Gustavo Petro dice que le daría a todos los bogotanos el mínimo vital de agua gratis si es elegido Alcalde de Bogotá.
Fotos: Miguel González Palacios

Gustavo Petro se lanzará hoy a la Alcaldía de Bogotá por el Movimiento Progresistas. Su entrada al ring político como mínimo polarizará la campaña. Es un antiguo antagonista de Enrique Peñalosa, el candidato del Partido Verde, y provocará al Polo, que no puede darse el lujo de que su ex militante gane más votos que el partido que abandonó. De hecho, el Polo ha estado en consultas para ver si su mayor figura de opinión, que es el senador Jorge Enrique Robledo, se puede lanzar. Pero el Consejo de Estado ha dicho que los senadores tienen que renunciar con un año de anticipación para postularse a otro cargo público y por lo tanto el Polo tendrá que pensar en otro candidato. Y por último, la candidatura de Petro posiblemente también tentará a Álvaro Uribe, quien durante todo su mandato lo vio como su opositor.

Esta es su primera entrevista como candidato, que le otorgó al portal Comofuncionanlascosas.com.co y a La Silla Vacía. Es una entrevista a dos manos entre Ángel Becassino y Juanita León en la que Petro habla de dar agua gratis a todos los bogotanos, crear buses públicos de Transmilenio, establecer un sistema de denuncia de la policía y sobre todo construir una ciudad alrededor del agua. Esta es la transcripción editada de la conversación que no aparece en el video de 10 minutos editado por el otro portal:

Becassino: Usted se lanzó a la presidencia primero, ahora se lanza a la Alcaldía de Bogotá, ¿Premio de consolación, resignación, oportunismo?

Petro: No, es la construcción de un proyecto que hay que defender, no digo que cada vez que haya elecciones, sino todos los días. Nosotros ya habíamos construido una serie de propuestas para Bogotá como región. Yo fui Representante a la Cámara por Bogotá y buena parte de nuestros éxitos electorales se construyeron en Bogotá, buena parte de nuestros debates excepto los de la parapolítica tenían que ver con Bogotá, y cuando nos encontramos el hecho protuberante de la corrupción en la contratación y la responsabilidad que parcialmente derivaba del partido que habíamos fundado, pues tomamos la decisión de hacer algo en Bogotá; nosotros no podíamos simplemente decir “mire lo que sucedió, mire lo que hemos propuesto, estos tipos tienen que irse a la cárcel, debe haber una investigación judicial-que ya la hay-” sino que además creo que hay una deuda pendiente con la ciudadanía bogotana: que no se construyó un proyecto democrático en la ciudad, con una visión democrática de la ciudad, y en esa medida queremos llenar ese vacío.

Juanita León: ¿Y cuáles serían los pilares de esa construcción democrática en Bogotá?

Yo lo encajaría en una frase: Bogotá Humana. Si miramos los últimos 20 años, realmente solo ha existido un modelo de ciudad que han implementado diferentes partidos y personas, incluido el Polo Democrático, incluido Peñalosa, incluido Mockus.

Ese modelo de ciudad es depredador, es un modelo de ciudad expansivo que depreda el territorio al expandirse: los cerros, el río, la sabana, la tierra, el aire; pero que, además, depreda al ser humano, es segregacionista: el rico en el norte, el pobre en el sur, incluso se llegó a perfeccionar el modelo como que el pobre se exporta de Bogotá, a habitar Soacha, a habitar Mosquera, a habitar Funza, para no subsidiarlo, y se construyeron barrios en campos de golf al norte de la ciudad, incluso sobre los humedales. Ese modelo ha colapsado. Ese modelo trajo una enorme especulación, primero inmobiliaria de los tenedores de tierras en el perímetro urbano; segundo, de contratistas, porque implicaba expandir carreteras, expandir transporte, expandir redes de alcantarillado, de acueducto, una ciudad costosa por ello mismo.

