socio de la firma de relacionamiento estratégico Orza. “Una de las cosas que también nos van a mostrar los resultados electorales es si los que se hicieron elegir en lista cerrada se pueden reelegir cuando no esté Petro liderando”. 

Por ejemplo, en 2014, la lista del Centro Democrático cerrada con Álvaro Uribe como cabeza de lista sacó 20 senadores. El año pasado, con lista abierta y sin el expresidente jalándola directamente, bajaron a 14. Sobrevivieron principalmente los que lograron armar una estructura política.  

Aunque en los tres años que le faltan al gobierno pueden pasar muchas cosas, y una buena gestión y una distribución generosa de subsidios puede crear una base electoral importante, la estructura política regional suele ser clave para la sucesión presidencial (aunque las elecciones del 2022 fueron una excepción a esta regla). 

  1. Qué tanto espacio tiene la paz total

La paz total, la gran apuesta de este gobierno por producir un alivio humanitario y lograr el fin de la guerra, tiene como eje lo territorial. Tanto la negociación con el ELN como la que acaba de arrancar con las disidencias de las Farc EMC giran alrededor de la participación de organizaciones sociales y en transformaciones territoriales. Para ambas cosas, el concurso de las autoridades locales será clave.

“Todo el tema de la paz tiene que pasar por el meridiano de alcaldes y gobernadores, alineados con esa concepción de paz”, dice el estratega político Carlos Suárez. “La paz se negocia en los territorios, pasa por los territorios, y no solo los despejes”. Incluso la paz con las Farc, que no tenía ese componente territorial tan arraigado, enfrentó varios obstáculos cuando alcaldes se le atravesaron a iniciativas como la de las zonas donde se concentraron los guerrilleros para dejar las armas.

Si en sitios clave para la paz total y para el éxito de estas negociaciones ganan candidatos que desde la campaña manifestaron su afinidad con las políticas de mano dura de Bukele, el margen de acción del gobierno con estos grupos se verá restringido.

Y de los 264 candidatos que le contestaron a La Silla cómo calificaban al polémico presidente salvadoreño, de 1 a 10, el 48% le pusieron por encima de siete y tan solo el 24% con puntaje por debajo de tres. En Arauca, epicentro clave para la negociación con el ELN, 9 de 13 candidatos lo calificaron por encima de 7.

  1. La recuperación del poder político de los empresarios

El resultado electoral en varias ciudades, comenzando por Cali y Medellín, definirá qué tanto poder político recupera el sector empresarial de esas ciudades. El triunfo casi asegurado de Federico Gutiérrez en la capital antioqueña seguramente regresará la ciudad al modelo de cooperación público-privada que tenía Medellín hasta que Daniel Quintero decidió acabar con él. En Cali, los empresarios habían tenido dos períodos de alcaldías cercanas a ellos con Maurice Armitage y Rodrigo Guerrero y volverían a tenerla después del gobierno de izquierda de Jorge Iván Ospina si Alejandro Eder gana. En el Huila, con Rodrigo Lara, los empresarios también tendrán más juego e incluso en Bogotá si Carlos Fernando Galán gana.

  1. El reencauche de la política tradicional

Las elecciones de 2019 fueron particulares porque en varias ciudades ganaron proyectos políticos alternativos: Claudia López en Bogotá; Daniel Quintero en Medellín; William Dau en Cartagena; Carlos Mario Marín en Manizales; Jairo Yañez en Cúcuta; Víctor Vidal en Buenaventura, y otros 51 alcaldes que ganaron desafiando contra todo pronóstico las maquinarias de los partidos tradicionales.

Ese triunfo de lo que La Silla Vacía llamó en ese momento ‘los quijotes’ sumado al descalabro que tuvieron las maquinarias en las presidenciales del 2018 y 2022 hizo que muchos anticiparan la agonía de la política tradicional.

En estas elecciones, sin embargo, está en juego su reencauche. En parte por la desilusión de los electores con la mala gestión de muchos de estos alcaldes alternativos y en parte porque varios políticos tradicionales que ya habían saltado al escenario nacional se devolvieron a sus feudos regionales con altas posibilidades de ganar.

  1. El respaldo a las reformas legislativas del gobierno

En estas elecciones, hay dos partidos que definirán el balance de poder interno en las urnas y cuyo resultado podría afectar el curso de las reformas clave del gobierno en el Congreso: el partido Liberal y la Alianza Verde. Ambos forman parte de la coalición oficial y ambos están divididos entre un ala petrista y otra no petrista.

Si los liberales afines del gobierno sacan más concejales y alcaldes de su cuerda que el ala gavirista eso se reflejará en la convención que tienen que hacer próximamente para elegir la dirección del partido y el sucesor de César Gaviria. Esa decisión repercutirá en si se quedan dentro de la coalición o se declaran en independencia.

Lo mismo con los verdes. Si al ala petrista conformada por Inti Asprilla, Carlos Ramón González, Ariel Ávila y otros le va mejor en votos que a la línea más cercana a Angélica Lozano y Claudia López habrá más incentivos de seguir en la coalición que si les va mal.

Un revés para el ala petrista de ambos partidos podría significar la pérdida de 27 de los 53 votos que tiene la bancada oficialista hoy en el Senado. Para aprobar un proyecto necesita 54. Si pasan a la independencia todavía el gobierno puede conseguir muchos de esos votos, pero a otro precio.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...