El 6 de agosto el diario Portafolio publicó un artículo en el que contaba sobre algunos nombramientos anunciados por Juan Manuel Santos, entre los cuales estaba el de Claudia Patricia Vaca González como nueva directora del Invima, la entidad que regula los temas sanitarios y de medicamentos.
 

El 6 de agosto el diario Portafolio publicó un artículo en el que contaba sobre algunos nombramientos anunciados por Juan Manuel Santos, entre los cuales estaba el de Claudia Patricia Vaca González como nueva directora del Invima, la entidad que regula los temas sanitarios y de medicamentos.

Vaca, una reconocida química farmacéutica de la Universidad Nacional, formaba parte del equipo de empalme del Invima y había trabajado en la Secretaria de Salud de Bogotá con la Viceministra de Salud Beatriz Londoño, por lo cual su nombramiento no causó sorpresa y por el contrario desató una oleada de buenos comentarios entre miembros del sector salud tanto en Colombia como internacionalmente.

La agencia de noticias de la Universidad Nacional recogió citas desde el Colegio de Químicos Farmacéuticos de Colombia hasta funcionarios de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra y la Organización Panamericana de la Salud en Washington D.C. elogiando el acierto de Juan Manuel Santos.

Vaca es considerada una de las personas que más sabe de políticas farmacéuticas en el país y su nombramiento -además del de Beatriz Londoño como Viceministra- fue entendido como una señal de Santos de que en el sector de la salud también primaría la tecnocracia que ha demostrado en los demás ámbitos del Estado.

Sin embargo, la dicha duró poco. Aunque el decreto con su nombramiento había sido radicado por el Ministro de Protección Social Mauricio Santamaría el 9 de agosto, pasó una semana y la posesión de Vaca no se oficializó.

El 20 de agosto, Vaca envió este escueto mensaje a la Red de Diálogos Farmacéuticos que congrega a todos los miembros del sector: “Dos semanas en las que se celebró con tanto optimismo un trámite que hoy se me ha comunicado no se concretará con la posesión del cargo”.
 

Claudia Vaca asesora actualmente al Invima desde la Universidad Nacional. Su desnombramiento como directora del Invima ha provocado toda una ola de rumores.
Conrado Gómez está siendo considerado por Santos para ser nombrado como el próximo Superintendente de Salud. El que su hermano sea el presidente de Afidro no ha caído tan bien, pese a su trayectoria en el sector salud.
Javier Gamboa, el nuevo Viceministro Técnico de Protección Social, coordinó la mesa de propiedad intelectual en el TLC con EE. UU.
Beatriz Londoño, la Viceministra de Salud, es considerada una gran técnica y con sobrada trayectoria en el tema de las políticas públicas de salud. Fue Secretaria de Salud de Bogotá durante las Alcaldías de Mockus y Peñalosa.

 

Las teorías detrás del ‘desnombramiento’

La noticia de su ‘desnombramiento’ se regó como fuego. Y la explicación entre los sectores que defienden un mayor acceso a los medicamentos es que la industria farmacéutica internacional, representada por Afidro, hizo lobby para bloquear la llegada de Vaca al Invima.

Luis Guillermo Restrepo, director de ASSOSALUD, que congrega a profesionales de la salud, lanzó la teoría en la red de que “las presiones han podido llegar desde la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación y Desarrollo (AFIDRO), que considera a Claudia como un peligro”.

En el mismo sentido, Francisco Rossi, director de Ifarma, un centro de consultoría, investigación y activismo en los temas relativos a los medicamentos, dijo que “la gran industria farmacéutica logró detener por diferentes mecanismos, conocidos con la denominación genérica de lobby, la designación de la directora del INVIMA”.

“Sí sabemos que el veto vino de las multinacionales. Hubo una carta interna en donde el presidente de Afidro daba a entender que Claudia era una activista”, dijo a La Silla Vacía Alberto Bravo, el director de Asinfar, que representa a la industria farmacéutica nacional.

La carta enviada por Francisco de Paula Gómez, el presidente de Afidro, a todos sus asociados el mismo día que Portafolio publicó la noticia, se limitaba a informarles sobre la designación de Vaca como directora del Invima. Mencionaba que Vaca había sido “defensora de políticas a favor del acceso a medicamentos”, que en el gremio farmacéutico es el eufemismo para decir que es una activista pro-genéricos y anti-marca.

En el e-mail, Gómez le contaba a sus asociados que acababa de hablar con Vaca, quien le había confirmado su aceptación y que asumiría funciones el 16 de agosto, cuando volviera de un viaje.

La ‘teoría de la conspiración’ es que durante esa semana, Afidro movió sus influencias en Casa de Nariño y logró bloquear el nombramiento. La Silla Vacía entrevistó a ocho personas que conocen bien el sector y no logró encontrar ninguna evidencia de que se hubiera producido este tipo de lobby. Pero tampoco logró obtener de Palacio una explicación satisfactoria de por qué habían echado para atrás el nombramiento.

La Viceministra de Salud Beatriz Londoño confirmó a La Silla Vacía que ella y el ministro de Protección Social Mauricio Santamaría propusieron el nombre de Vaca y que Santamaría firmó el decreto con su nombramiento pero que “en Presidencia no se concretó”.