Pero hoy no solamente por el tema del cartel de la contratación, sino fundamentalmente por las inundaciones, que no son sino la recuperación del territorio que tenía el agua de la Sabana de Bogotá, ese modelo ha colapsado, así que se necesita uno nuevo.

Becassino:  ¿Con quiénes va a hacer la intervención sobre la realidad que está proponiendo?

Vamos a construir un gabinete con los responsables de las propuestas que se construyen. Es decir, no tenemos una gente pensando propuestas y otras van a gobernar de manera improvisada y además negociada con la política del Concejo de Bogotá. En el tema ambiental, me gustaría trabajar con Rafael Colmenares; en el tema de transporte, me gustaría construir nuestras tesis con Carlos García; en el tema de agua, aunque hoy no puede hacerlo, me gustaría que Diego Bravo asumiera esa responsabilidad. Y no sigo porque estaría agotando un tema que es ya después de vencer en las elecciones.

Becassino: Hay una situación de caos en la ciudad, ¿cuáles van a ser las intervenciones radicales de Gustavo Petro?

El agua es el eje rector de la nueva visión de ciudad que yo propongo. Nosotros hemos construido la ciudad contra el agua; ahora se trata de construir la ciudad con el agua. ¿Eso qué significa como modelo urbanístico? Significa una ciudad que se tiene que compactar, que no puede crecer más en su perímetro urbano; si se quiere, implica una política nacional de poblamiento diferente a la que tenemos.

Pero en lo que respecta a la Alcadía, nos obliga a constuir un plan de densificación del centro ampliado de la ciudad, que supone un Estado capaz de regular los precios del suelo, que ha sido un tema abandonado por las administraciones de cualquier color en la historia de Bogotá. Regular los precios del suelo significa que el Estado, para densificar el centro, sin obligar, de manera voluntaria, tiene que hacer una serie de obras de infraestructura. En primer lugar, mejorar la red del acueducto en el centro, no en el perímetro urbano que es lo que se está haciendo hoy. El acueducto es el gran urbanizador de la Sabana, esa empresa de acueducto no la necesitamos, necesitamos otra.

¿A qué se refiere con el centro ampliado?

Cuando hablo del centro ampliado estoy hablando hasta la 68 por el occidente y hasta Muzú, por el sur. El Estado comprando manzanas que permitan construir en el centro ampliado vivienda de interés prioritario. Lo que yo quiero con esto es invitar al empresariado constructor que hoy está básicamente en el norte de la ciudad y en Soacha y Mosquera, a hacer una sociedad con los poseedores del suelo en el centro ampliado -generalmente familias con casas de dos pisos- a asociarse empresarialmente, no a desplazar esa población, como algunos planes de renovación urbana hoy lo están haciendo, de tal manera que podamos, en esos barrios de dos casas, tener parques, avenidas, y edificios habitacionales.

Si la población puede vivir en el centro ampliado, cambia completamente nuestra visión de ciudad. En primer lugar, porque la presión sobre el perímetro urbano disminuye completamente, podemos darnos el lujo, que es en realidad una necesidad, de declarar la reserva forestal del norte, por ejemplo; nos podemos dar la oportunidad de descontaminar el río Bogotá, y podemos darnos la oportunidad, en la zona que llamaban de amortiguamiento de los Cerros Orientales, de declararla zona de reserva forestal del Distrito, nos podemos dar otras oportunidades…

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Becassino: El Alcalde tiene cuatro años, ¿cómo podría hacer todo esto?

En cuatro años se sientan las bases y se empieza. Y debe empezar con reubicaciones, porque se trata de recuperar los humedales, que hoy están construidos. Se trata de recuperar una serie de zonas que son de alto riesgo donde no debe haber vivienda, se trata de comenzar un desplazamiento de la población de los perímetros hacia el centro.  Esto nos cambia nuestra visión de la movilidad.

