En su edición más reciente, la revista Dinero nos entrega la ‘chiva’ del caso Interbolsa: “La verdadera historia de lo que ocurrió con el descalabro de la firma comisionista”. Llegamos de últimos pero llegamos primero, nos dice la prensa especializada en economía y finanzas. Algo así como un oncólogo experto en autopsias a sus pacientes, un arquitecto que coordina demoliciones, un piloto de avión que tiene un sexto sentido para encontrar cajas negras.

(Para quienes no vayan a leer el artículo de Dinero, les cuento el nudo de la novela: fue culpa de un italiano, Alessandro Corridori –alias ‘di Bolsi’, supongo–. Siempre habrá un italiano detrás de nuestros escándalos. Según el relato, ese italiano o cualquier otro llegó al país por amor –se enamoró de la mujer colombiana–, vio en nuestras tierras verdes una montaña de oro, fumó puros en el club y cerró transacciones. El riesgo, para nosotros, fue que él quiso quedarse.)

Pero devolvamos la película a cuando el enfermo estaba vivo y el avión aún no se precipitaba al mar. Revisemos noticias del último año en Dinero: “Interbolsa definiría socio estratégico en primer semestre de 2012, “Interbolsa lanzará programa de crédito para vivienda,  y “Revolcón bursátil, entre otras noticias. Todos artículos marcados por el verbo esotérico del mercado.

Lejos de algún síntoma de preocupación, el parte periodístico de Dinero era más que positivo: “Interbolsa es la joya de la corona en los negocios donde participan los Jaramillo y Ortiz. Tiene presencia en siete ciudades del país, posee 32,5% del mercado bursátil, 20% en el de acciones, en bonos corporativos 40% y en negocios de deuda pública efectuados a través de bolsa cerca de 30%”.

Por su parte, la revista Semana, de la misma casa editorial de Dinero, convertía la estadística dura en uno de esos confidenciales que terminan enmarcados en la oficina del gerente ungido:  “El diario La República publicó el ranking de los 50 grupos económicos latinoamericanos que tuvieron mayor crecimiento en su valor en bolsa entre 2007 y 2011. Hay cinco colombianos. El del salto más grande es Interbolsa, que ocupó el sexto lugar en el ranking total, con un crecimiento de 148,41 por ciento en ese lapso”.

Miremos La República, el medio de economía y finanzas al que alude Semana:

O “¿Se acerca el anuncio de Interbolsa?”, refiriéndose, por supuesto, a un enorme negocio en el sector y no al derrumbe que llegó después.

Las noticias de Portafolio (y El Tiempo) siguien el mismo tono: el socio extranjero que busca Interbolsa, el premio regional que recibió Interbolsa, el plan de negocios anunciado por el gerente de Interbolsa (“Nos gustaría alguna termoeléctrica, dice Jaramillo como si dijera que quiere comprar carro). 

Y, claro, no falta el ‘petit hommage’ del empresario de la radio (en entrevista en 2009):

Busquen alguna señal reciente de alerta sobre Interbolsa en algún medio de comunicación masivo. Yo no la encuentro. No hay ningún indicio periodístico de la historia que explotó la semana pasada. Ninguna pista sobre las riesgosas operaciones ‘repo’ que hacía Interbolsa o sobre el extraño entramado empresarial con Fabricato (en medio del cual Interbolsa recomendaba invertir en una acción de la que era a la postre beneficiario). 

A pesar de eso, de que el público sabía tanto de lo que pasaba como sabe sobre el siguiente terremoto, el Espectador tituló: “Interbolsa: la debacle anunciada”. Anunciada, seguramente, en campos de golf, baños turcos y salas de juntas. 

Cada vez que estalla un escándalo en el mundo de los negocios y llega la reacción del periodismo económico y financiero, me acuerdo de ‘El Obispo’ (The Bishop), el superhéroe del grupo humorista inglés de los setenta Monty Python (esto mismo escribí alguna vez en otra parte). The Bishop siempre llegó tarde a desactivar la bomba, y en cada cada oportunidad llegaba más tarde que la anterior (vale la pena que vean el video).

Al menos el superhéroe inglés dice, “Hemos llegado muy tarde…”. Sabe que fracasó. Acá nuestros superhéroes celebran haber llegado primero, antes que todos, a recoger los vidrios rotos. 

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Nota. Aprovecho este espacio para hacer una cuña propia y no pagada: los invito a que se unan a la campaña de los Súper Amigos de La Silla Vacía. El éxito de este experimento periodístico depende, en parte, de ustedes. Quedan apenas dos días para hacer un aporte.

@CCortesC