Londoño dijo que no sabía las razones que había tenido el Presidente para no nombrarla. Juan Mesa, Alto Consejero para las Comunicaciones de Santos, dijo a La Silla Vacía que la decisión en Palacio había sido simplemente no proceder todavía con el nombramiento, pero descartó que esto obedeciera a presiones de la industria farmacéutica.

Francisco de Paula Gómez, el presidente de Afidro, rechazó de plano que su gremio hubiera tenido algo que ver con lo sucedido. “Afidro no interviene ni a favor ni en contra del nombramiento de ninguna persona del sector público y es el Presidente Juan Manuel Santos quien toma la decisión de establecer qué funcionarios hacen o harán parte de su gobierno”.

En conclusión, La Silla Vacía no pudo confirmar qué pasó realmente. Lo que sí es claro es que este episodio y la oleada de rumores que ha desatado pone de presente la increíble tensión que existe en el sector de salud alrededor de la regulación del precio de los medicamentos y en particular, de aquellos de orígen biotecnológico.

Innovación vs. acceso

Los laboratorios internacionales hicieron lobby para que el anterior gobierno sacara un decreto exigiendo un registro sanitario para la entrada de los medicamentos ‘biosimilares’, que copian a los biotecnológicos. La presión de los activistas del sector evitó que este saliera, pero es un tema que sigue en la agenda.

La discusión está entre quienes argumentan que estos productos no son realmente genéricos dado que es imposible reproducir la forma molecular de los biotecnológicos y que por lo tanto deben cumplir con requisitos de registro similares a los originales; y los que consideran que quizás no se pueden tratar estrictamente como genéricos, pero que como aún se sabe muy poco sobre estos sofisticados medicamentos, se debería analizar caso por caso.

Las conclusiones de este debate tienen que ver directamente con la sostenibilidad del sistema de la salud. Estos medicamentos biotecnológicos son tan caros que 25 de ellos para enfermedades catastróficas representan hasta el 80 por ciento del dinero que el Fosyga paga por recobros para medicamentos no incluidos en el Pos. Los expertos coinciden en que el alto costo de los medicamentos es uno de los factores que incide sobre la quiebra del sistema de la salud.

El Rituximab, un medicamento para los pacientes con Linfoma no Hodgkin, artritis reumatoidea activa o con Leucemia Linfocítica Crónica, tuvo recobros al Fosyga de abril de 2006 a diciembre de 2007 por 15.600 millones de pesos.Y el año pasado, por 94 mil millones de pesos. El aumento del costo que terminaron pagando los contribuyentes no se debe necesariamente a que más gente ahora sufra de esas enfermedades sino a la política de desregulación de precios emprendida por el ministro Diego Palacio, según el Observatorio del Medicamento.

Claudia Vaca es una de las personas que más sabe de biotecnológicos en el país y ha dado la pelea para que haya una regulación que evite los abusos. Por ejemplo, en sus escritos ha defendido la idea de que haya un análisis de referencia internacional que ponga en evidencia, por ejemplo, que en Colombia las drogas son mucho más caras que en Venezuela o Ecuador.

Esta posición fue ratificada en noviembre por la ONG internacional Health Action Internacional, que comparó en 93 países el precio del genérico Ciprofloxacino, un antibiótico usado para el tratamiento de varias infecciones. Colombia obtuvo el primer lugar con honores: 500 miligramos cuestan 131 dólares. “El precio del medicamento de marca en Colombia es 200 veces más alto que el de cinco países asiáticos”, dice el estudio.

Pero el Invima ha sido tradicionalmente tan débil técnicamente que no tiene mucho poder de negociación frente a las farmacéuticas. Por eso es tan importante quién llegue a dirigirlo.

El otro nombramiento

A la desilusión por el desnombramiento de Vaca, se sumó ayer la noticia de que el gobierno estaba estudiando la hoja de vida de Conrado Gómez para nombrarlo como Superintendente de Salud. Su resumé aparece colgado en la página de la Presidencia, que es el paso previo al nombramiento.

Gómez es médico de la Universidad de Antioquia con una maestría en Estudios Políticos en la Javeriana y una larga trayectoria en el sector público de la salud: trabajó en el Ministerio de Protección Social, en el Seguro Social y es decano de la escuela de administración del colegio odontológico. Trabajó en la campaña de Santos y también es hermano de Francisco de Paula Gómez, el presidente de Afidro. Sin demeritar su trayectoria, este parentesco ha ahondado los temores de que la industria farmacéutica vaya a tener una gran injerencia en el gobierno que arranca.

Conrado Gómez dijo a La Silla Vacía que su nombre está en consideración pero que no ha sido nombrado como Superintendente de Salud. Y que si lo llegara a ser no vería un conflicto de intereses por la posición de su hermano dado que la Superintendencia no vigila ningún proceso de la industria farmacéutica. “El tema de medicamentos lo regula el Invima”, dijo Conrado, “la Superintendencia vigila hospitales y aseguradoras”.

Esto es cierto, pero otros expertos consideran que dado el peso de los medicamentos en todo el sistema de salud y la cooptación de muchos médicos y hospitales a través de los incentivos de la industria farmacéutica, es posible que se produzca en algún momento un conflicto de intereses.

Los ojos del sector estarán puestos en los próximos días en la Superintendencia y en el Invima para ver si Santos cumple con su ‘protocolo de ética superior y buen gobierno’ en el nombramiento de cargos de menor visibilidad que los ministros pero de igual importancia para la vida de los colombianos.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...