JL: ¿Cómo juega el Metro con esta idea del centro ampliado? ¿Por dónde lo pasaría?

Una nueva ciudad, mas densificada, mas democrática, con calidad de vida, en el centro ampliado, cambia nuestra visión del transporte. Lo que llamamos Transmilenio es una renovación urbana. El objetivo varió hacia la renovación urbana, y no la movilidad. Si nosotros volvieramos al primer objetivo, es decir a construir solo el Transmilenio, priorizar una ruta y su adecuación para que sirva como solobus y abandonamos la tesis de la renovación urbana, tendríamos muchas ventajas. La primera, necesitaríamos menos dinero para construirlo, es solo un carril. Dos, más rapidez. Es decir, podríamos afrontar la construcción del sistema de Transmilenio que todavía no existe.

Podemos abordar mas ambiciosamente la tarea de construir estas rutas si nos dedicamos exclusivamente a hacer los carriles del Transmilenio, además se tranca menos la ciudad, y algo que me parece fundamental, hay que cambiar el modelo de negocio que hay al interior de la operación del Transmilenio.

¿De qué manera?

Aunque va a ser un gran debate jurídico, porque el que firmó el primer contrato de operación de la Fase I construyó fue un contrato indeterminado, que se puede volver eterno, ojalá en consenso con estos operadores, podamos rehacer el contrato, que matemáticamente termina en 2013. Y crear ese nuevo modelo de negocio que yo propongo.

¿Cómo es el nuevo modelo?

Dado que la infraestructura se financia en un 95 por ciento por el público, y un 85 por ciento de las utilidades son privadas, es una enorme inequidad. Los últimos contratos son peores, son a 23 años. Casi un monopolio privado sobre el transporte. En la Fase I tenemos una oportunidad en esta administración que viene, dado que matemáticamente se cumple el tope que se estableció. Si nosotros creamos una empresa pública de transporte, dueña de buses públicos iguales a los que hoy estamos viendo, pero se colocan con horarios fijos, sobre todo en las horas pico, tendríamos una distribución más social de las utilidades, por obvias razones.

¿Reemplazaría buses privados por buses públicos?

No, ojo, en la medida en que hagamos el ‘Transmilenio Minimalista’, que es solamente hacer el carril y no dedicarnos a otros objetivos que no son los propios de la movilidad, entonces necesitamos más buses. Pero una parte de esos buses serán públicos, porque se necesita que el Estado pueda ser regulador dentro de la operación privada del Transmilenio. Y lo concreto más: ¿qué es lo que está pasando hoy, derivado de contratos mal hechos con los operadores, sobre todo el primero? Los contratos no solamente son indeterminados, sino que existe un sistema tarifario tal que se maximiza la utilidad del operador privado por la cantidad de pasajeros que caben en un bus; es decir, se gana más si menos buses cumplen con el servicio hasta que se llene. Por eso la gente va como en lata de sardinas, por eso la mayor parte de los robos de celulares ocurren en el Transmilenio.

Si tenemos una empresa pública, sin quitar las otras, sin quitar el carácter privado de esas líneas de operación, pero en los contratos de concesión se establece que va a haber buses públicos, pues se producen dos hechos fundamentales: uno, el Transmilenio puede ser más humano, con menos gente por bus; y segundo, la utilidad del transporte público en Bogotá se puede socializar parcialmente. No estoy hablando que todos los buses sean públicos, estoy hablando que en horarios específicos, fijos, van buses públicos, dentro de las lineas operadoras.

Para comprar una empresa de buses públicos, supongo que tendrá que escoger el Transmilenio sobre el metro.

El metro se hace necesario en el futuro pero no de manera inmediata. El metro de todas maneras hay que hacerlo en Bogotá pero hay que hacerlo bien. Y primero hay que estudiarlo. La propuesta de hacer la primera línea entre Suba, Kennedy y Engativá, no sirve; es donde la gente usa el tranporte donde hay que hacer el metro. Son 1.500 millones de dólares la primera línea. El Transmilenio como se está haciendo hoy vale 6 mil millones de dólares las 17 rutas que se diseñaron, es una exageración. Nosotros con 2 mil millones de dólares podemos completar el sistema de Transmilenio, y una vez completado -esto significa que hay que ir haciendo los estudios bien hechos- Bogotá puede tomar la decisión de en una de sus rutas, la más pesada en términos de transporte, construir la primera línea.

O sea que, en los próximos años, si gana, no habría metro…

Así nosotros quisiéramos empezar, así cogiéramos el estudio mal hecho de Samuel Moreno, así cometiéramos esa torpeza con la ciudad y empezáramos a hacerlo hoy, no está en cuatro años. Nosotros necesitamos soluciones ya, que tienen que ver con una humanización ya del transporte masivo de Bogotá.

¿Cuál es su respuesta a esta sensación de inseguridad que va más allá del Transmilenio, pero que se origina allí?

La ciudad compacta en el centro ampliado es una solución de transporte también porque significa que la gente está más cerca de su puesto de trabajo, puede caminar, montar en bicicleta, ahora sí.  El Transmilenio Humano que yo propongo, al descongestionar el bus, es una medida de seguridad. Pero la realidad que no quiere reconocer la administración actual es que tenemos mafias. Bogotá es usado por la red criminal como un espacio de lavado dentro de la red criminal del narcotráfico y al ser un espacio de lavado, básicamente aquí se construyen mafias al estilo norteamericano. No es la mafia del control territorial que nosotros denunciamos en el Congreso, sino que es una mafia que no necesita controlar territorios pero que sí usa mercados para lavar: Corabastos, San Victorino, San Andresitos, micronegocios de droga, prostitución, piratería de CDs, etc. 

Pero estas mafias están muy intrincadas con el pie de fuerza de ciertos sectores…

Si somos consecuentes con este análisis, y retomando nuestros debates, estas mafias no se mueven sin el Estado. Estas mafias capturan el Estado que necesitan para su negocio. El alcalde tiene que ser un líder de la ciudad, en los temas nacionales: las zonas francas usadas para el contrabando cumplen un proceso, el desorden de la política de transporte alimenticio cumple otro. La Dian está sirviendo para lavar activos y eso pega en Bogotá, y obviamente el alcalde tiene que decirlo. Pero en concreto en la ciudad, la institución que más se usa para concretar los fines de estas mafias delicuenciales es la Policía, y aquí hay un punto que diferencia el debate, porque finalmente los candidatos dicen que se necesita más y más policía.

El tema de los cuadrantes puede ser eficaz pero hay un grave problema, y es que el delito está infiltrando a la Policía, por abajo. Entonces tenemos que hacer una política de seguridad que, sin dañar el tema de los cuadrantes que es una experiencia que merece la pena probar y desarrollar, solucione la relación entre sectores de la Policía -no podemos generalizar- y delincuentes. Sin eso no podemos hablar de una política de seguridad en la ciudad. Más policías podría significar reproducir el fenómeno.

¿Qué estrategias tiene para esto?

Yo he estudié el caso de Hong Kong en medio de los debates de la parapolítica, que me parece clave traer para Bogotá. Hong Kong es una ciudad que por razones de su historia terminó cruzada por muchas mafias de diversos tipos y había un proceso de corrupción policial muy alto y la inseguridad era enorme. Tuvo un momento de quiebre y la seguridad de Hong Kong es hoy de las mejores del mundo. ¿Qué pasó? Colocaron el policía al servicio del ciudadano. Y me explico: hoy el ciudadano está al servicio de la Policía y así ha consistido la construcción de la política de seguridad.

Si el ciudadano comete una infracción y lo para un policía, el ciudadano no está pensando ‘uy, cometí una violación a la norma’, él está pensando que le van a pedir plata e incluso piensa que hay que dar la plata, y ese es un caso de corrupción policial, digamos, casi que cotidiano. En Hong Kong permitían que ese ciudadano pudiera denunciar al policía que le pedía la plata, sin dar su identidad, en una entidad hecha para eso. Es decir, todo policía en Hong Kong sabía que si cometía el delito, podía ser denunciado.

Si nosotros construimos en la Alcaldía de Bogotá una instancia donde el ciudadano, guardando su identidad, pueda hacer la queja y la denuncia y muchas de esas quejas ya tramitadas en donde toca, Procuraduría, etc, determinan sanciones, incluso, porque este sería un plan concertado con el jefe la Policía Nacional y permitirá que la ciudadanía se empodere. Y al empoderar la ciudadanía ante la Policía los hechos de corrupción disminuyen paulatinamente. La Policía se vuelve más eficaz en la lucha contra el delito y los delitos deben bajar en la ciudad. Esto es un elemento que me parece central, no se trata solamente de pedir más policías.


El metro se hace necesario en el futuro pero no de manera inmediata.– Gustavo Petro

¿Cómo plantearía su relación con el Concejo?

La tesis de Mockus de no transar en términos burocráticos con el Concejo, como una medida contra la corrupción, es fundamental. Lo que hizo Mockus lo abandonaron los otros paulatinamente. Pero la última administración fue el desastre en ese tema.

El Alcalde dejó de ser el jefe de la Alcaldía. Se debe no solamente a un problema de talante personal, se debe además a que dejó de haber una concepción de ciudad. Desde Peñalosa, la concepción de ciudad es la misma, los diferentes alcaldes no han hecho sino reproducir esa misma concepción, colapsada hoy por el agua y la corrupción. Y eso tiene un efecto en el talante del liderazgo del alcalde. Lo que vimos en la última administración es un alcalde sin liderazgo, que permite entregar las instancias administrativas, por cuotas políticas, y entonces los funcionarios tienen otro jefe, oculto, no público. Es un poco de ruedas andando cada una por su lado. Eso colapsó la última administración.

Si el alcalde tiene una concepción de ciudad, que en este caso se trata de la Bogotá Humana, adquiere de nuevo liderazgo sobre el conjunto de la administración. Eso permite contener también la corrupción.

Es decir que la relación con el Concejo va a ser muy conflictiva.

No. Hay que recuperar la tesis de partidos. Son bancadas de partidos con los cuales se dialogan las propuestas que la sociedad colombiana, y en este caso bogotana, legitimó. Las elecciones son un acto de legitimación de políticas. Si la ciudad quiere que sigamos construyendo sobre el agua, como si nada nos fuera a pasar, pues escoge un alcalde constructor sobre el agua, destructor del agua. Si la ciudad quiere que establezcamos una ciudad absolutamente respetuosa de la naturaleza para que la naturaleza no se devuelva contra nosotros, pues elige otro alcalde.

En todo su proyecto de una nueva ciudad, claramente hay que hacer unas grandes inversiones, ¿de dónde piensa sacar la plata?

Al contrario. De lo que vamos hasta ahora hablando es de reducir las inversiones del Transmilenio al diseñarlo exclusivamente para lo que es una línea de solobus y no pavimentar todas las troncales. Eso es menos dinero.

Empoderar el ciudadano ante la Policía no es un problema realmente de costos, es un tema de decisiones políticas, de procedimientos.

El proyecto de densificar al centro, que es de largo alcance, sí implica unas inversiones. Eso que liberamos del Transmilenio tiene que volverse parques, alamedas, escuelas, red de acueducto. Eso es lo que nos permite la empresa privada, porque quienes van construir esos edificos son constructores privados, no el Estado.

El Estado puede comprar suelos sobre todo para el uso que nos interesa que es el de la vivienda prioritaria en el centro también, porque yo lo que pretendo es acabar la segregación.

Aquí hay un esfuerzo de atraer la inversión privada, nacional y extranjera en construcción densificando el centro ampliado. Hay otros temas que sí me interesan y que valen dinero. Por ejemplo, el tema del derecho al agua.

 

Agua y educación gratis para todos

¿Cómo sería lo del agua?

Yo quiero descubrir el agua y en esto quisiera aplicar temas de mi campaña presidencial: descontaminar el río, recuperar los humedales, construir otra visión de la ciudad, parar la urbanización de la Sabana. ¿Quién para la urbanización de la Sabana? Los POT pueden ordernar en Chía, en Cajicá, seguir haciendo lo que están haciendo, es decir cementar la Sabana, incluso en los sitios donde el río necesita de su espacio, pero es la Empresa de Acueducto de Bogotá la que determina realmente si se construye o no. Si nosotros cerramos la llave, y hay que hacerlo, parar la construcción en la Sabana, entonces la empresa de acueducto hoy es diferente a la que necesitamos.

En el año 2000 hubo un cambio tarifario para un megaproyecto de inversión pluvial, alcantarillado, etc., sobre un cálculo poblacional mal hecho: se pasó en 500 mil habitantes. Y entonces tenemos una empresa sobredimensionada. Eso lo corrigió la ciudad. El plan de inversiones que era de 350 millones de dólares, hoy es de 100 millones, pero no bajaron las tarifas. ¿Y eso que significa en la práctica? Que hay un excedente enorme que la empresa se está consumiendo artificialmente.

¿Qué haríamos nosotros aquí? Nosotros defendimos el tema del derecho al agua. En el caso de Bogotá, el derecho al agua fue aprobado un mes después de la campaña presidencial. Eso significa universalidad y gratuidad del agua, del consumo vital. Si lo quieren medir por hogar es apróximadamente 20 metros cúbicos que deben ser gratis.

¿Incluso para los más ricos? ¿No es un despilfarro de dinero?

Si es derecho, es para todo el mundo. Puede empezar por fases y obviamente empieza por los más pobres. Si existe un excedente de 250 millones de dólares mal usados en la Empresa de Acueducto, que se está consumiendo estúpidamente, tienes financiado en Bogotá el derecho al agua. Basta trasladar parte de ese excedente al consumidor por derecho.

El río Bogotá es otro tema silenciado. El río hay que descontaminarlo. El proyecto que hay es un proyecto hecho al tamaño del cartel de la contratación y hay que cambiarlo. Grandes contaminadores deben pagar más por la descontaminación del río, pero tiene que hacerse por la CAR, porque si no esos grandes contribuyentes contaminadores lo único que hacen es pasar el río al otro lado.

Y tres, tenemos que recuperar los humedales de la ciudad.

 

Usted se va a enfrentar en estas elecciones a una persona que tiene la imagen de un gran gerente. ¿Qué le diría a la gente que tiene dudas sobre su capacidad gerencial porque se ha pasado su vida más en ámbitos deliberativos que ejecutivos?

Pues esa persona fue derrotada varias veces en elecciones legislativas. Y solo hasta que fue elegido, la gente construyó un percepción, no antes. Uno puede hacer una gerencia depredadora y se puede ver bonito, cemento, cemento y cemento. Bogotá Humana implica una gerencia humana, y aunque no hemos entrado a todos los temas de esta campaña, el eje central es una gerencia para hacer de Bogotá una sociedad humana ya, una ciudad que humanice, que construya seres humanos.

La propuesta de Mockus parece cercana a la suya

Desde el punto de vista ético, siempre hemos estado juntos. Apoyé a Mockus en sus dos campañas a la Alcadía, y quise acompañarlo en su camapaña presidencial pero ya alguien no quiso. Ahora, el modelo de ciudad de Mockus, con su marca propia muy importante que es cultura ciudadana, es similar al modelo de ciudad que propuso Peñalosa. Él no cambió ese modelo de ciudad. La ciudad humana es otra clase de ciudad, no es el cemento. Solo hablamos del derecho al agua, pero en el tema de educación yo quiero articular en los establecimientos donde ya se da la educación media la educación superior, que es el elemento que pemite realmente saltar en calidad educativa en la ciudad.

Del Polo a Progresistas

Pasando a otro tema, ¿usted se arrepiente de haberse abrazado con Iván Moreno durante la campaña presidencial cuando necesitaba subir en las encuestas?

Mi relación con Iván Moreno es muy lejana. Una vez gané la consulta, lo que las normas del partido determinaban era que todo el partido se colocaba al servicio del candidato que ganó, como hicimos cuando Gaviria nos ganó. Yo derroté en las urnas a Gaviria, a Moreno a Robledo, etc. Según las normas del partido, todos ellos debían ayudarme ya como candidato del Partido, eso nunca sucedió. La campaña en su interior vivió un drama diario, era ver una huelga de grandes sectores del partido en la campaña presidencial. Yo la sobreagüé, desde septiembre de 2008 que fue la consulta, hasta las elecciones paralementarias, que fueron casi siete meses, yo estuve solo en mi campaña. Muéstreme un sólo afiche de Iván Moreno que diga Petro Presidente, pegado en algún lugar del país; no hay ni uno. Yo nunca estuve con Iván Moreno.

Pero al final se subió a la tarima con él

Yo hice el esfuerzo de la unidad del partido. Por eso, no fue por otra razón, Clara López fue mi fórmula vicepresidencial, fue un gesto unilateral mío, excesivamente generoso mirado desde hoy, que yo le ofrecí para que el partido estuviera unido. Simplemente fue eso. Iván Moreno estuvo sólo en un acto en recinto cerrado conmigo. Ahora, ¿Me arrepiento? Pues claro, eso fue un gran error. El proyecto del Polo Democrático ha quedado herido por no haber dejado claro en el momento adecuado, ni siquiera en el momento en el que presentamos el informe de la contratación, sino mucho tiempo atrás, que esa consigna de cero corrupción no era una consigna, sino que tenía que ser la realidad práctica cotidiana de toda persona que se metiera a ese partido.

¿Cómo se va a financiar su campaña si no va a tener reposición de votos?

Eso es una buena pregunta. Al no ser candidatura de partido, sino ciudadana con una fórmula de firmas, el Consejo Electoral, abusivamente en mi opinión, ha disparado las multas que la ley coloca. Y entonces, en un pueblo pequeño, inscribirse por firmas implica una póliza cuyo valor asegurado aumentó en un 2000 por ciento frente a la norma que estaba antes vigente. En Bogotá aumentó prácticamente un 200 por ciento. Entonces, yo soy hoy un precandidato. Si el día de la elección no llego con las firmas y con la póliza que asegure una cantidad de 267 millones, entonces no me puedo inscribir y dejaré de ser candidato. Eso coloca un tema en la financiación obviamente difícil.

Lo que queremos hacer es democratizar la financiación. Es decir, si 10 mil personas aportan 10 mil o 100 mil cada una, se financia la campaña. Y eso vamos a intentarlo.

Uribe se desdibuja, el Polo se desdibuja, el Partido Verde se desdibuja. ¿Qué garantiza que Progresistas no sea también un petardo de un momento?

La prueba de cualquier tipo de partido, grupo o movimiento social es el gobierno. Porque mientras no sea gobierno, todos suenan muy bien. Y así exista manipulación mediática y propaganda, finalmente la sociedad hace una valoración objetiva de lo que fue ese gobierno. Y en esa medida, aparece la desilusión o no. Progresistas hasta ahora no ha gobernado porque es una experiencia nueva. Nosotros no hemos construído un movimiento simplemente para disertar, es para gobernar. Y en su experiencia de gobierno, la que tenga, la que la ciudadanía decida, va a provocar ilusión o desilusión. Nosotros queremos provocar ilusión.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...